Tormenta en Ateca y Moros: "La granizada vino en dos minutos mientras cogíamos las manzanas"

La tromba de agua y granizo dejó importantes daños en las pocas fincas agrícolas en producción en Ateca y Moros.

Fernando Júdez, fruticultor atecano de 29 años, explica que las afecciones todavía son incalculables, dado que el barro y las ramas cubren los ejemplares.
Fernando Júdez, fruticultor atecano de 29 años, explica que las afecciones todavía son incalculables, dado que el barro y las ramas cubren los ejemplares.
JMACIPE

"El río era todo, había agua por todos lados". En esa frase resume Fernando Júdez, fruticultor de Ateca de 29 años, cómo vivió la tormenta que azotó en la tarde del lunes parte del valle del Manubles: una tromba de agua de más de 30 litros por metro cuadrado, que barrió desde Villalengua hasta casi Terrer, y que en Ateca y Moros estuvo acompañada de granizo. En estas dos últimas localidades los agricultores, durante la jornada, todavía no habían podido evaluar el alcance total de las afecciones debido al estado de los caminos agrícolas y de las propias fincas.

En el caso de Júdez, en el paraje de Valdeza, este martes todavía era imposible andar debajo de los árboles, con varios centímetros de lodo inundándolo todo. "Hay mucha fruta que no se ve, porque está enterrada por el barro. Y la que queda en los árboles está machacada, hasta la que está un poco más tapada por las ramas. Pero es que hasta en la madera se aprecian los golpes", describe mientras examina algunos ejemplares con profundos daños. "En dos minutos cayeron bolas como esta piedra –como una moneda de dos euros- y en 12 dejó 30 litros", dice mientras sostiene el pluviómetro.

"De valer unos 40 céntimos, si el año iba bien, ahora serán ocho o nueve céntimos, si llega, y para zumo", explica sobre qué panorama se encontrará en el mercado. Con vistas a los próximos días, estima que "hasta que se pueda entrar a lo mejor pasa una semana, luego habrá que limpiar la broza hasta los ribazos…" y recuerda que "teníamos 13 palos (cajas) llenas y hasta la segunda capa lleva marcas". "Estábamos cogiendo y solo nos dio tiempo en irnos a los coches y uno a poco se lo lleva la corriente", señala.

Lo hace en dirección al barranco de la Ascensión, cauce que desemboca en el Manubles y que fue tan fotografiado durante la visita institucional de Pedro Sánchez a la zona tras el incendio de julio. "Es que ya no sé qué nos falta: las heladas de abril, el fuego y ahora esto. Y el problema no es solo el daño para esta cosecha, es que se ha cargado muchas yemas para el que viene", puntualiza. "Esto –recoge una manzana- ya no vale nada. Si con esto no dan el 100% de daños ya no sé qué tiene que pasar", lamenta.

Siguiendo la carretera A-1502, hacia Moros, todavía se apreciaban algunos restos de barro que la limpieza de los operarios de Conservación de Carretera del Gobierno de Aragón y la Diputación de Zaragoza no habían podido retirar en un trabajo continuo desde el mismo lunes por la noche. La fuerte intensidad de las precipitaciones unida a la falta de cobertura vegetal en algunas zonas propició desprendimientos de sedimentos que cortaron la vía durante algunas horas.

Ya en el casco urbano del propio Moros, donde en algunas calles todavía se acumulaba el granizo en las cunetas y persistía el olor a quemado, Manuel Morte se mostraba pesimista. "Después del varapalo del incendio, lo que menos podíamos esperar es que viniera una pedregada de estas dimensiones. Porque tormentas ha habido, pero esta ha sido devastadora. Ha destrozado la poca fruta que quedaba en las explotaciones que se habían salvado", detallaba con resignación.

"Hay gente, con carácter muy duro, que se ha derrumbado. Y es normal, porque es una detrás de otra, ya no de este año, de heladas y pedrisco de años anteriores", recuerda Morte. En la zona se apuraban las recogidas de la ciruela y el melocotón, con variedades tardías, y ya empezaban también con la manzana. "Hay alguna zona más tocada que otra, más cerca del pueblo, pero en general ha sido todo. Es un panorama desolador", califica el regidor desde la casa consistorial que estuvo cercada por las llamas hace dos meses.

También valora, como Júdez, afecciones en muchos caminos. Por su parte, ya han estado evaluando posibles daños desde la zona de su manantial ya que "ha levantado tubos y ya veremos si hay que cortarlos", afecciones a la línea de fibra óptica y también a muchas acequias que han quedado cegadas por el barro.

Las máquinas de la Diputación de Zaragoza continúan trabajando la mañana de este martes para terminar la limpieza de la carretera provincial CP-001
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