El juez autoriza el entierro de una víctima de homicidio cinco meses después del crimen en Zaragoza

El cadáver de Sliman Guiz seguía en el depósito forense a la espera de que se dieran por concluidas las pruebas.

El crimen se cometió en una vivienda de la avenida de Madrid.
El crimen se cometió en una vivienda de la avenida de Madrid.
José Miguel Marco

Cinco meses ha permanecido el cadáver de Sliman Guiz en una cámara frigorífica del Instituto de Medicina Legal de Aragón, tiempo que han precisado el laboratorio de la Policía Científica y los médicos forenses para hacer sus respectivos informes. 

La familia del fallecido llevaba todo ese tiempo reclamando de forma insistente el cuerpo del joven para poder enterrarlo en Argelia, su país natal. Sin embargo, la necesidad de aclarar cómo se produjeron las heridas que le causaron la muerte ha demorado la entrega de los restos a sus familiares.

Sliman Guiz tenía 28 años cuando murió presuntamente a manos de su pareja, Natalia Ch., en prisión provisional desde el 5 de febrero de 2023, cuando ocurrieron los hechos en un piso de la avenida de Madrid. La relación entre ambos era conflictiva y la habían dejado y retomado varias veces, pero no existía ninguna denuncia por malos tratos en la pareja. El consumo de drogas era uno de los puntos que tenían en común y eso les llevaba a discutir con frecuencia.

La víctima murió de una sola cuchillada en el corazón. La detenida dio varias versiones contradictorias sobre lo ocurrido. Llegó a decir desde que Sliman se había caído y golpeado con un patinete en el pasillo de la casa, hasta que se pudo clavar el cuchillo voluntariamente, pasando porque pelearon, tuvieron un forcejeo y se hirió él solo de forma accidental.

Las maniobras que Natalia Ch. hizo tras la muerte –movió el cadáver, le dio la vuelta a la camiseta que vestía una vez manchada de sangre, limpió la casa, lavó el cuchillo y lo dejó en el escurreplatos– fueron detectadas pronto por la Policía, que sospechó de ella desde el primer momento. Pero las dudas sembradas y peculiaridad de la herida, que apenas sangró exteriormente, obligaban a hacer una exhaustiva investigación.

El informe forense concluyó que el joven presentaba una cuchillada en el hemitórax izquierdo que atravesó el 5º y 6º arco costal y terminó alcanzando el corazón. La lesión fue mortal, pero el fallecimiento se produjo de forma lenta, puesto que el sangrado fue interno y no dejó de latir hasta que el saco pericárdico se llenó de sangre. Los médicos comprobaron que, aparte de la herida en el pecho, Sliman no tenía ninguna más, algo extraño si se hubiera habido una pelea, ya que es habitual que se sufran las típicas lesiones de defensa en manos y antebrazos.

Natalia Ch. también fue examinada y presentaba tres pequeñas marcas en la barbilla, una ligera contusión en la ceja y algún hematoma en brazos y glúteos que, en cualquier caso, la juez que la envió a prisión valoró que eran «poco compatibles» con su relato de los hechos.

Una vez que el juzgado encargado del caso recibió los informes periciales, el abogado de la familia, Alejandro Giménez, reclamó de nuevo el cadáver. Sin embargo, otras pruebas complementarias planteadas por el letrado de la imputada, Juan Carlos Macarrón, llevaron al magistrado a retener más tiempo el cuerpo en las cámaras de la morgue hasta que fueran respondidas por los técnicos.

El defensor solicitó además al juez del caso, el titular del Juzgado de Instrucción número 1, que llamara de nuevo a declara a su representada, pero el magistrado José Ignacio Martínez le ha respondido que no es el momento procesal, sin perjuicio de que la cite más adelante.

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