vive latino

Una cita llamada a dejar huella (mexicana) a orillas del Ebro

Ranillas se decora con calaveras artísticas y un cuadrilátero que ya espera a los luchadores enmascarados.

Uno de los bancos de Ranillas, especialmente decorado para la ocasión.
Uno de los bancos de Ranillas, especialmente decorado para la ocasión.
Toni Galán

Anoche ya se produjeron los primeros ‘avistamientos’. Algunos de los artistas que animan el Vive Latino ya se encuentran en la ciudad –la mayoría se hospedan en el Híberus de Ranillas– y los aficionados están a la caza de sus autógrafos. El festival es, sin duda, una cita largamente acariciada –hay espectadores que atesoran la entrada desde hace más de dos años– y está llamado a dejar huella en toda la ciudad. Los hoteles del entorno de Ranillas han colgado el cartel de ‘completo’ y en muchos otros barrios la demanda roza el 90%, según las estimaciones de Horeca.

Entre el centenar de periodistas acreditados hay varios medios internacionales –sobre todo, mexicanos–, y en el Palacio de Congresos ya se ha habilitado un pequeño ‘photocall’ para los artistas, que a lo largo de esta mañana se irán turnando para hacer las pruebas de sonido en los tres escenarios del recinto. Allí se augura también tiempos de récord en el cambio de ‘backline’, dado que entre un concierto y otro los técnicos apenas dispondrán de 50 minutos para los cambios.

Arte, golpes y gastronomía

Al margen de lo estrictamente musical, la organización lleva días preparando otro tipo de actividades para dar animación al recinto. Tres días lleva montado ya el cuadrilátero que enfrentará a aguerridos luchadores en una representación lúdica entre el bien y el mal. Desde su edición de 2019 Vive Latino mexicano cuenta con su propio campeonato de lucha libre, que también se ha trasladado a orillas del Ebro. Se prevén, al menos, cuatro momentos en los que los golpes y los saltos acrobático harán vibrar al público.

Estos días también se ha podido ver por Ranillas cómo se instalaban unos ‘mexicráneos’, que no son sino unas piezas artísticas que evocan a los singulares rituales y simbolismos mexicanos en torno a la muerte. Las coloridas tibias, los húmeros y las calaveras invitan a «renovarse y transformarse» –explican los organizadores– y sirven también para «unir el México prehispánico con el moderno».

Para reponer fuerzas sabido es que el Vive Latino cuenta con puestos de comida mexicana, peruana, sandwichería, hamburguesas gourmet, caseta de especialidades de café, tequilería... Y, también, con ocho ‘food trucks’ en las que no faltarán las arepas venezolanas, los bocadillos ni las pizzas. Como curiosidad puede añadirse que también hay servicio de consigna en dos puntos del festival y uno de ellos con recarga de móviles. Ya se sabe, lo propio de un festival del siglo XXI...

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