¿Cuáles son los barrios de Zaragoza en los que más frío se pasa?

Aunque no existen mapas térmicos oficiales del frío en la ciudad, las áreas más altas y expuestas al cierzo sufren la peor sensación térmica estos días.

¿Cuáles son los barrios y las zonas más frías de Zaragoza?
¿Cuáles son los barrios y las zonas más frías de Zaragoza?
K. Urresti

El calor en Zaragoza está estudiado por activa y por pasiva. Existen mapas térmicos en los que se demuestra cómo, en pleno agosto, la temperatura puede variar hasta cuatro y cinco grados de un distrito a otro. El frío, sin embargo, está menos radiografiado, acaso porque no suelen darse episodios de temperaturas gélidas extremas a orillas del Ebro. “No se han elaborado mapas térmicos de frío de la ciudad porque los días de intenso frío son muchos menos al año que los de calor”, explican desde el Ayuntamiento, donde aclaran -no obstante- que sí hay planes específicos de Protección Civil que se activan con diferentes umbrales de frío para proteger a las personas más vulnerables.

Enero es siempre el mes más frío del año en Zaragoza. Echando un ojo a los registros medios desde el año 1971 se comprueba cómo en enero la temperatura mínima media es de 2,8 grados por los 3,8 de diciembre o los 3,9 de febrero. Este año no está siendo una excepción pues aunque llevamos una semana de ‘obligatorio gorro y bufanda’, los termómetros no están mostrando anomalías reseñables. Otra cosa es que estos sean días también en los que azota mucho el cierzo y eso puede hacer que la sensación térmica se reduzca 6 u 8 grados: se puede estar a 2 grados en la calle pero el desagradable efecto del viento para el intrépido viandante es de unos -5.

Según los expertos, varios factores se combinan a la hora de delimitar las zonas más frías de la ciudad: por un lado habría que contar con las diferencias de altura (hasta 90 metros) de los distintos barrios; por otro, tendría que evaluarse también la densidad de edificación y otros parámetros que influyen mucho en las islas de calor (aquí, a la inversa) y, por descontado, debería valorarse también qué zonas están más expuestas al viento. Según los estudios de los ‘Patrones temporales y espaciales de la temperatura urbana de Zaragoza’, las grandes avenidas, especialmente las que tienen orientación noroeste, y los grandes espacios abiertos son los que quedan más al albur de la fuerza del viento. En este sentido, podría citarse que La Almozara, el Actur y Torrero (el barrio a más altura) son los barrios que más sufren los embates del cierzo, si bien Valdespartera, Montecanal, Rosales, Valdefierro o el desprotegido barrio del AVE también sufren cuando soplan rachas de más de 70 kilómetros hora.

Las jornadas con temperaturas por debajo de 0 grados se han reducido a la mitad desde 1960: antes eran 26 días en invierno, ahora son 13

“La topografía es el factor más influyente en el reparto de las temperaturas. Zonas como La Paz-Torrero o el barrio de San Gregorio están 100 metros más altas que las zonas próximas a la ribera del Ebro y siempre son más frescas, tanto en verano como en invierno”, explica desde la Agenda 21 del Ayuntamiento. “La influencia de la topografía va unida en Zaragoza a la distancia a los ríos principales, Ebro y Gállego, pues la altitud aumenta conforme nos alejamos del ríos”. El jefe de Bomberos de Zaragoza, Eduardo Sánchez, recuerda que con Filomena aquellas diferencias de altura se evidenciaron con claridad: “En tales circunstancias te das cuenta de que existe una parte alta y una zona baja de la ciudad. Aunque sean diferencias de 50 metros de altura, en Torrero o Ruiseñores nevó copiosamente y heló muy rápido, mientras que en la parte de la ribera no se dejó notar tanto: en unos sitios cuajó mucho y en otros la nieve era casi líquida”, explica sobre la gran nevada que cambió los protocolos.

La ecuación parece sencilla: las temperaturas más bajas se dan donde hay menor densidad de edificación y más zonas verdes, por lo que el Centro, el Casco Histórico o Las Fuentes serían los mejores lugares para plantar cara al frío. No obstante, algunas de sus esquinas son muy traidoras y una bofetada de viento helado puede sorprender en Sagasta, el Camino de las Torres o Salvador Minguijón. “Por la proximidad al Ebro y al Gállego, el norte de la ciudad suele más fresco”, apuntan los técnicos de Medio Ambiente, lo que hace, por ejemplo, de Juslibol un buen refugio para el verano pero casi un enemigo (cuevas mediante) en invierno. Lo mismo sucede en zonas “donde castiga el ambiente seco” de Santa Isabel o el eje de la carretera de Castellón, así como Movera o San Gregorio. Las temperaturas descienden progresivamente conforme uno se aleja del centro y en el entorno de Montecanal o los montes de Torrero (así como el parque Grande y el del Tío Jorge) hay bastante humedad, según la red de sensores termohigrométricos que se instaló en 2015.

