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Sushi al peso en una franquicia que llega desde Ucrania: "Los refugiados están agradecidos con las ayudas pero quieren participar"

Acaba de abrir sus puertas Sushi 3303, de comida japonesa con una plantilla formada por refugiadas. "Para ellas, este empleo es todo. Me gustaría dar buena comida y trabajo a más personas", dice su dueño, Yuri Isayev.

De izquierda a derecha, Yuri Isayev, Victoria Shkuropat, Natalia Symonenko, Olga Merkulova y Luba Svitlytsya, en el nuevo Sushi 3303 en Zaragoza
De izquierda a derecha, Yuri Isayev, Victoria Shkuropat, Natalia Symonenko, Olga Merkulova y Luba Svitlytsya, en el nuevo Sushi 3303 en Zaragoza
Francisco Jiménez

Yuri Isayev, dueño de la tienda de alimentación internacional Kozak en Zaragoza, es uno de los muchos ucranianos afincados en Aragón volcados con sus compatriotas desde que Rusia invadió su país, camino de un año. Desde entonces ha adelgazado 19 kilos y no porque se haya puesto a régimen. "Son muchas emociones; días sin poder comer y dormir... Gracias a Dios toda mi familia está bien, pero he perdido a amigos de la juventud (asesinados por tropas rusas en plena calle)", cuenta sin poder evitar las lágrimas.

Desde el inicio de la guerra, su establecimiento fue punto de recogida de ayuda humanitaria (llegó a llenar 24 camiones con ropa, comida y medicamentos, entre otros artículos) y ahora se ha embarcado en la aventura empresarial de abrir Sushi 3303 (en la calle de Domingo Ram, 82), una franquicia de comida japonesa al peso muy conocida en Ucrania. "He adquirido los derechos para usar esta marca en España; se trata de comida para llevar. Me gusta mucho el sushi y siempre como con ella cuando he ido a mi país; hacen muy buenos platos mezclando muchos productos diferentes. Y por poco dinero puedes comprar mucha cantidad", afirma.

La nueva 'dark kitchen' dispone de tres cocinas repartidas en los 120 metros cuadrados con los que cuenta el local. La comida se hace al instante (una vez encargada) y tienen una gran oferta (entre 60 y 80 variedades de sushi, arroz, fideos, tempuras, etcétera). Según explica Yuri, lo que diferencia a este establecimiento de otros de Zaragoza especializados en este tipo de gastronomía es que ofrece "nuevos sabores (como sushi con eneldo o con caviar rojo, por poner dos ejemplos), un formato por peso y que se trata de algo exquisito". "Hasta ahora las reseñas que han aparecido en las redes han sido positivas. Siempre escuchamos a nuestros clientes y si no les gusta algo, hacemos cambios", indica.

Pero, este nuevo Sushi 3303 encierra algo más que trasciende la comida y el negocio: un deseo de ayudar a refugiados ucranianos en Aragón, ofreciéndoles trabajo como medio de integración y también de respaldo económico para las familias que han dejado atrás en Kiev. "Para ellas, este empleo es todo. Me gustaría dar buena comida y trabajo a más personas", apunta Yuri, que tiene previsto abrir en un futuro nuevos locales en Valencia, Alicante y Madrid.

De momento, la plantilla de Sushi 3303 está compuesta por 8 ucranianas (seis cocineras y dos operadoras). Victoria Shkuropat y Olga Merkulova, de 24 y 23 años, respectivamente, llegaron a Zaragoza el pasado octubre. Ambas trabajaban en la misma franquicia en la castigada ciudad de Zaporiyia y han venido a enseñar los procesos de elaboración de los platos. "Querían salir de la ciudad", advierte Yuri.

Victoria, jefa de cocina, hace un año que no ve a su familia al residir esta en un territorio ocupado por las tropas rusas. "Los últimos meses han bombardeado muchos edificios en Zaporiyia. Aquí tengo la oportunidad de trabajar y ayudar a mis allegados. Queremos aportar lo que sabemos, enseñar nuestros conocimientos, para que cuando regresemos a Ucrania el negocio continúe y florezca. Que eche raíces y al final crezca un árbol fuerte", afirma esta joven, quien reconoce emocionada que echa mucho de menos a los suyos.

A su lado, su amiga Olga -ayudante de cocina- también expresa su deseo de que el nuevo negocio tenga buena acogida, al tiempo que asegura estar "encantada" de vivir en la capital aragonesa. Por su parte, Natalia Symonenko, de 63 años y que ya trabajaba de cocinera en su país, valora el apoyo que han recibido en España, a donde llegó en marzo junto a su hija y su nieta. "Estamos agradecidas no, lo siguiente. Quiero ser útil y me encanta trabajar. Deseo que los españoles se enamoren de nuestra franquicia tanto como nosotros estamos de la cocina española", comenta.

Ninguna de las tres saben español y necesitan que Luba Svitlytsya, afincada en Aragón desde 2004 y recepcionista en Sushi 3303, les haga de traductora. "Este negocio va más allá de la comida japonesa; es un proyecto de solidaridad con los refugiados ucranianos. Están agradecidos a las ayudas que han recibido, pero quieren participar en la vida social de la ciudad. Cuando tienen trabajo se sienten mas realizados y útiles y pueden ayudar a la gente en Ucrania; muchos han perdido la casa y el trabajo", explica. En cuanto a la gastronomía que ofrecen, esta destaca que se trata de comida sana, muy rica y económica. "Quiero que triunfe, que sea a nivel de un McDonalds".

Junto a las ganas de éxito del nuevo negocio, todas ellas hacen hincapié en que la guerra termine para poder volver de nuevo a su país (salvo Luba, casada con un maño). De momento, en Sushi 3303 han hallado "un trocito" de su tierra, tal y como afirma Victoria. "Aquí podemos estar con otras compatriotas y nos apoyamos entre nosotras", concluye.

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