Dos años de Filomena: la gran nevada que cambió los protocolos

Los servicios de Protección Civil se han reforzado para este tipo de episodios, que evidencian -incluso- la diferencia de altura entre los barrios de Zaragoza.

La plaza del Pilar lucía cubierta de nieve en enero de 2021.
La plaza del Pilar lucía cubierta de nieve en enero de 2021.
José Miguel Marco

Enero es en España el mes más frío del año. La temperatura media ronda los 8,4 grados y desciende aún mucho más cuando se producen fenómenos meteorológicos como borrascas o anticiclones. Aunque los termómetros han bajado estos días, el inicio de 2023 no augura muchas complicaciones para los servicios de Emergencias y de Protección Civil que hace justo ahora dos años tuvieron que enfrentarse al abrupto e insólito temporal de Filomena que llenó de nieve las calles. ¿Qué se ha aprendido de aquel episodio? ¿Estamos ahora mejor preparados que entonces?

“En estos dos años se ha confeccionado una nueva sala de crisis, se han comprado máquinas quitanieves, hay nuevas cámaras para los vehículos y se ha diseñado un nuevo plan de Protección Civil donde se evalúan los riesgos de la ciudad”, explican desde el Ayuntamiento de Zaragoza. La tarde del 8 de enero de 2021, cuando los copos comenzaron a caer en la ciudad, se tenía constancia de que la nevada iba a llegar (el caos de Madrid la precedió) pero hubo que luchar con medio más limitados contra calzadas impracticables y restos de nieve que, cual icebergs, se iban acumulando en las aceras.

El 112 registró 2.300 llamadas en 24 horas
y en los hospitales no dejaron de atender luxaciones por los resbalones en el hielo

“La prioridad fue limpiar de inmediato y dejar expeditas algunas de las rutas principales que conducen a hospitales y colegios o las carreteras secundarias que utilizan algunos autobuses”, explica Eduardo Sánchez, jefe de los Bomberos de Zaragoza, que recuerda cómo aquellos días se apreciaban con facilidad las sutiles diferencias de altura en el entramado urbano. “Es curioso cómo en tales circunstancias te das cuenta de que existe una parte alta y una zona baja de la ciudad. Aunque sean diferencias de 15 o 50 metros de altura, en Torrero o Ruiseñores nevó copiosamente y heló muy rápido, mientras que en la parte de la ribera no se dejó notar tanto: en unos sitios cuajó mucho y en otros la nieve era casi líquida”, explica Sánchez.

A raíz de Filomena se diseñó un nuevo plan de Protección Civil, que tras recibir los avales necesarios fue aprobado en enero de 2022. En este protocolo se incorporan las nuevas tecnologías y un mapa interactivo que actualiza la información a tiempo real para conocer el estado de la emergencia permite trabajar con más antelación y minimizar los daños. “No sólo es útil en casos como nevadas sorpresivas sino también en otros más habituales como lluvias intensas, rachas de viento fuerte o, sobre todo, las avenidas del Ebro, explican desde el Consistorio, cuya nueva herramienta ‘clasifica’ las amenazas para la ciudad y el nivel de riesgo con un código de colores. “Es cierto que en el nivel de amenaza más bajo se encuentran las borrascas de nieve, y se valoran no tanto por su escasa periodicidad, sino por las grandes afecciones que provocan para la seguridad de los vecinos”, explican.

“Si aquella nevada hubiera caído en Teruel o Jaca no habría habido apenas problemas, pero Zaragoza no es una ciudad habituada a estos fenómenos”, comenta Sánchez, que explica cómo ya con Filomena se puso en marcha una aplicación con un mapa que iba incorporando información conforme entraban notificaciones de incidencias. Así, esta radiografía servirá de base cuando se produzca otro suceso parecido en la ciudad para anticiparse a los problemas. Se trata de una secuenciación de lo ya experimentado, que permite tomar decisiones más rápidamente en la reunión de las salas de crisis, donde -también desde 2021- la persona que representa cada servicio tiene capacidad de decisión para resolver en el momento.

En el citado mapa, en función del histórico de la ciudad, aparecen marcados todos los sitios donde hubo incidencias, que no fueron pocas pues aquellos día de hace ahora dos años los teléfonos de emergencias batieron todos los récords: el 9 de enero de 2021, en medio de la borrasca, el 112 alcanzó su valor máximo histórico en un único día: 2.294 llamadas.

Para dar respuesta, entonces hubo incluso que echar mano de palas porque no había máquinas quitanieves suficientes, pero parece que a día de hoy se ha puesto remedio. No sólo los Bomberos cuentan con tres nuevas ‘pick up’ muy resolutivas para estos casos, sino que incluso la contrata de limpieza recién licitada incluye más medios materiales con ingenios quitanieves para ‘enganchar’ en camiones y en sus todoterrenos. No obstante, eso no quita para que la nieve acumulada sea tozuda y persistente y, como sucedió en 2021, es probable que eliminar su rastro lleve varios días pues las complicaciones son muchas y la casuística de cada vial también es variada. 

