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Profesores eméritos de la Universidad de Zaragoza: "Aportan un valor de imagen y un prestigio"

Alrededor del 80% de ellos pertenecen a Apeuz, que coordina sus actividades y representa a estos ante las autoridades académicas. Una asociación creada en 2009 y que pertenece al campus público.

Arriba, los profesores eméritos Guillermo Fatás (i) y Antonio Herrera Marteache. Abajo, María Antonia Martín Zorraquino y Antonio Lobo.
Arriba, los profesores eméritos Guillermo Fatás (i) y Antonio Herrera Marteache. Abajo, María Antonia Martín Zorraquino y Antonio Lobo.
H. A.

Llegan a la jubilación forzosa -a los 70 años- con ganas de continuar activos en la docencia e investigación, queriendo seguir aportando su conocimiento y experiencia a la sociedad. Lo hacen de forma voluntaria pero, antes, tienen que ser evaluados por una comisión 'ad hoc'. Son los profesores eméritos de la Universidad de Zaragoza; un grupo selecto de catedráticos y profesores titulares con "méritos extraordinarios".

"Desaprovechar la capacidad de personas relevantes sería una pena; es lo que estima en general las universidades y nosotros también", apunta el catedrático de Psiquiatría y profesor emérito de Unizar Antonio Lobo, que hasta hace unos días ostentaba el cargo de presidente de Apeuz (Asociación de Profesores Eméritos de la Universidad de Zaragoza). Tal y como explica, el nombramiento de profesor emérito es vitalicio y hay un periodo de vinculación contractual con la institución académica por un periodo máximo de 4 años (se renueva a los dos).

"A partir de ahí se puede seguir activo como colaborador extraordinario. Y desde hace pocos años se ha implementado la figura de profesor honorífico. Cada año hay que demostrar que hay actividad de nivel internacional relevante; es muy limitado. La misión principal del emérito es cumplir lo que propone en su memoria de solicitud; que van a hacer docencia y sobre todo investigación. No se responsabilizan de la actividad principal, pero colaboran con la docencia en aula o laboratorio. Sobre todo en temas de doctorado, cursos especiales, etc", ahonda.

Alrededor del 80% de los eméritos pertenecen a Apeuz, según cálculos del catedrático en Nutrición y Bromatología y profesor emérito Antonio Herrera Marteache, que acaba de ser elegido presidente. "Me siento muy orgulloso. La asociación trabaja por visualizar la figura de los eméritos; nos mantiene muy al día y muy unidos a todos", resalta.

El catedrático de Psiquiatría y profesor emerito Antonio Lobo.
El catedrático de Psiquiatría y profesor emerito Antonio Lobo.
A. L.

Asimismo, Lobo detalla que dentro de los estatutos de Apeuz está la misión de ayudar a la difusión del conocimiento. Para ello, desarrollan tres actividades principales: el ciclo de conferencias ‘Los martes del Paraninfo: cita con los profesores eméritos’ (en el Paraninfo en Zaragoza y también en Huesca), desde hace ocho años; escriben artículos en HERALDO; y el año pasado iniciaron una asignatura completa en la Universidad de la Experiencia. "Se titula 'Las fronteras del conocimiento' y diez profesores eméritos de distintas áreas dan dos horas cada uno. También estamos tratando de poner en marcha un programa de debates", avanza.

"La figura de profesor emérito debería tener una consideración en la ley de la Ciencia. A día de hoy no existe y cada universidad tiene sus propias normas"

Antonio Lobo opina que la figura de profesor emérito debería tener una consideración en la nueva ley de la Ciencia; con unas obligaciones y unos derechos también. "A día de hoy no existe y cada universidad tiene sus propias normas. Están haciendo un trabajo (de investigación) muy relevante con muy pocos costes", sostiene.

Guillermo Fatás: "Es corto el periodo máximo de prórroga como profesor emérito en activo"
El catedrático de Historia Antigua Guillermo Fatás.
El catedrático de Historia Antigua Guillermo Fatás.
Oliver Duch

El catedrático de Historia Antigua y ex director de HERALDO Guillermo Fatás empezó en la docencia con 22 años recién cumplidos y ha estado 52 años impartiendo enseñanza de forma ininterrumpida en la Universidad de Zaragoza (de 1966 a 2018, los cuatro últimos como profesor emérito en activo). "Ahora voy siempre cuando me llaman", apunta Fatás, quien no para de hacer cosas.

"No creo que se esté sacando todo el provecho del conjunto de profesores eméritos, que tienen enemigos dentro de la Universidad por razones que no alcanzo a comprender del todo"

"Los eméritos aportan un valor de imagen y un intangible de prestigio porque entre ellos hay un buen puñado de investigadores que siguen activos y son muy conocidos en sus gremios en España e internacionalmente", remarca. Considera escasos los 4 años de emeritazgo con docencia activa. "A mi juicio, es corto el periodo máximo de prórroga como profesor emérito en activo. No creo que se esté sacando todo el provecho del conjunto de profesores eméritos, que tienen enemigos dentro de la Universidad por razones que no alcanzo a comprender del todo. No somos un gravamen económico ni ocupamos plazas de plantilla", dice.

En este punto, recuerda que en otros países los departamentos de las universidades "blasonan" de sus profesores eméritos. "Los profesores eméritos en mi situación para algunos somos una molestia, según parece. Con los requisitos exigidos ahora, no habría podido tener esta condición”, dice. La consideración de profesor emérito es vitalicia, honoríficamente. “Pero mi tarjeta de acceso al edificio donde está situado el departamento, en la Facultad de Filosofía y Letras, está anulada; y tampoco dispongo de la llave de acceso al despacho que comparto con dos colegas en activo. Me da vergüenza decir que ya no existo", observa.

