25 años sin la piscina de Las Palmeras, una de las históricas de Zaragoza

Lo que hoy es el Aula de Naturaleza del parque Grande fue durante los años 70 y 80 escenario de grandes chapuzones de los zaragozanos que hoy ya peinan canas.

El recinto, del que ya no quedan restos, cuando fue abandonado en 1998.
El recinto, del que ya no quedan restos, cuando fue abandonado en 1998.
Heraldo

Las palmeras continúan, pero hace ya 25 años que no se escuchan zambullidas de bañistas ni los gritos de la chiquillería. En un recodo del parque Grande, cerca del Jardín de Invierno, pocos saben ya que el actual centro de interpretación del Aula de la Naturaleza ocupa el espacio de la que fue durante años una de las piscinas más populosas de Zaragoza. Era la de Las Palmeras y forma parte de la historia de la ciudad y del parque, al igual que la terraza Las Ocas, el tren chu-chú o el también desaparecido Rincón de Goya.

“Ya no hay agua, ni gente, ni cristales en las ventanas...”, así comenzaba la crónica de HERALDO de julio de 1999 que contaba cómo “el ocaso” había llegado a la histórica piscina de Las Palmeras. Justo el año anterior había concluido la concesión municipal y la antigüedad de las instalaciones sumada a la falta de bañistas condenó al cierre a este “clásico lugar de esparcimiento estival”.

La antigua piscina del parque Grande, en los 80, a pleno rendimiento.
La antigua piscina del parque Grande, en los años 70, a pleno rendimiento.
AMZ

La piscina Las Palmeras era de propiedad municipal y estaba gestionada por una sociedad privada desde su construcción en 1970. Los últimos ocho años (de 1990 a 1998) habían sido de pérdidas por la baja afluencia y ninguna entidad, ni pública ni privada, se mostró dispuesta a desembolsar los millones (en pesetas) entonces necesarios para evitar el cierre de un cuarto de siglo de historietas y nostalgia.

“El estado de las instalaciones, tanto los edificios como del propio vaso de agua, dejaban mucho que desear y se optó por dejarla morir”, cuenta José Sotillos, vecino de la zona de Ruiseñores, que cree que también influyó la cercanía del recinto de Salduba para que la piscina de L as Palmeras pasara a mejor vida.

El Ayuntamiento barajó diferentes proyectos (hubo dos concursos de ideas) para este terreno municipal de unos 6.000 metros cuadrados de extensión. Durante muchos meses se habló de construir un centro de día para discapacitadosy, también, de incorporar al parque (entonces Primo de Rivera) parte de la zona verde para hacer pistas de tenis. Finalmente, y después de años en los que el recinto fue ‘okupado’, se optó por un centro de interpretación de 300 metros cuadrados, que se levantó en 2003 para “desarrollar programas de educación ambiental dirigidos a escolares”. Las obras fueron complejas, sobre todo, porque llevó mucho tiempo mover la tierra y rellenar el espacio del vaso de la piscina.

“Era un sitio muy agradable, junto al Canal Imperial y muy próximas a Torrero, y recuerdo que a los pocos meses comenzó a surgir maleza dentro de la piscina y en todo el césped. Los muros del edificio de los vestuarios se deterioraron muy rápido y se veían barbaridad de grietas”, rememora Concha Albiac, que se dio “no pocos chapuzones” en los años 80 en Las Palmeras. “Apenas se reformó y en los últimos años ya estaba dejada y abandonada. Imagino que la inversión para procurar mantenerla sería tremenda”. Efectivamente el cierre se debió a “un problema de rentabilidad empresarial” porque, según cuenta, el número de socios apenas era de 300 en la década de los 90, cuando ya eran casi una veintena los centros deportivos municipales, más atractivos y modernos, que le hacían competencia.

Sala de fiestas antes de la guerra

Los más veteranos del lugar recuerdan Las Palmeras no por la piscina, sino por la sala de fiestas con el mismo nombre y en el mismo lugar que había allí antes de la Guerra Civil. Se celebraba baile los sábados y domingos, también había un piano y, en las grandes ocasiones, se programaba a una orquesta. Algunos vecinos recuerdan que también allí se llegaron a ver veladas de boxeo y lucha libre.

La sala de fiestas acabó muriendo en la posguerra. Más tarde, a finales de los sesenta, el Ayuntamiento decidió construir la piscina en esa zona del parque y se inauguró en 1972, en un momento de gran demanda pues era la única pública de la ciudad, junto con la piscina del antiguo Campo de Fútbol de Torrero.

En la época de la Transición, las instalaciones de Las Palmeras se utilizaron con frecuencia para la celebración de reuniones políticas, dado que había un comedor amplio, con capacidad para unas 300 personas, y ahí se produjeron reuniones de toda clase de colores políticos: desde Fuerza Nueva al Partido Comunista o la CNT. Con la apertura del Salduba y de otras piscinas municipales, llegaron la competencia y los problemas económicos para Las Palmeras. El espacio se quedó pequeño y fue perdiendo usuarios conforme pasaban los años.

Muchos zaragozanos recordarán también otras piscinas “con solera” como la de las Arenas o la de la Ciudad Jardín, que continúa en funcionamiento. La llamada ‘la sindical’, del parque deportivo Ebro, lleva también años acumulando olvido y abandono, si bien los vecinos de La Almozara confían en que estas instalaciones corran mejor suerte que las extintas de Las Palmeras. A mediados de los años 60 también se construyeron piscinas en el parque Bruil y en el Tío Jorge, sin embargo, se cerraron dos décadas después por motivos de salubridad y seguridad.

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