Las aceras se limpiaban con agua a presión pero solo si la temperatura era superior a 3 grados 

Recuerdan los operarios que se priorizó el quitar el hielo en las aceras con agua a presión pero esa medida sólo podía aplicarse cuando las temperaturas eran superiores a los 3 grados porque de lo contrario era peor el remedio que la enfermedad. A posteriori se aplicaba sal sobre el pavimento para tratar de evitar que se generaran nuevas placas de hielo. Esta maniobra solía hacerse de 12.00 a 16.00, cuando el mercurio daba una tregua y permitía actuar sin excesivo problema, aunque los operarios debían ser perseverantes: “El trabajo en las aceras era muy reiterativo: la calzada estaba mojada, el tráfico despedía gotas que se volvían a congelar y era necesario volver a retirar el hielo. Esto pasaba mucho, por ejemplo, en las paradas de autobús”, rememoran.

Las estampas de niños haciendo muñecos de nieve o de esquiadores en la ribera a la altura de Helios se antojaban idílicas, pero escondían también una realidad menos amable como la de las Urgencias repletas de usuarios por caídas, golpes derivados de los resbalones y luxaciones varias. En apenas cuatro horas el Servet atendió a más de 50 personas y el Clínico a una veintena, muchas de ellas con roturas de muñeca, esguinces, contusiones o luxaciones de hombro. “Siempre llamamos a la prudencia y en aquel momento se insistió mucho a las personas mayores en que, si no era necesario, no salieran de casa. Muchos, claro, no se conformaban con ver la nevada en la tela...”, recuerdan los sanitarios. 

Los esquís y los trineos no parecen muy propios de la ribera del Ebro.
Los esquís y los trineos no parecen muy propios de la ribera del Ebro.
Guillermo Mestre

Aunque la situación en Zaragoza distó mucho de ser caótica, cuatro y cinco días después de la gran nevada aún había rutas afectadas y centros de trabajo a medio gas. La nieve hundió la techumbre de un pabellón de la Feria y su peso en las cornisas causó numerosos desprendimientos en Zaragoza como en el colegio Don Bosco o en un concesionario de Santa Fe. Los parques permanecieron varias horas cerrados y la malla básica de circulación, de más de 800 kilómetros, apenas sufrió cortes puntuales. 

El jefe de los Bomberos recuerda cómo “sabíamos que la borrasca venía hacia aquí” y eso permitió minimizar las incidencias. “En una reunión, ‘atornillamos’ al responsable de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Rafael Requena, para que nos dijera en qué momento exacto comenzaría a nevar en Zaragoza. Él dijo que se esperaba la precipitación para la segunda parte del partido que esa misma tarde se disputaba en La Romareda (un Zaragoza-Logroñés). Aunque en un principio puede parecer un dato frívolo o poco serio, efectivamente, fue dar inicio la segunda parte y aparecieron los primeros copos”, comenta Sánchez.

Las altas temperaturas de Navidad pueden provocar fenómenos de floración temprana

De momento, los servicios de Aemet no prevén un enero de 2023 complicado, por más que esta semana haya bancos de niebla y estén bajando las temperaturas. Rubén del Campo, uno de sus portavoces, explica que -de hecho- se ha vivido una Navidad con un clima primaveral en pleno invierno. Hace dos años en Aemet no dejaban de atender llamadas por las colosales nevadas y fríos extremos de Filomena, y estos días lo hace por todo lo contrario. El primer día del año varias ciudades españolas alcanzaron su récord de temperatura máxima para un mes de enero. A la cabeza de Europa, Bilbao, con 25,1 grados, un registro propio de julio. En Zaragoza ese día se alcanzaron los 13,6, en Teruel los 16,6, mientras que en Daroca se superaron los 17,8. 

Estas temperaturas tan altas, que pueden parecer agradables y en las que no hay que utilizar tanto la calefacción en un momento en que los precios de las energía están muy elevados, “pueden verse como algo positivo, pero nuestros ecosistemas naturales están adaptados al frío del invierno, y que no haga el frío habitual tiene también consecuencias en materia de floración a destiempo”, explica Del Campo. 

“A partir del día 2 ya se ha producido una bajada de las temperaturas con algunas heladas nocturnas, pero no dejan de ser valores típicos de esta época del año. Tampoco vamos a hablar de un frío excesivo, ¡ni mucho menos! Y nieve, de momento, no se ve”. Salvo este domingo, que hizo acto de presencia en el Pirineo tras un mes de sequía. Según Aemet, el pronóstico para estos tres meses nos habla de un invierno de temperaturas por encima de lo normal y la peor prueba de la ausencia de nevadas se da en el Pirineo: a un altitud de 1.500 metros se ha pasado de unos 80 días de nieve de hace unas décadas a unos 65 en la actualidad.

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