No obstante, todos los años participa en unas jornadas especializadas sobre el culto a las reliquias (que organiza el Departamento de Historia), mantiene colaboraciones regulares con la Universidad de la Experiencia (en Zaragoza y otras localidades de Aragón) y desde hace ocho años inaugura -con una lección- el ciclo ‘Los martes del Paraninfo: Cita con los Profesores Eméritos’. A ello hay que sumar su producción académica escrita; sus dos últimos libros (2022) han aparecido en la Institución "Fernando el Católico" y en la editorial Marcial Pons (Madrid). Mantiene colaboraciones con HERALDO semanalmente.

Martín Zorraquino: "Los eméritos representan la memoria viva de muchos años de vida universitaria"
La catedrática de Lengua Española María Antonia Martín Zorraquino.
La catedrática de Lengua Española María Antonia Martín Zorraquino.
Guillermo Mestre

Primero hermana mayor de sus alumnos (impartió clase con tan solo 22 años tras licenciarse), después un poco madre y, en la última etapa, una figura venerable, como puede representar una abuela. Así describe su trayectoria docente María Antonia Martín Zorraquino, catedrática de Lengua Española y profesora emérita de la Universidad de Zaragoza desde 2018.

Siempre ha dicho que el encuentro con su maestro Félix Monge, eminente filólogo aragonés, fue una de las experiencias "más hermosas" de su vida. "Fue mi director de tesis y profesor durante la carrera", recuerda. Para ella, los eméritos son un activo que tienen las universidades, en este caso el campus aragonés. "En primer lugar, representan la memoria viva de muchos años de vida universitaria. Pero además una fuente de experiencia muy importante y una visión de la vida en la que se reúne tradición, comprensión, tolerancia y cercanía con la gente joven", asegura.

Tras pasar cuatro años de emérita con encargo docente (dando una asignatura de seis créditos), en la actualidad es colaboradora extraordinaria con la consideración de profesora honoraria. "No doy más clases, dirijo una tesis doctoral (y a lo mejor otra más) y soy tutora de cuarto curso de Filología Hispánica. Sigo publicando trabajos y colaborando en proyectos de investigación y con el Instituto de Patrimonio y Humanidades. También colaboro con docencia en la Universidad de la Experiencia, doy conferencias en el ciclo ‘Los martes del Paraninfo' y escribo artículos para HERALDO", enumera la vocal de la junta directiva de Apeuz.

"La Universidad podría hacer un pequeño esfuerzo para que pudieran grabarse las conferencias de 'Los martes del Paraninfo'"

Martín Zorraquino afirma que se sienten valorados dentro de Unizar, aunque para las actividades de la Asociación de profesores eméritos tal vez esperarían "un poco más de respaldo". "La Universidad podría hacer un pequeño esfuerzo para que pudieran grabarse las conferencias de 'Los martes del Paraninfo'. Somos un activo importante de la institución académica y de la sociedad aragonesa", remarca.

Antonio Herrera Marteache: "Mi disponibilidad para la Universidad de Zaragoza siempre ha estado ahí"
Antonio Herrera Marteache, este viernes en su despacho en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza.
Antonio Herrera Marteache, este viernes en su despacho en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza.
Oliver Duch

Cuando el catedrático en Nutrición y Bromatología y profesor emérito Antonio Herrera Marteache oye hablar de que la gente se mueve poco (en el ámbito laboral) siempre recuerda que él decidió dejar su puesto de profesor adjunto en Córdoba y opositar en 1979 a una plaza en la Facultad de Veterinaria de Unizar (donde fue decano 6 años). "Vine a Zaragoza a explorar algo nuevo y la acogida que tuve fue buena. Me siento muy orgulloso de mi facultad y de mi Universidad de Zaragoza, donde fui vicerrector durante 8 años", comenta.

En los dos últimos, Herrera Marteache es colaborador extraordinario con la consideración de profesor honorario y continúa dando clase. "En tres asignaturas de dos másteres y también participo en tres proyectos de investigación. No son muchos los profesores eméritos que después de pasar los cuatro años (de relación contractual) deciden seguir como colaboradores u honorarios. Me gustaría continuar (se renueva cada año), pero todavía hasta abril pueden ocurrir muchas cosas. Mi disponibilidad para la Universidad siempre ha estado ahí", resalta este veterinario.

"Se trata de aprovechar toda la experiencia y el bagaje de conocimiento que has ido adquiriendo a lo largo del tiempo. Lo que hacemos es colaborar; no le quitas a nadie ningún puesto de trabajo"

Para él, ser profesor emérito significa no abandonar una vocación (docente e investigadora) que le ha ocupado una buena parte de su vida, en concreto más de 50 años. "De lo que se trata es de aprovechar toda la experiencia y el bagaje de conocimiento que has ido adquiriendo a lo largo del tiempo. Y si tienes la suerte, como es mi caso, de contar con unos colaboradores a los que has ayudado muchos años y te permiten trabajar con ellos, es una bendición", subraya. Eso sí, advierte de que los profesores honorarios no ocupan ninguna plaza de otro docente. "Lo que hacemos es colaborar; no le quitas a nadie ningún puesto de trabajo, lo cual es muy importante", añade.

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