Un torbellino de hojas secas provocados por el fuerte viento.
Un torbellino de hojas secas provocados por el fuerte viento.
José Miguel Marco

Un 10% más de consumo eléctrico

Una derivada interesante que podría analizarse es si son los barrios ‘más fríos’ los que más consumo energético presentan estos días o si, en realidad, poner al máximo la calefacción depende más del nivel de renta o del grado de climatización de los hogares que del descenso del mercurio en uno u otro distrito. “Tenemos comprobado que en las olas de frío la demanda puede crecer entorno a un 10%, pero hay muchos factores que contribuyen a este alza y la ubicación de los barrios no es uno de ellos”, explican desde Endesa. “El consumo eléctrico depende en parte de las temperaturas, pero está más condicionado por la actividad industrial. Así, apenas el 25% del mismo sería atribuible al consumo residencial y otro 25% al comercial”, explican, poniendo el acento en que estos dos sectores sí son sensibles al efecto de las temperaturas. Según Lorenzo del Pozo, portavoz de la compañía, la punta de potencia en los últimos días se está situando en torno a los 1.350 megavatios y “en las mismas circunstancias de frío es curioso que se produce más consumo los martes, miércoles y jueves”. Los fines de semana estas cifras bajan (lo que es atribuible al parón industrial) y las horas habituales de más demanda llegan en torno a las 13.00 y a las 18.00 “por los hábitos cotidianos de la gente”.

El frío de estos días responde a “la llegada de aire polar asociada a los grandes anticiclones fríos y secos del norte de Europa y a la presencia de bajas presiones en el Mediterráneo occidental, que voltean masas de aire heladas”, explican desde Aemet, donde inciden en que atravesamos días “moderadamente fríos”, acentuados por una más “sensación térmica”. Si solo la topografía influyera en las temperaturas de los barrios, Parque Venecia (260 metros de altitud), Montecanal (unos 255) y Torrero (243) serían los más sufridores, pero “hay otros elementos como la densidad de construcción, la vegetación o la reflectividad de los materiales que provocan ‘disimetría’, esto es, diferencias de grados) entre distritos”, explican fuentes municipales, donde recuerda la importancia del frío también para la planificación urbanística.

Con temperaturas bajo cero se ha llegado a helar el agua de algunas fuentes.
Con temperaturas bajo cero se ha llegado a helar el agua de algunas fuentes.
Heraldo

El clima de Zaragoza es mediterráneo y con marcada influencia continental: esto se manifiesta en la notable diferencia entre un invierno frío, con temperaturas medias en enero de 6,6 ºC, y un verano cálido, en el que los valores del mes de julio se sitúan en 24,9 ºC. “En invierno no son extraños los días de helada o momentos en los que el termómetro se aproxima a los cero grados”, dicen los meteorólogos, que -no obstante- señalan también cómo en los últimos 25 años la temperatura media anual ha aumentado más de 1,3 grados en la ciudad. Este dato, consecuencia del cambio climático, tiene su reflejo también en invierno: en Zaragoza las heladas (jornadas con temperaturas por debajo de 0 grados) se han reducido a la mitad desde el año 1960. Si hace seis décadas se baja de aquel umbral hasta 26 días en invierno, ahora apenas son 13. 

“Cada vez el frío es menos acusado y las jornadas con temperaturas gélidas se han reducido a la mitad. Aunque hubo episodios contumaces en 2005 o 2021, su frecuencia ha disminuido y su intensidad queda lejos de las fuertes y rigurosas heladas que sufrió Zaragoza los años 1901, 1946 o 1956”, cuentan desde Aemet. El hecho de que actualmente no existan planes en salud específicos frente al frío, similares a los existentes frente al calor, quizá sea también atribuible a que las olas de calor causan mucha más mortalidad que las de frío. Según un estudio de la Unidad de Referencia de Cambio Climático de la Universidad Carlos III, la mortalidad atribuible al calor en España es, de media, unas 1.300 muertes al año. La del frío se queda en unas 1.050 muertes anuales.

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