historia

Escupideras de hierro y termómetros en la pantalla del primer cine de barrio de Zaragoza

Hace cien años se inauguró el Cinematógrafo Delicias en la avenida de Madrid. Fue el pionero de otras salas de barrio cuya eclosión llegaría en los 50.

La fachada del Cine Delicias diseñada por Teodoro Ríos y la licencia de 1922.
La fachada del Cine Delicias diseñada por Teodoro Ríos y la licencia de 1922.
Heraldo

Leer la memoria y el proyecto de un cinematógrafo de hace cien años es una delicia. A pesar de la letra cursiva y algo críptica, que embelesa tanto como marea, los documentos dan idea de cómo en 1923 el cine avanzaba como nueva alternativa de entretenimiento y comenzaba a abandonar salones, teatros y carpas provisionales para ganarse un espacio propio. En Zaragoza tuvo gran aceptación desde el primer momento y se inauguraron salas pioneras como el cine Doré o el Delicias, en la entonces carretera de Madrid -hoy sería el número 147 de la avenida-, que se adelantó un par de décadas a lo que luego sería la eclosión de los cines de barrio.

La primera noticia que tiene el Inmortal (entiéndase el Ayuntamiento de Zaragoza) es de febrero de 1922 cuando Eustaquio Ruiz y Bartolomé Serrano expresan su deseo de "construir un cinematógrafo en el barrio de Las Delicias, según el reglamento de espectáculos de octubre de 1913". Acompaña a su solicitud la memoria y el proyecto, en el que se habla de un cinematógrafo de "unas modestísimas condiciones", pero que -pese a tal calificativo- daría cabida a 764 espectadores. El solar tenía “una forma de escuadra” y su superficie era de 600 metros cuadrados. 

El alzado del Cine Delicias, según la propuesta de Teodoro Ríos en 1922.
El alzado del Cine Delicias, según la propuesta de Teodoro Ríos en 1922.
AMZ

El documento lleva el sello y la vitola del prestigioso arquitecto Teodoro Ríos -ya en 1914 había diseñado el Doré que estaba en Independencia- y en él se describe el vestíbulo, las dos plantas para "localidades preferentes", los servicios de "retrete y urinarios", las dimensiones de los asientos… También se lee que dispondrá de "un pequeño escenario para además del cinematógrafo poder dar algún otro espectáculo que permita las proporciones del mismo". Es curioso que no se prevé sistema de calefacción ni de ventilación (más allá de la natural), pero sí se adjuntan ilustraciones con las secciones de la sala, con el alzado y con una recreación de la fachada. Se aprecian y describen en el dossier de Ríos los pisos forjados con viguetas de acero laminado, bovedillas de rasilla y pavimentos sobre lecho de carboncilla.

Interior del cine Circo, otro de los muchos desaparecidos en la ciudad.
Interior del cine Circo, que se cerró definitivamente hace ya 60 años.
HERALDO

Entre las curiosidades que se explicitan en la memoria de 1923 (algo que debía ser una preocupación en la época) se dice que "la empresa colocará escupideras de hierro esmaltado con desinfectantes, indicándose en un letrero su uso y la prohibición de escupir en el suelo". Igualmente se dan indicaciones sobre los hilos de cobre del sistema eléctrico, los interruptores de "corte brusco"… Se percibe una preocupación exacerbada por la seguridad de la sala porque hay que recordar que en la época de los primeros cinematógrafos se vivieron grandes tragedias. Conocido es el devastador incendio en el cine El Bazar de la Caridad de París (1897), en el que perecieron 140 personas y que granjeó muy mala publicidad al cine, que fue asociado como una diversión peligrosa. 

Sistemas contra el fuego

No fue el único suceso luctuoso, pues proyecciones con lámparas de vapor de éter y avalanchas en las puertas de salida causaron también catástrofes en el Teatro Olimpia de Barcelona (un muerto por el incendio de un barracón-teatro en 1906), en Villarreal en 1912 (más de 70 muertos que asistían a la proyección de ‘Alma de traidor’ y que quedaron atrapados por las llamas que formaron "una barrera de fuego", según la prensa) o ese mismo año en Bilbao, con 44 víctimas en el Teatro Circo del Ensanche. En este caso la historia es aún más cruel pues no hubo fuego, pero alguien dio la voz de alarma.

El Teatro de Variedades de Zaragoza en 1922, cuando se atomizaban las salas de ocio.
El Teatro de Variedades de Zaragoza en 1922, cuando se atomizaban las salas de ocio.
HERALDO

No es extraño, por tanto, que la memoria insista en que el Cine Delicias contará con "amplias salidas a dos calles por puertas que abren al exterior" y en la cabina se establecerán "toda clase de precauciones”. "Se colocarán dos termómetros en la parte de la pantalla" y se explicita también en la primera página del proyecto que "la construcción del edificio debe hacerse de materiales incombustibles".

En la misma memoria, los emprendedores cuentan que su cine se instala en "un barrio naciente habitado en su mayoría por modestos obreros, y el propietario se propone con esta instalación hacer una labor de cultura en bien de sus convecinos proporcionándoles agradables espectáculos en las horas ociosas".

