movilidad urbana

Vuelve la discusión sobre las ciudades de 15 minutos: ¿Es Zaragoza un ejemplo?

Las teorías de la conspiración de grupos extremistas han vuelto a poner de moda un concepto de urbanismo sostenible del que la capital aragonesa no está tan lejos.

Viandantes cruzando el paseo de la Independencia de Zaragoza.
Viandantes cruzando el paseo de la Independencia de Zaragoza.
Oliver Duch

La idea la patentó ya en 2016 un urbanista colombiano llamado Carlos Moreno y la popularizó la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. La idea era (es) sencilla: el urbanismo contemporáneo debe facilitar que el coche se quede en casa y que los ciudadanos puedan atender sus necesidades básicas (ir a la oficina, al colegio, al centro de salud o a comprar) en un radio de 15 minutos a pie. Antes de la pandemia se puso de moda en los debates urbanos, también en Zaragoza. Parecía no ser un asunto controvertido, pero ahora vuelve a ser tendencia al calor de las teorías de la conspiración.

Solo hay que echar un vistazo a las redes sociales para ver que hay discusión. La polémica empieza en Oxford, una ciudad en la que se quieren introducir medidas del control del tráfico muy parecidas a las zonas de bajas emisiones que se proyectan en Zaragoza y las grandes ciudades españolas. Las cámaras que precisan estos sistemas han sido también un acelerante para la desinformación. La controversia se extendió a Edmonton (Canadá) donde ha habido protestas por este tipo de medidas. Y no tardó en convertirse en una teoría de la conspiración que empezó a recorrer el mundo.

La llama de los bulos prendió rápido y partidos y opinadores ultraconservadores cogieron la bandera de la lucha contra las ciudades de 15 minutos, que describen como una distopía: la película Los Juegos del Hambre, los campos de concentración nazis, la última maniobra del comunismo internacional han sido algunos de las gruesas comparaciones que ha recibido este modelo de urbanismo amable. 

También en España, donde medios de extrema derecha han extendido la idea de que tener los servicios a mano es propiciar guetos de delincuencia pensados para favorecer el control social con cámaras, barreras entre barrios y confinamientos. “Ingeniería social marxista”, ha llegado a decir un reconocido columnista. Ante esto, expertos en urbanismo como Pedro Torrijos o Antonio Giraldo han defendido en las redes sociales este modelo urbano, del que muchas zonas de Zaragoza son un ejemplo

"Es delirante el discurso de algunas personas sobre la ciudad de 15 minutos, diciendo poco menos que segregación clasista, cuando sencillamente es reclamar servicios y dotaciones básicas cotidianas cerca de tu casa. Y, en la medida de lo posible, usos mixtos. El barrio, de toda la vida", escribe Giraldo en Twitter.

Zaragoza, ciudad de 15 minutos
Zaragoza, ciudad de 15 minutos
H. A.

La propia Universidad de Zaragoza ha analizado en qué medida la ciudad cumple los requisitos de la ciudad de 15 minutos. Según un estudio publicado el año pasado, aproximadamente la mitad de los zaragozanos (el 53%) viven en una zona de la ciudad que responde a esos parámetros: la zona centro, el primer ensanche, el Arrabal, parte del Actur y algunas zonas de barrios tradicionales como San José, Las Fuentes, Torrero, Universidad o Las Delicias. Eso sí, la máxima calificación posible solo la consiguen un 0,8% de los zaragozanos, que son los que viven en algunas manzanas del paseo de la Independencia, el Arrabal o el Casco Histórico.

Ese estudio reveló que la ciudad se aleja de los 15 minutos en los barrios periféricos, como Arcosur, Parque Goya o Parque Venecia. El autor del estudio, el geógrafo Nacho Quílez, defiende el modelo, dado que “quiere responder a los problemas de las urbes superpobladas, que colapsan los desplazamientos”

“El objetivo es que la ciudad sea lo más cómoda posible. Si tienes todo más cerca, tu vida es más fácil y puedes dedicar más tiempo a lo que tu decidas”, explicó también la profesora de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza, María Zúñiga.

No parece por tanto que las ciudades de 15 minutos supongan un desafío a la libertad. Y más cuando grandes urbes como Zaragoza quieren convertirse climáticamente neutras, que pretenden disminuir el tráfico privado en coche para favorecer los itinerarios peatonales, el transporte público, las energías renovables y los vehículos no contaminantes. El futuro de las ciudades, en definitiva.

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