El riesgo, un habitual de la plaza del pilar

Desde hace un siglo escalatorres y paracaidistas desafían a la muerte en la icónica plaza zaragozana.

Fotografía tomada segundos antes de que James Will posase sus pies en la plaza.
Fotografía tomada segundos antes de que James Will posase sus pies en la plaza.
Miguel Marín Chivite

Octubre de 1922. Decenas de miles de personas –se calcula que cerca de 70.000– se han dado cita en la plaza del Pilar de Zaragoza. No es raro que la multitud abarrote el lugar, y menos en estas fechas, pero lo que sí es poco común es que todos miren asombrados hacia el cielo. Al unísono. No pueden creer lo que ven.

«–¡Vivir para ver! –decían los ancianos asombrados ante el prodigio que impresionaba su deteriorada retina. –¡Qué atrocidad! – exclamaban los jóvenes viendo el cegador peligro que les encogía el corazón. ¿Sesenta mil? ¿Setenta mil almas? Casi todo Zaragoza acudió a ser testigo de algo excepcional, aparentemente irrealizable. Dos hombres, padre e hijo, hicieron su aparición sobre la primera cornisa de la torre vieja del Pilar. –¡Ya están ahí los escaladores! –gritó el gentío».

Página de HERALDO en la que se contaron las desventuras de Los Puertollano
Página de HERALDO en la que se contaron las desventuras de Los Puertollano
Heraldo.es

Así narró HERALDO hace un siglo las proezas de los Hombres Águila: los Puertollano. Una familia que se ganaba las pesetas jugándose la vida de ciudad en ciudad y que, a comienzos del siglo XX, recaló en Zaragoza para ofrecer su espectáculo. Y puestos a escalar torres –que eso es a lo que se dedican los escalatorres– qué mejores exponentes que las de la basílica del Pilar, el edificio más icónico de la ciudad.

Los Puertollano no han sido los únicos que se han jugado la vida por voluntad frente al templo zaragozano ante la atónita y fija mirada del populacho. Más de 50 años después, allá por 1978, los Bordini, funambulistas de apellido italiano y procedencia alemana, se encontraban realizando su primera gira por España y no dudaron en recalar en Zaragoza.

Esta vez el elegido para el inicio de su espectáculo fue otro templo: la catedral de la Seo. En lo alto de su única torre de estilo mudejar colocaron un cable por el que hicieron descender una ‘moto voladora’, en caída libre hacia la plaza del Pilar. Aplausos, vítores y demás celebraciones entre un extasiado e incrédulo gentío. Un éxito de crítica y público, como se suele decir.

A los Bordini les debió caer bien el público zaragozano ya que desde aquella primera y exitosa actuación, volvieron en varias ocasiones a la capital del Ebro. En 1995, llevaron su espectáculo a los alrededores de otro emblema de la ciudad: el estadio de La Romareda. "Al que le haya gustado, que nos de lo que crea necesario", cuentan las crónicas de aquel año que repetían los artistas, después del número, mientras pasaban la gorra entre los asistentes.

Simulacros y paracaidistas

Más recientemente se han podido ver estampas similares a las de antaño frente a los muros del Pilar. Eso sí, con motivos diferentes y menos riesgo para los protagonistas de las hazañas.

En septiembre de 2019, cincuenta efectivos de los Bomberos de Zaragoza llevaron a cabo un espectacular simulacro en el que pasearon a un falso herido en camilla desde la arboleda de Macanaz hasta la popular plaza zaragozana, pasando con una tirolina entre las dos torres de la basílica.

El recorrido de unos 400 metros formaba parte de un simulacro de rescate vertical y se realizó en algo menos de una hora. Como hace 100 años, no fueron pocos los zaragozanos que se congregaron en la plaza. Pero esta vez, a sus dos asombrados ojos, sumaron los de las cámaras de sus móviles que en forma de fotos y vídeos inmortalizaron el inusual evento para la posteridad.

Otra curiosa ‘tradición’ de la plaza del Pilar es la de lanzarse en paracaídas para ir a aterrizar entre los aplausos del gentío. Ya en 1952 Miguel Marín Chivite dejó constancia a través una llamativa fotografía de la hazaña de James Will, que ni era anglosajón ni se llamaba James: su nombre era Julián Zamarriego Sevillano, había nacido en Madrid en 1912 y era uno de los primeros paracaidistas del país. El también conocido como ‘hombre pájaro’ se lanzó desde la casa del marqués de Ayerbe para ir a parar a la plaza del Pilar.

Uno de los militares que saltó sobre la plaza del Pilar este mayo con bandera y paracaídas a juego.
Uno de los militares que saltó sobre la plaza del Pilar este mayo con bandera y paracaídas a juego.
José Miguel Marco

Setenta años después y desde algo más de altura, se lanzaron los últimos paracaidista que aterrizaron frente a la basílica. Esta vez, los protagonistas fueron dos cabos primeros de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire, que se pasearon a mil metros de altitud por el cielo zaragozano con una enorme bandera de España.

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