patrimonio
La antigua estación Delicias, un "símbolo de progreso" 90 años después de su construcción
Aunque el edificio queda hoy a la sombra de la gran Intermodal, en su interior se gestiona el tráfico de la alta velocidad. El singular edificio, por cierto, tiene un gemelo en Caminreal.
Hoy en día casi pasa desapercibida a la sombra de los grandes tirantes de la estación de Delicias. Sin embargo, la original, la que se estrenó hace 90 años y se conoció durante un tiempo como 'estación de Caminreal', cuenta con mucha enjundia y una vasta historia. Aunque al pasajero poco avezado apenas le parezca un apéndice que afea la fachada de la mastodóntica intermodal, la antigua estación Delicias es una pequeña joya arquitectónica que glosa a la perfección el pasado ferroviario de Zaragoza.
Hace unos días el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana dedicaba una publicación al "nonagenario complejo ferroviario" a orillas del Ebro que, como apuntaban, es el origen de un núcleo que le convertiría décadas después en un "punto de referencia para la alta velocidad española". José Luis Torrecilla Cubero, jefe de Recursos del Adif, repasa la historia de una estación, a cuya inauguración dedicó HERALDO un número extra hace ahora 90 años, ilustrado con un dibujo del escultor Mariano Benlliure.
¿Sabías que…?
— Ministerio Transportes, Movilidad y A. Urbana (@mitmagob) October 28, 2023
El arquitecto de la antigua estación #ZaragozaDelicias fue Luis Gutiérrez Soto.
🏘️Su amigo y también arquitecto, Secundino de Zuazo, hizo los bocetos del edificio de viajeros, que albergó 15 viviendas para trabajadores.
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El estreno de este nudo ferroviario simbolizaba el progreso y conseguía por fin unir de forma eficaz Zaragoza con Teruel y Valencia, ahorrando hasta 40 kilómetros a través de Caminreal. Tras años de obras, la Compañía del Central de Aragón -luego adquirida por la Compañía del Norte- inauguraba el tráfico en la línea y un buen montón de estaciones, entre ellas la de Delicias de Zaragoza.
Los trabajos de replanteo y explanación de los alrededores comenzaron en julio de 1930 y no sería hasta tres años después cuando circularon los primeros trenes y el 2 de abril de 1933 se hizo una fastuosa inauguración oficial. Para hacerse una idea de la importancia de esta línea, hasta Caminreal llegaron más de cien empleados del ferrocarril aquel año y azuzaron la economía con la apertura de nuevas fondas y negocios.
Del creador de Chicote
De vuelta al edificio que nos ocupa, y que se salvó de la piqueta en 2002 gracias a su ‘interés monumental’, el inmueble responde a un "racionalismo heterodoxo", "que resulta novedoso gracias a elementos como su torre de la veleta", se lee en la ficha de Patrimonio. Fue el arquitecto Luis Gutiérrez Soto (Madrid, 1901-1977), quien realizó los proyectos de las estaciones de Delicias y Caminreal, que son prácticamente gemelas. Gutiérrez Soto, por cierto, tiene una gran diversidad de obras, que van desde salas de fiesta como Chicote hasta aeropuertos como el primigenio Barajas.
En entrevistas de la época, Gutiérrez Soto se lamenta de la escasa importancia que tradicionalmente se le había dado a la arquitectura de las estaciones. Se quejaba de que los edificios que albergaban los servicios ferroviarios eran tristes, monótonos y oscuros, cuando eran precisamente estos inmuebles los que aportaban al viajero su primera impresión del viaje, por lo que deberían presentar una imagen amable, alegre y limpia.
El arquitecto celebra que la Compañía del Central de Aragón apuesta por cambiar estos esquemas y plantea "bellos conjuntos" que serán difíciles de encontrar en otras líneas españolas. Gutiérrez Soto ganó el concurso para proyectar todas las estaciones de la línea, pero sólo construyó las dos citadas y el resto de apeaderos (Muel, Longares, Encinacorba, Badules…) son obra de Secundino Zuazo, que las levantó entre 1928 y 1932. Ambos se propusieron "conforman un paisaje ferroviario característico y hermoso en el que predominara la adaptación al medio, en armonía con las construcciones propias y materiales del país".
La estación de Zaragoza consta de dos pisos, el primero destinado a los servicios ferroviarios, el segundo a oficinas y viviendas de los trabajadores, que tuvieron que desalojarlas en el año 2002 cuando comenzó a construirse la nueva Delicias.
Blanco, sepia, verde y rojo
El propósito del arquitecto es que todo fuera "claro, fácil y diáfano" y que se garantizara la máxima luz posible con amplias puertas y ventana. Los expertos posteriores han alabado "la tranquilidad y claridad de la fachada", y los muros encalados en contraste con el rojo ladrillo aragonés. Las tejas -dicen- debían ser de color sepia, mientras que la carpintería original era verde, “aportando una sensación de limpieza, esmero y confort”.
La fachada del lado del andén (la que hoy queda pegada al nuevo edificio) es rectilínea, por el contrario la fachada del lado posterior (la más visible ahora) es asimétrica, "con volúmenes dispuestos irregularmente pero con armonía, destacando la torres y las arcadas de acceso al vestíbulo". Cuentan que los arcos recuerdan lejanamente a la arquitectura popular de las plazas castellanas y que el vestíbulo, antes de que sufriera severas reformas (la mayor, en 1980), era un espacio amplio y luminoso muy en la línea de Le Corbusier.
La vieja estación, que en su día optó a centralizar todas las mercancías y viajeros de Zaragoza, en férrea competencia con el Portillo está ‘desafectada’ desde el año 2000. Lo que era su sala de espera "se vio seriamente transformado tras abandonar su uso" y, aunque sigue siendo utilizada por el Adif, el hall principal se tabicó, se compartimentó y se convirtió en un aula y una sala de reuniones. "Las taquillas y la galería de la parte superior siguen igual, pero las barandillas, los bancos de madera y otros elementos característicos han desaparecido", explican quienes conocen el inmueble.
En la ficha del Gobierno de Aragón se señala que los pavimentos son de gran interés, pero están deteriorados en muchas zonas y apenas se aprecian ya las teselas de motivos como círculos o flechas. Durante un tiempo se especuló con que la vieja estación pudiera albergar un espacio expositivo ferroviario y Renfe cedió parte del espacio a la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y el Tranvía (Azaft), pero esta pretensión lleva más de dos décadas durmiendo el sueño de los justos. ¿Qué misión tiene ahora la antigua estación? Es el centro de gobierno de tráfico de la alta velocidad del nordeste español.