TODOS LOS SANTOS

“Llevo toda la noche cocinando la comida favorita de mi madre para ponerla en su altar”

Los mexicanos de Aragón celebran el Día de Muertos con altares en sus casas para recordar a sus seres queridos.

El Día de Muertos también en Zaragoza al más puro estilo mexicano. La comunidad de aquel país en la ciudad se une a la festividad de Todos los Santos con los altares típicos llenos de flores y comida que montan en sus casas para recordar a sus seres queridos. Jacqueline Bermúdez es mexicana y lleva 12 años viviendo en Zaragoza con su marido, soriano, y sus dos hijos. Hace seis años falleció su madre en Veracruz, el estado de México del que ella es natural, y desde entonces, cada día de Todos los Santos, Jacqueline levanta un gran altar del Día de Muertos en su domicilio para recordarla. 

“Es una forma de saber que está conmigo, que no se ha ido del todo”, dice esta mexicana afincada en Zaragoza. “Es un día de fiesta en el que celebramos que hemos vencido a la muerte”, explica Bermúdez. “Los mexicanos lo vivimos con mucha alegría e ilusión porque nuestros seres queridos regresan del inframundo para pasar unos días con su familia”, añade Jaqueline, que está estudiando un doctorado en derecho en la Universidad de Zaragoza. 

Altar del Día de los Muertos dedicado a la madre de Jacqueline Bermúdez.
Altar del Día de los Muertos dedicado a la madre de Jacqueline Bermúdez.
J.B.

Montar un altar de estas características cuesta mucho tiempo y esfuerzo. “Yo me pasé toda la noche de ayer en vela para montar el altar en recuerdo de mi madre. Se emplean muchas horas porque, además del montaje propiamente dicho, cocinamos su comida favorita. Para mi madre he hecho tamales y dulce de calabaza. También horneamos el pan de muerto, un pan con una masa especial hecha con esencia de azahar y vainilla que hay que trabajar durante cinco horas”, relata Bermúdez. 

Toda esa comida se sirve el día 31 de noviembre muy caliente, “humeante”, sobre las 12.30 en el altar, ya que es para los difuntos de la familia. “Tiene que estar muy caliente porque los muertos se alimentan del humo y del olor de la comida”, dice la mexicana. “Una media hora después, cuando ya se ha enfriado, nos la comemos en familia”, afirma Jacqueline. “Estos días hemos dispuesto una mesa muy cerca del altar y convivimos todos allí, comemos, contamos historias de mi madre, les hablo a mis hijos de su abuela y disfrutamos del día en familia”, relata la mexicana. “Celebramos que nuestros seres queridos nunca se han ido del todo y que solo mueren cuando se les olvida”, matiza.

Tipos de altares y elementos simbólicos

Hay dos tipos de altares. “Los que se montan para recordar a difuntos que no conoces, por ejemplo en hospitales, para ayudar a que esas almas lleguen al inframundo. Esos altares hay que ponerlos antes, del día 27 de octubre hasta el día 30”, explica Jacqueline Bermúdez. 

“Y los altares dedicados a tus seres queridos, que se deben de montar el día 31 de octubre, en los que se ponen las fotos de tus familiares además de una serie de elementos que no pueden faltar”, afirma esta mexicana. 

Tapiz de flores para el altar dedicado a la madre de Jacqueline Bermúdez
Tapiz de flores para el altar dedicado a la madre de Jacqueline Bermúdez
J.B.

Los altares del Día de Muertos llevan muchos elementos y cada uno tiene su significado y función. “Comenzamos haciendo un caminito de pétalos de flores cempasúchil, es una flor de México de color amarillo y naranja que en Zaragoza no encontramos. Nos las traen amigos que viajan a nuestro país o las recreamos con papel de colores”, matiza la mexicana. 

“Junto a esta alfombra de flores ponemos el copalero, una copa con una especie de resina que se quema a modo de incienso para dar un olor a bosque que impregna toda la casa”, continúa. “También ponemos la figura de un perro, el xoloitzcuintle, encargado de llevar las almas del inframundo a la tierra y de devolverlas después”, añade Bermúdez. 

La comida favorita de la madre de Jacqueline Bermúdez, dispuesta en el altar.
La comida favorita de la madre de Jacqueline Bermúdez, dispuesta en el altar.
J.B.

Una vez terminada esta primera fase, se comienza a montar el altar propiamente dicho, que consta de tres niveles. En el primero de ellos, el más cercano al suelo, se coloca un vaso de agua con sal que sirve para “purificar el alma del difunto al llegar a la casa”. “Yo coloco calaveritas de azúcar, dulces y velas, que deben de estar siempre encendidas para mostrar a nuestros seres queridos el camino”, continua la mexicana. 

En el segundo nivel “colocamos todo lo que a nuestro familiar más le gustaba”, dice Bermúdez, “en mi caso pongo tamales, dulce de calabaza, chocolate, fruta y mole porque a mi madre le encantaban los dulces”, recuerda.

Y en el último piso, el más alto, se colocan las fotos de los difuntos a los que se dedica el altar junto con un vaso de agua y una vela. Permanece así durante tres días en los que la familia desayuna, come y cena junto a este altar. “Comemos con nuestros seres queridos y el 3 de noviembre a medio día los difuntos regresan al inframundo”, explica la mexicana. “Para la despedida pongo música. La preferida de mi madre, que eran las rancheras”, señala Jacqueline Bermúdez.

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