Especial día del pilar
Día del Pilar: del chocolate con churros al brindis final
Con familia o amigos, en casa o de restaurante... Los planes del Día del Pilar serán infinitos, pero siempre con sabor aragonés.
Todavía queda un par de horas para que el Bendita y Alabada de las 9.00 se escuche en la plaza del Pilar, lugar de peregrinación todo el año, pero que cada 12 de octubre se convierte en el destino donde zaragozanos y turistas acuden con un ramo de flores y un ramillete de emociones. En las calles aledañas huele a chocolate caliente, donde se bañan los crujientes churros. Los lamineros bien pueden ser devotos que han salido de misa de infantes y que han empalmado con el Rosario de la Aurora o jóvenes que tras una noche de bailes han decidido tener un dulce amanecer. Eso, un chocolate con churros es el primer sustento de muchos el Día del Pilar. Esta jornada se comparte con familia y amigos, de antes y de ahora.
Si se participa en la Ofrenda de flores, no está de más llevar alforja y cesta con los mejores víveres de la tierra, del pan de hogaza a los quesos y embutidos artesanales. Y, cómo no, un buen vino aragonés. Así que, casi sin saber cómo, uno se encuentra con su sombra empinando la bota junto al Ebro.
Tampoco conviene abusar, porque la comida promete ser larga, empezando por el vermú. Desde hace décadas, más zaragozanos comen de mantel fuera de casa, sustituyendo las comidas de horas en la cocina. "Menú especial del Día del Pilar y carta baturra", se promocionaban los restaurantes en HERALDO a finales de la década de los 80.
"En la actualidad el comentario general es que hace unos años teníamos unas 15 o 20 llamadas, pero ahora llegamos a las 50, así que es complicado conseguir mesa el Día del Pilar", apunta Javier Robles, presidente de la Asociación de Cocineros de Aragón. También está quien opta por recogerlo antes y llevarlo a casa. Sea donde sea, hay productos que son bandera de este día. "De entrante, pondría sobre la mesa un plato de Jamón de Teruel para abrir boca y una ensalada", comienza Robles. La apuesta por los productos de calidad –denominación de origen– es clara. "Mi primer plato serían unas borrajas con almejas y después Ternasco de Aragón", continúa el cocinero, que propone bacalao ajoarriero como alternativa a la carne.
¿Y de postre? "Yo pondría un buen melocotón aragonés, que todavía aguanta. Y después un dulce típico, como el pastel ruso o una trenza –culmina Robles–. Bueno y un helado, que es digestivo". Además, el cocinero recomienda frutas de Aragón si hay invitados de fuera, porque triunfan más de lo que se imagina el anfitrión.
El ambiente festivo en torno a la mesa también se vive alrededor de La Misericordia. Los que ocuparán los tendidos antes han disfrutado de un tentempié en los bares y restaurantes del entorno del coso, muchos con impronta taurina.
Con los últimos oferentes aún por la calle, en los bares del Tubo, en las gastronetas de la ribera o en las casetas de las casas regionales de la plaza de Aragón continúa la fiesta, donde el acento aragonés marida con el de fuera y juntos apuran el día grande de la ciudad.
