El chadiano Marcel Tchaimi vuelve a ver de la mano de Ilumináfrica

Esta fundación zaragozana ha gestionado un trasplante de córnea de este joven seminarista de Chad que tenía un grave problema de visión.

Desde la habitación de Marcel Tchaimi se ven los Pinares de Venecia.
Desde la habitación de Marcel Tchaimi se ven los Pinares de Venecia.
Alejandro Toquero

Marcel Tchaimi es un joven chadiano que hace año y medio empezó a tener problemas de visión. Fueron tan graves que en poco tiempo le quedó un 10% en el ojo derecho y alrededor de un 30% en el izquierdo. “No podía hacer nada, ni leer ni escribir, y necesitaba a alguien para moverme”, comenta. El futuro pintaba mal para él.

Sin embargo, varios ángeles aparecieron en su camino. Por una parte, el zaragozano Miguel Ángel Sebastián, obispo de Sarh, la ciudad más grande del sur de Chad. Él fue uno de los que dio a conocer el problema de la ceguera evitable en el continente africano y se implicó en la lucha para afrontarlo de la mano de la Fundación Ilumináfrica.

Han pasado unos cuantos años desde entonces y al Chad y Camerún han viajado decenas de expediciones de esta fundación zaragozana. Los cooperantes médicos y no médicos han realizado numerosas intervenciones quirúrgicas –la mayoría de cataratas–, así como consultas de oftalmología y optometría, y han entregado miles de gafas graduadas y de sol.

Su actuación siempre ha tenido lugar sobre el terreno, hasta que llegó a oídos de Ilumináfrica el caso de Marcel. El presidente de la fundación, Enrique Mínguez, comenta que “desde niño tenía unas cicatrices en las córneas de los dos ojos, pero hasta finales de 2021 no se le manifestó el problema de visión tan grave que prácticamente le hubiese dejado ciego”.

Marcel es el quinto de una familia de 20 hermanos. Debido a las dificultades para mantenerlos en un país tan pobre, su padre decidió que con cuatro años se fuese a vivir con una tía. A su lado empezó a sentir la vocación religiosa. “Con 13 años ingresé en el preseminario y luego he seguido formándome en el seminario de Lai”, comenta en perfecto francés junto al voluntario de Ilumináfrica, José Ignacio Sánchez, oftalmólogo del Hospital Clínico, que hace las veces de traductor.

Este joven seminarista regresa a su país el 19 de mayo.
Este joven seminarista regresa a su país el 19 de mayo.
Alejandro Toquero

Marcel estudiaba interno en este centro cuando se empezó a dar cuenta de la pérdida de visión y fue consciente de que en el Chad no se iba a resolver su problema. Necesitaba un trasplante de córnea y en este país africano ni hay bancos de donantes ni medios para realizar estas intervenciones.

El obispo de Lai, Nicolás Nadji, que sustituyó al zaragozano Miguel Ángel Sebastián, conocía el caso de Marcel y su mediación fue muy importante para que finalmente viajase a Zaragoza el pasado mes de febrero. Él mismo había realizado parte de sus estudios en España.

A ese apoyo se sumaron la colaboración de la Fundación Ilumináfrica y de sus voluntarios, del Arzobispado de Zaragoza y de la clínica Refractolaser. “Le operamos en febrero, pero a los pocos días nos dimos cuenta de que se había producido un rechazo”, explica Enrique Mínguez. Hubo que realizar un nuevo injerto de córnea en Refractolaser y en esta ocasión, por fin, todo salió bien.

En su habitación ha podido seguir con los estudios.
En su habitación ha podido seguir con los estudios.
Alejandro Toquero

Tras dos semanas de reposo absoluto, este joven seminarista de 24 años ha pasado casi tres meses de recuperación en Zaragoza y el 19 de mayo regresa a su país. Lo hace con unas gafas nuevas con las que va a ganar algo más de visión. “Ahora veo muy bien, la mejora ha sido grande, pero ya me han dicho que todavía seguirá evolucionando hasta seis meses o un año”, relata.

Él está muy contento y tremendamente agradecido a Ilumináfrica y a todas las personas que le han ayudado. “Sin ellos hubiese tenido difícil seguir con mis estudios”, comenta. La maleta la lleva cargada de colirios que necesita para seguir el tratamiento, porque en su país lo va a tener difícil para conseguirlos. “Son unas gotas de corticoides que se tiene que echar para evitar el rechazo y que la córnea dure lo máximo posible”, explica José Ignacio.

Marcel, en el comedor del Seminario de Zaragoza.
Marcel, en el comedor del Seminario de Zaragoza.
Alejandro Toquero

La radiación solar en el Chad y la arena y la suciedad del ambiente no son los mejores aliados para la evolución de su patología. “Sé que me voy a tener que cuidar mucho para no ir marcha atrás”, reconoce.

El otro ojo, de momento, tendrá que esperar hasta que se asiente definitivamente el que ha sido intervenido. Mientras ese día llega, Marcel sueña con terminar sus estudios, ordenarse sacerdote y volver a España.

El Seminario de Zaragoza ha acogido a este joven chadiano durante tres meses.
El Seminario de Zaragoza ha acogido a este joven chadiano durante tres meses.
Alejandro Toquero

Durante estos meses, ha hecho buenos amigos en el Seminario de Zaragoza, donde se ha alojado, y en la Universidad, donde ha participado en un curso de castellano. “Me encanta la ciudad, aunque no conozco otra”, sonríe. Eso sí, al frío le costó acostumbrarse, “pero la comida está riquísima”, confiesa.

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