barrios de Zaragoza

La Mar de Dulce, la primera pastelería artesana de Rosales del Canal cumple 15 años

Con obrador propio y productos personalizados, fue un negocio pionero en uno de los barrios más jóvenes de Zaragoza. Lo abrió Ecaterina Cebanu y ahora son sus hijos, Nico y Ana, quienes están al frente.

Ana y Nico Cebanu, en su pastelería de Rosales del Canal, donde se hacen tartas personalizadas y, ahora, con motivos navideños.
Ana y Nico Cebanu, en su pastelería de Rosales del Canal, donde se hacen tartas personalizadas y, ahora, con motivos navideños.
H. A.

Corría el año 2007 y el barrio zaragozano de Rosales del Canal estaba en pleno crecimiento. Ecaterina Cebanu trabajaba por aquel entonces en una franquicia de panadería y pastelería en el cercano Montecanal pero en su mente siempre estaba el proyecto de abrir su propio negocio. Anteriormente, vivía con su familia en Tudela, donde trabajó también en el sector, una carrera profesional que continuó cuando se mudaron a la capital aragonesa.

Esta emprendedora vio en Rosales la oportunidad perfecta para montar su propia pastelería. “Era un barrio nuevo con posibilidades”, explica su hijo, Nico Cebanu. Ahora son él y su hermana Ana quienes están al frente del establecimiento, mientras que su madre está en otro abierto posteriormente en Salvador Allende. Reconocen que, al principio, costó levantar el negocio pero, poco a poco, fue creciendo, conforme lo hacía el barrio. Ahora, en la panadería de Rosales hay siete personas trabajando y en la otra, cinco.

Tienen obrador propio y su producto estrella son las tartas personalizadas, tanto para cumpleaños infantiles o de adultos, como para despedidas de soltero o para cualquier ocasión especial. Estas se piden por encargo y se intentan tener prácticamente de un día para otro. “Intentamos no tener que decirle a ningún cliente que no”, matiza Nico. Además, las opciones son infinitas. “Hacemos tartas con el nombre, camisetas de fútbol, dibujos animados, unicornios, Pokémon... Prácticamente todo lo que se encuentre por internet, si nos traen la foto, lo hacemos”, añade.

El trabajo en el obrador lo hace más su hermana Ana, que ha aprendido de su madre la tradición repostera. Nico, por su parte, está, como él mismo dice, “de apagafuegos”. “Hago facturas, reparto encargos, trabajo en el obrador, atiendo al público… Lo que haga falta”. Ambos salieron de Zaragoza durante una temporada para trabajar de cara al público en Barcelona, una experiencia que, aseguran, les enriqueció y ayudó a ganar destrezas en este sentido.

Cuando su madre abrió el primer La Mar de Dulce, hace ya 15 años, en Rosales del Canal había otra tienda pequeña donde se vendían dulces, pan y bollería, pero no tenía obrador. Con la llegada de esta familia, en el barrio se podía, por fin, comprar pasteles hechos de forma artesanal allí mismo. “Años después, abrieron otros dos negocios similares, uno de ellos con obrador, pero ambos tuvieron que cerrar”, apunta Nico. Así, la suya sigue siendo la única pastelería casera y los vecinos lo valoran. “Vienen no solo del barrio sino de todo el Distrito Sur porque nos hemos ido dando a conocer. Son sobre todo familias con niños pero también parejas o personas mayores”.

La Mar de Dulce abre todos los días del año, de ocho de la mañana a nueve de la noche, a excepción de fechas señaladas, como Navidad o Año Nuevo, cuando su horario se acorta. Aun así, sus puertas están abiertas un rato por la mañana. También venden pan, aunque no lo elaboran ellos, sino que lo traen de otro obrador. “Nos gustaría en un futuro poder hacer también nuestro propio pan, pero de momento no lo hacemos”, señala Nico. Actualmente tiene 28 años y hace diez que empezó a ayudar en la pastelería que fundó su madre. Su hermana tiene 31 y también lleva desde los 18 atendiendo a los clientes detrás del mostrador. Fue con la pandemia cuando estos hermanos decidieron echar raíces y quedarse de forma permanente al cargo del negocio de Rosales.

Se les puede encontrar en la calle Ludwig van Beethoven, 46, esquina con Isaac Albéniz, en la zona más comercial del barrio. Desde allí han sido testigos de cómo, en estos años, la mayoría de negocios de su alrededor, sobre todo bares, han ido cambiando de dueños y traspasándose. “De cuando nosotros abrimos, solo se mantiene uno de ellos con el mismo propietario”, comenta Nico. La Mar de Dulce forma ya parte del barrio y, desde que ocupa esta esquina, los vecinos de todo el Distrito Sur de Zaragoza disfrutan de celebraciones mucho más dulces y personalizadas. 

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