urbanismo

Las muchas reinvenciones de la zaragozana calle Cinco de Marzo

Albergó un frontón, un cine, una pista de hielo y varios cafés históricos. Para los 6.700 peatones que la cruzan a diario es mucho más que una vía de paso. Ahora cierra sus puertas el gran supermercado que un día fue Galerías Primero.  

La calle Cinco de Marzo, con la iglesia de Santiago al fondo.
La calle Cinco de Marzo, con la iglesia de Santiago al fondo.
Heraldo

Son apenas 166 metros pero glosan gran parte de la historia reciente de Zaragoza. La calle Cinco de Marzo, que los más veteranos aún llaman ‘del Requeté Aragonés’, es mucho más que una vía de paso. Después de albergar cafés históricos y grandes almacenes, la reciente reforma de la plaza de Salamero le ha dado una nueva dimensión. Ahora, con el inminente cierre del gran local que ocupa el Día, habrá de volver a reinventarse.

Aunque de escueta extensión, es una calle de lo más peculiar. En ella se juntan comercios con solera, hoteles y hasta la boca de un pasaje, el Palafox, que sigue siendo una de las excentricidades más deliciosas del centro de Zaragoza. También lo es el enorme local (1.700 metros cuadrados en dos plantas) que aún ocupa La Plaza de Día y que tiene los días -valga la redundancia- contados. Este punto de Cinco de Marzo ha sido el epicentro de las transformaciones en la calle: comenzó siendo el Frontón Emendek, inaugurado en 1932, pero como campo de juego duró apenas dos años y, enseguida, se reconvirtió en una sala de cine (Frontón Cinema, una gran sala con 1.250 localidades, según el archivo del Ayuntamiento de Zaragoza). Este negocio tampoco tardó en cambiar de orientación y se transformó en la sala de fiestas Río Club en los años de la posguerra. Después volvió a funcionar como frontón, bajo el nombre de Jai Alai, hasta que en 1973 se transformó en lo que aún recuerdan muchos zaragozanos: la pista de hielo El Ibón. 

‘El ibón’: la pista de hielo en la que los zaragozanos patinaban en los años 70
‘El ibón’: la pista de hielo en la que los zaragozanos patinaban en los años 70.
Archivo Muncipal

Se cumplen ahora 50 años de aquel estreno, que fue una de las apuestas más arriesgadas de la Zaragoza de la época, pues mantener una pista de hielo de forma permanente resultaba muy costoso. Cuentan que la pista medía 45 por 20 metros y que funcionaba por la tarde y en sesión nocturna, desde las 16.00 y hasta las 23.00. Llevaba fama también su cafetería, la Formigal Huelo, en la que se ofrecían platos combinados y cenas. Hoy ya nada se conserva de aquellas instalaciones, salvo la amplitud de espacios de lo que luego fue galería comercial, el original Galerías Primero, y las estampas de patines y caídas en la memoria de los vecinos.

En la hemeroteca municipal hay mil y una imágenes que demuestran cómo el frontón se utilizaba para muy diversas actividades: desde ceremonias de entrega de distinciones hasta partidos de cesta punta o, incluso, veladas de lucha libre o de boxeo. Sin duda, si algo sucedía en la ciudad en los años 50 y 60 tenía que pasar por la calle de Cinco de Marzo, pues hay estaban también el novedoso cine Rex (la primera sala en cinemascope que se estrenó con ‘La túnica sagrada’ en 1954), las taquillas para los espectáculos taurinos y algunos de los cafés más emblemáticos de Zaragoza. 

Fachada de Galerías Primero en el año 2006, poco antes de su cierre.
Fachada de Galerías Primero en el año 2006, poco antes de su cierre.
Heraldo

El añorado Café Niké mantuvo su actividad desde 1940 y hasta 1969, y en él se dieron cita la crema y la nata de la intelectualidad de la época: escritores, pintores, humoristas, publicistas... En los años 50 el poeta Miguel Labordeta crearía en el café la sede de la ‘Oficina Poética Internacional’, y en el amplio inventario de visitantes ilustres figuran Manuel Pinillos, Emilio Alfaro, Benedicto Lorenzo de Blancas… Hasta el rey emérito, entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, solía escaparse al Niké durante su instrucción en la Academia General Militar.

Mónica Vázquez Astorga, en su estudio ‘Cafés de Zaragoza. Su biografía (1797-1939)’ cita también otros establecimientos que se ubicaron en la calle que nos ocupa como el Embalat o el Matossi, que estaba en la esquina con Independencia y tenía un amplio jardín interior, con mesas de mármol entre farolas y un frondoso arbolado. También en la década de 1870 abrió el Café de España, uno de los primeros café cantantes de la ciudad, que fue decorado por el pintor escenógrafo Sr. Irene.

El Café Niké (1940-1960), en la entonces llamada calle del Requeté Aragonés, hoy Cinco de Marzo.
El Café Niké (1940-1960), en la entonces llamada calle del Requeté Aragonés, hoy Cinco de Marzo.
Heraldo.es

Si de establecimientos emblemáticos hablamos, es inevitable no citar otro con arraigo como Los Navarros, el hotel Goya (que se integraba en el pasaje), Calzados Salazar, la farmacia Castejón (Arturo Borau) o los muchos rincones gastronómicos que hay -algunos trasladados desde la calle Moneva- como El Calamar Bravo, La Mejillonera, Los Espumosos o El Continental.

La calle de Cinco de Marzo cuenta con siete edificios catalogados, si bien alguno ya se ha reducido a esas fachadas fantasma de las que tanto se extienden por la ciudad. Las reformas más recientes han servido para adecentar las instalaciones de la Diputación Provincial, que tienen aquí una entrada alternativa a la del palacio de Sástago. También se han cambiado sus viejos adoquines -que daban problemas al bailar consecuencia de las cargas y descargas- por un asfaltado algo menos vistoso pero más práctico. 

La entrada a la sede de la DPZ por Cinco de Marzo.
La entrada a la sede de la DPZ por Cinco de Marzo.
Heraldo

La calle, por cierto, fue de las primeras en volverse peatonales de la ciudad y lo hizo en 2001, a la par que la calle Alfonso y sólo por detrás del tramo inicial de San Miguel y de la calle Delicias, que se cerraron al tráfico unos cuantos años antes. Esta peatonalización parece que ha contribuido a que Cinco de Marzo sea una de las calles más transitadas de Zaragoza, con unas 6.700 personas al día, por encima de la media en la ciudad que se sitúa en unos 5.600 viandantes.

Sólo queda referirse ya al por qué de su nombre y es que la fecha se refiere a la victoria de los zaragozanos el 5 de marzo de 1838 sobre las tropas carlistas que intentaban ocupar la ciudad. Eso sí, entre 1936 y 1977, fue rebautizada como Requeté Aragonés, como aún puede verse en muchos documentos del archivo municipal.

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