Miércoles Santo: Caminando juntos en mitad de la noche

Siete cofradías recorrieron anoche Zaragoza entre incienso, redobles y los aplausos de numeroso público. Los hermanos cetro del Calvario y la Dolorosa volvieron a fundirse en un abrazo en la plaza del Pilar.

Procesión del Encuentro, en la plaza del Pilar.
Procesión del Encuentro, en la plaza del Pilar.
Toni Galán

La noche de Miércoles Santo siempre es mágica a orillas del Ebro. Ayer, por fin, tras tres años de intentos frustrados, pudo sellarse con un emotivo abrazo en la plaza del Pilar. La cofradía del Jesús Camino del Calvario y la Hermandad de San Joaquín y la Virgen de los Dolores protagonizaron la procesión del Encuentro arropados, además de por el incienso, los redobles y sus bellísimas imágenes, por numeroso público que siguió las procesiones por el Casco Histórico hasta bien entrada la madrugada.

Horas antes del inicio de su procesión, los hermanos de la Dolorosa habían marcado su paso pendular sobre los adoquines de la plaza del Justicia. «A ver si este año por fin podemos hacer el Encuentro», se escuchaba en los corrillos de hermanos que se concentraban en las calles del Temple y del Olmo. Sus características lentas se abrieron camino por el corazón de la ciudad, donde predicaron los siete dolores en voz de siete hermanos que reivindicaron, una vez más, el vínculo de una madre con su hijo. En la plaza de Santa Engracia el sentimiento era similar. Crecía la expectación conforme se acercaba la hora de la salida y –al escuchar las primeras cornetas y redobles– el público se arremolinó para tratar de ver de cerca todo el patrimonio artístico del Calvario, en especial, la talla de Tomás Llovet de 1818 que es la protagonista de la noche.

Son ya más de 80 años los que el Calvario y la Dolorosa llevan caminando juntos y los hermanos cetros de las dos congregaciones (anoche, David y Roberto) simbolizaron con un abrazo la emoción de la Semana Santa zaragozana en una noche en la que convertieron «el dolor de una madre en dolor compartido». Conforme las imágenes se aproximaban, parecían atraerse también las túnicas negras con puntadas de plata y terciopelo y las capas y los capirotes granates. «Si el redoble es sincero, no es redoble, es oración», repetían algunos espectadores en la plaza del Pilar en el momento del crucial Encuentro, que es uno de los actos destacados por los que la Semana Santa de Zaragoza fue declarada de Interés Turístico Internacional en 2014. No eran pocos, de hecho, los turistas que anoche siguieron las procesiones y buscaron captar con sus móviles estampas de singular belleza con la Dolorosa por la calle de Dormer o con el Calvario bajando por Don Jaime I.

El Ecce Homo y las mujeres

La noche fue propicia también para las otras cinco salidas procesionales que pudieron disfrutarse anoche. Hace medio siglo que las mujeres forman parte de la cofradía del Santísimo Ecce-Homo y Nuestra Señora de las Angustias, una efeméride que estuvo muy presente en el viacrucis de anoche. Hace 50 años no lo hicieron en las filas, sino ataviadas de negro detrás el paso. Para conmemorarlo una de sus primeras hermanas que salieron en procesión en 1973, Bienvenida Lázaro, acompañó al hermano mayor en la presidencia junto al arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano.

El sonido de sus matracas y timbaletas se extendió al abrigo de las angostas calles del Arrabal: Villacampa, Sixto Celorrio, Marioano Gracia, plaza del Rosario, Ibort... antes de cruzar el Ebro y finalizar en San Felipe.

«Nunca habíamos cruzado el río para ver una procesión y la verdad es que merece la pena. Es impresionante cómo se apodera el silencio de toda la calle hasta que lo romper las matracas», explicaba anoche una espectadora, impresionada por los instrumentos tanto de mano como de campanario. El laurel, la luz de las velas, las túnicas y la peana del Santísimo, que data del año 1500, completaban una inolvidable estampa. «Es precioso ver la talla portada a hombros de terceroles y nos han dicho que es más bonito aún ver la silueta de la figura cruzando el puente de Piedra», comentaban a las puertas de la iglesia de Altabás.

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Antes de que la plaza del Pilar fuera el escenario del Encuentro, de la basílica partió el Cristo de las Siete Palabras (2001), un breve viacrucis de media hora que desembocó en la iglesia de Santa Isabel, para que a partir de hoy se puedan disfrutar de este paso junto al resto en los turnos de vela junto al Cristo de la Cama.

Sin salir de las calles del Casco, también pudo verse ayer a la cofradía de Jesús de la Humillación con su María Santísima de la Amargura, una talla del siglo XIX, que fue objeto de aplausos a su salida de San Felipe. Los tambores de los hermanos resonaron con fuerza en el Tubo y los cofrades de capirote negro preveían reunirse en la plaza de San Roque para hacer una predicación junto a la Mantería.

Igualmente salió ayer la Humildad, para completar un pequeño viacrucis por la Magdalena. Los costaleros volvieron a portar al Cristo, aunque de forma más íntima y recogida que en su populoso Domingo de Ramos. Por su parte, los hermanos de la Llegada se dejaron ver por su barrio, el Oliver, con su Virgen del Perdón antes de iniciar hoy la kilométrica marcha que les acerque a Santa Isabel. Un itinerario parecido siguieron anoche los cofrades de las Negaciones para llegar desde Miralbueno –con nuevas tallas– hasta el epicentro de la Pasión zaragozana.

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