El Cine Dorado, pocos años antes de su cierre definitivo.
El Cine Dorado, pocos años antes de su cierre definitivo.
AMZ

Parece que las obras duraron apenas un año y que ya en junio de 1923 pudo estrenarse el Cine Delicias con la proyección del filme ‘Odio sagrado’. Su primera etapa fue un tanto efímera, porque el público parecía preferir ir a las salas del centro de la ciudad y porque la guerra causó estragos también en lo referente a los espectáculos. En 1925 pasó a llamarse Cinema España y, tras un periodo en que tuvo varios arrendatarios, la estructura original fue derruida en 1944. Aún tendría el Cine Delicias otra oportunidad, recuperando este nombre y con una sala de mayor aforo proyectada de nuevo por Teodoro Ríos, a quien también se debe el Elíseos. Volvió a abrir sus puertas en 1945, con el estreno de la película 'Perfidia', y estuvo en activo hasta 1973. Fueron aquellas décadas de 1940, 1950 y 1960 la época dorada de los cines de barrio en Zaragoza y fueron aflorando salas que aún muchos recordarán por media ciudad.

Entre estas figuran el Cine Victoria, en Conde Aranda y hoy reconvertido en bingo; el Dux en San José; el Venecia en la calle de Lasierra Purroy, el Roxy en Miguel Servet o el de Torrero, en el paseo de Cuéllar, que hoy es el plató de una productora de televisión. Quizá de entre todos tuvo más fama el Cine Rialto, en el número 177 de la avenida de San José, que abrió sus puertas en 1948 y acabó convertido en una sala X en los años 80. El desembarco del vídeo doméstico, el éxito de los videoclubes y la apuesta por llevar multisalas a las grandes superficies acabaron dando la puntilla a los cines de barrio.

La intrahistoria de todos estos cines puede conocerse en los trabajos de Amparo Martínez, profesora de Historia del Cine de la Universidad de Zaragoza, es quien mejor ha profundizado en la historia de la exhibición cinematográfica de la ciudad a través de sus obras 'Los cines en Zaragoza (1896-1936)' y 'Los cines en Zaragoza (1939-1975)'.

Chavales esperando a las puertas del Cine Pax en una foto de los años 60.
Chavales esperando a las puertas del Cine Pax en una foto de los años 60.
AMZ

Hernández cuenta también cómo a partir de los 60 el ritmo de construcción de nuevas salas descendió, si bien aún se crearon el Cine Mola (hoy, el Cien Montaditos de Sagasta), el Cine París en el paseo de las Damas o el Cine Pax, en la sede del arzobispado de Zaragoza. En 1954 se inauguró como Teatro Iris (desde 1931 se ubicaba allí el Iris Park) lo que después se conocería como Teatro Fleta y cuya triste agonía aún no se ha resuelto. Por cierto, de vuelta a Las Delicias, hay que señalar que el populoso barrio llegó a contar con tres cines: el de su mismo nombre, otro de catequesis conocido como 'El Pesetero', y el Cine Madrid, que hizo fortuna con sus matinales.

Cinema Alhambra
El Cinema Alhambra fue uno de los primeros de Zaragoza.
HA

¿Otros cines clásicos a orillas del Ebro que sería imperdonable no mencionar en este repaso? Las primeras salas fueron El Palacio de la Ilusión (1905) y el Cine Alhambra (1911), que tenía una excepcional decoración neomudéjar, pero también habría que citar el Coyne, Ena Victoria, Farrussini, Circo, Gran Vía, Roxy, Frontón Aragonés, Avenida, Actualidades... Uno de los más bonitos era el Cine Goya, en la calle San Miguel, que abrió en 1932 y cuya fachada aún se conserva por ser un elemento protegido.

La exposición online titulada ‘Que cien años no es nada: Zaragoza en 1923’, que puede verse en la web municipal, hace un repaso por el ocio, las fiestas y los espectáculos de aquella capital de hace un siglo que albergaba ‘apenas’ 150.000 almas. En la pestaña de las salas de baile y los cines se puede encontrar una referencia a la construcción del Cine Delicias y también a la cartelera del Cine Ena Victoria que ese mismo año proyectaba ‘El chico’ de "el gran Charlot" con entradas a 30 céntimos. Curioso es también que junto a esos programas que publicaba HERALDO en su sección de espectáculos hace cien años figure otro ‘Charlot’, pero en versión chimpancé

El anuncio del circo aparecido en el Heraldo del 1 de junio de 1923.
El anuncio del circo aparecido en el Heraldo del 1 de junio de 1923.
Heraldo

¿Con qué competencia tenían que lidiar los primigenios cinematógrafos? Pues con la del Circo Americano de Madrid, que llegaba al teatro Circo con un simio que era ciclista, equilibrista y motociclista. "Debutó ayer con gran éxito este famoso chimpancé (…), al que casi es una ofensa llamarle animal", decía el plumilla de la época.

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