urbanismo

¿Es Zaragoza una ciudad de los 15 minutos?

Un trabajo de la Universidad de Zaragoza concluye que el 53% de los zaragozanos puede cubrir sus necesidades básicas a menos de un cuarto de hora a pie o en bicicleta.

La ciudad de los 15 minutos, en Zaragoza.
La ciudad de los 15 minutos, en Zaragoza.
Heraldo

¿Cuánto tarda un vecino de Zaragoza en ir al trabajo andando o en bicicleta? ¿A qué distancia tiene un parque, un colegio, un supermercado o un centro de salud? Anne Hidalgo fue reelegida hace dos años como alcaldesa de París con un nuevo modelo urbano en su programa electoral. Lo bautizó como la ciudad ‘de los 15 minutos’, y pretendía que todos los ciudadanos tuvieran todos los servicios esenciales para el día a día a menos de un cuarto de hora andando de sus hogares.

Ahora, un trabajo de la Universidad de Zaragoza ha querido analizar si la capital aragonesa puede ser considerada una urbe de este tipo. Sus conclusiones hablan de que aproximadamente la mitad de los zaragozanos (concretamente el 53%) viven en una zona que responde a buena parte de estos parámetros. El mapa de ‘los barrios de los 15 minutos’ es claramente concéntrico, con buenos datos en la zona centro, el ‘primer ensanche’, el Arrabal, parte del Actur y algunas zonas de los barrios tradicionales. La ciudad se vuelve menos amable conforme se adentra en sus áreas de expansión, y nuevos barrios como Arcosur, Valdespartera, Parque Goya o Parque Venecia presentan los peores índices.

El estudio lo ha redactado el geógrafo zaragozano Nacho Quílez, bajo la dirección de la profesora de Geografía y Ordenación del Territorio María Zúñiga y la colaboración de Carmen Bentué y María Sebastián. “El modelo de las ciudades de los 15 minutos quiere responder a los problemas de las urbes superpobladas, que se colapsan por los desplazamientos”, apunta Quílez. “El objetivo es lograr que la ciudad sea lo más cómoda posible. Si tienes todo más cerca, tu vida es un poco más fácil y puedes dedicar el tiempo a lo que tú decidas”, sintetiza Zúñiga.

Desde hace varias décadas, las ciudades han tendido a un crecimiento disperso, más parecido al de los grandes desarrollos urbanos de Estados Unidos. Es decir, con barrios dormitorio alejados del centro de las ciudades y sin apenas servicios en su interior. La pandemia y sus confinamientos han vuelto a situar en el centro del debate este modelo. “Hay que repensar la manera en la que vivimos la ciudad”, sostiene Quílez, quien defiende un “cambio de paradigma”.

Para estudiar si Zaragoza es o no una urbe ‘del cuarto de hora’, se han estudiado la compacidad de los barrios (lo compactos o dispersos que son), su complejidad (los diferentes usos que albergan en su interior) y su accesibilidad (lo cerca que están los centros de las viviendas).

Cuando se cruzan todos los datos, y se tiene en cuenta el número de personas que vive en cada zona, el estudio concluye que 53% de los zaragozanos tienen unos buenos parámetros. La máxima valoración posible solo la alcanzan el 0,8% de los vecinos de la ciudad, que son los que viven en algunas manzanas del entorno del paseo de la Independencia, el Casco Histórico o el Arrabal. Sin llegar a este tope, presentan índices de ‘ciudad de los 15 minutos’ amplias zonas de la almendra central de la ciudad, del primer ensanche, del Actur y de barrios tradicionales como Las Fuentes, San José, Torrero, Universidad, Las Delicias o La Almozara. “El mapa refleja una clara centralidad, sobre todo en las zonas que tienen más calles peatonales y edificaciones no muy altas”, apunta el autor del estudio.

Los peores datos se dan en el Distrito Sur (Valdespartera, Arcosur, Montecanal, Rosales del Canal…), en las franjas de la orla este más cercanas al Tercer Cinturón, en Parque Venecia, en la avenida de Cataluña, en Parque Goya, en Miralbueno“Los nuevos desarrollos no se han hecho con esta visión”, apunta Zúñiga. A su juicio, estos nuevos barrios se tendrían que haber ideado no pensando solo “en crecer en espacio”, sino también en enriquecer “la complejidad” de los barrios, es decir, los distintos usos que albergan. “Si un barrio es solo residencial o es solo de oficinas, al final hay muchas horas del día que no tiene actividad. Si tiene usos variados, pasa más tiempo ocupado y se generan dinámicas mucho más interesantes”, añade la directora del trabajo.

“No es lo mismo una manzana que tenga solo viviendas y que ni siquiera tenga bajos comerciales, como pasa en buena parte de Valdespartera, que una que tenga un supermercado, un colegio enfrente o un teatro”, suscribe Quílez. A su juicio, “desde principios de siglo vamos hacia ciudades dispersas. Aumentamos las periferias, cuando lo que hay que hacer es afianzar el urbanismo de lo que ya está construido. Y las nuevas zonas, dotarlas de servicios adecuados en función de la población que tienen”, sentencia.

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