ciclismo

Aragón, pista de despegue para La Vuelta 2020

Las provincias de Zaragoza y Huesca albergarán el próximo fin de semana tres etapas entre las que se encuentran la primera llegada al esprint y el inicio del primer gran día de montaña.

Huesca albergó por última vez una salida de etapa de La Vuelta en 2012.
Huesca albergó por última vez una salida de etapa de La Vuelta en 2012.
Javier Blasco

Una llegada al esprint, una jornada de media montaña y otra con sabor a día grande. Variedad y cantidad. La Vuelta 2020 alza el telón el próximo martes, 20 de octubre, con una 75º edición fuera de las que venían siendo sus fechas habituales y recortada a 18 etapas a causa del coronavirus, pero en la que Aragón tendrá un especial protagonismo a lo largo de todo su primer fin de semana. El pelotón entrará el viernes en la provincia de Zaragoza procedente del yacimiento arqueológico de Numancia, en tierras sorianas, para detenerse en Ejea de los Caballeros, al día siguiente enlazará Huesca con Sabiñánigo y el domingo afrontará desde Biescas la ascensión al Tourmalet, en Francia. De los 2.896,8 kilómetros que componen el trazado, casi 350 se desarrollarán por las carreteras de la Comunidad.

Para encontrar una situación idéntica en cuanto a número de etapas hay que remontarse a 2008 y para toparse con una edición que la supere toca retrotraerse un poco más atrás, a 2007, cuando hubo cuatro jornadas en territorio aragonés. En aquellos momentos, la asociación de la Expo de Zaragoza con La Vuelta se dejó notar. Después, se sucedieron tres años en los que la ronda española no pisó ni Huesca, ni Zaragoza, ni Teruel y, aunque desde 2012 la presencia ha sido constante, hasta ahora no se habían vuelto a alcanzar las tres etapas. En 2019, último precedente, el Observatorio Astrofísico de Javalambre fue línea de meta y Mora de Rubielos sirvió de punto de salida para la sexta etapa.

En esta ocasión, La Vuelta arrancará en Irún y después pasará tres días entre el País Vasco, Navarra y Soria en los que la media montaña será la protagonista. El viernes los ciclistas comenzarán a pedalear con Ejea de los Caballeros en el horizonte. El trazado de 191,7 kilómetros y llano, especialmente a partir de su entrada en Aragón por Tarazona, hace pensar en que en la capital de las Cinco Villas, que ya acogió una salida en 2018, se verá la primera de las pocas llegadas al esprint previstas a lo largo de toda la competición. Entre las poblaciones que se atravesarán figuran Bulbuente, Maleján, Borja, Magallón, Gallur, Tauste, El Sabinar, Valareña, Pinsoro y Sádaba, donde se situará un esprint intermedio.

El sábado, los focos apuntarán a el Alto Aragón. Huesca por primera vez desde hace ocho años será el comienzo de la carrera y Sabiñánigo, punto relativamente habitual en La Vuelta por el que pasó dos veces en 2008 y otra en 2016, coronará al vencedor del día. Serán 184,4 kilómetros con un tramo final en el que los altos de Vio y Petralba, de segunda categoría, intercalados por el de Fanlo, de tercera, generarán una selección para que solo un reducido grupo de ciclistas opten a cruzar la meta en primera posición.

Desde la capital oscense, el pelotón se dirigirá a Barbastro pasando por Angües, Lascellas y Peraltilla. Después pondrá rumbo a Ainsa por El Grado, Ligüerre de Cinca, Mediano y Morillo de Tou, y desde Sobrarbe se girará hacia el Serrablo con Labuerda y Escalona como hitos previos al inicio de las ascensiones adentrándose en el Cañón de Añisclo. Desde la bajada de Fanlo al Valle de Broto, el trazado será similar al de la Treparriscos, con un esprint intermedio en Fiscal antes de alcanzar Sabiñánigo.

El domingo se vivirá uno de los días grandes de La Vuelta y del ciclismo a nivel mundial. El 25 de octubre coinciden la disputa de la gran etapa de montaña de la ronda española -junto con la de la llegada al L’Angliru- y el final del Giro de Italia con una contrarreloj en la que se decidirá la clasificación final. También estaba prevista la París-Roubiax, pero la alerta sanitaria en Francia ha obligado a suspenderla.

La jornada no será precisamente tranquila para los líderes de los equipos, cuyos estados de forma quedarán retratados con las primeras diferencias notables en la general. Con constantes subidas y bajadas a lo largo de 136,6 kilómetros, se pondrán en marcha en Biescas, cuna de Fernando Escartín, subcampeón de La Vuelta en 1997 y 1998, y su actual director técnico, con la misión de coronar tres grandes puertos, dos de ellos con indudable aroma al Tour. Por el Valle de Tena se subirá al Portalet, cima de primera categoría con una ascensión de quince kilómetros y una pendiente del 4,5%. Una vez en territorio francés el siguiente reto será él Aubisque, de categoría especial, con 16,4 kilómetros y un desnivel positivo del 7,1%. Y, por último, quedará el Tourmalet, también de categoría especial, con 19 kilómetros de subida y un desnivel del 7,4%.

Después, aún restarán por delante otras trece etapas hasta que el ganador final sea laureado en el Hipódromo de la Zarzuela en Madrid. Para entonces, Aragón, territorio que ya en la primera edición de 1935 estuvo presente en el itinerario con Zaragoza como meta y salida, habrá cumplido con su función de dar espectáculo e ir colocando las piezas sobre el tablero.

A cambio, quedará la promoción turística de una prueba que más que nunca se seguirá por televisión ante las restricciones para ver a los ciclistas en directo debido al coronavirus, y los ingresos económicos que la caravana deja allá donde se asienta. No en vano, entre deportistas, técnicos, personal de apoyo, seguridad, organización y medios de comunicación mueve a más de 2.000 personas

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