Nuevo estadio

El Ayuntamiento de Zaragoza quiere que la nueva Romareda esté en obras en 2024 y se inaugure en 2028

PP-Cs descarta recuperar el diseño de Lamela y prevé impulsar un proyecto propio con la colaboración del club.

El nuevo estadio ampliará su capacidad desde las 33.600 localidades de la actual Romareda a las 42.500 que exige la FIFA para ser sede del Mundial
El nuevo estadio ampliará su capacidad desde las 33.600 localidades de la actual Romareda a las 42.500 que exige la FIFA para ser sede del Mundial
José Miguel Marco

El nuevo campo de fútbol ya tiene ubicación. Si no hay contratiempos como los que llevaron al fracaso los tres proyectos que ha tenido Zaragoza en los últimos 20 años, la infraestructura más deseada por la afición zaragocista se levantará donde ha estado siempre, en La Romareda. Pero la operación está pendiente de la resolución de múltiples incógnitas para alcanzar el objetivo que ya se ha fijado el gobierno PP-Cs: iniciar las obras a principios de 2024 para, en el peor escenario, tener un nuevo estadio en 2028.

Estos son los plazos que empieza a manejar el Ayuntamiento de Zaragoza, que afronta el reto de diseñar una operación que zanje una carencia histórica. El siguiente hito está en septiembre, cuando la ciudad, de la mano de la DGA y el club, formalizará la solicitud para ser una de las sedes del Mundial. En la documentación que se presente, figurará el compromiso de Zaragoza de tener listo en 2030 un estadio de cuatro estrellas y capacidad para 42.500 espectadores y que cumpla con todos los requisitos que exige la FIFA en materia de seguridad, transporte, aparcamientos y servicios complementarios. Entre octubre y noviembre se revisará la documentación, se visitarán las instalaciones y, si no hay cambios, el 11 de noviembre la Federación Española de Fútbol elegirá 11 sedes entre 15 aspirantes.

¿Y después qué? El Ayuntamiento debe resolver el aspecto que marcará el futuro del estadio: su modelo de explotación y financiación, sin duda la clave de la operación. PP-Cs guarda con celo extremo cualquier detalle sobre este asunto, que podría quedar resuelto a final de año. Tal y como aconsejaron los expertos, el Ayuntamiento quiere un estadio con capacidad para generar dinero, en la línea de las infraestructuras de última generación que se están construyendo en España y en el resto del mundo. Ya se están estudiando los posibles usos del estadio para estimar los ingresos.

De hecho, no se descarta una fórmula por la que el propio estadio genere los recursos suficientes como para financiar todas las obras durante un periodo de explotación. En 2019, Urbanismo diseñó una modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) con la que habilitar suelo residencial para financiar el estadio que no se llegó a aprobar, pero por el momento no se está valorando recuperar esa propuesta.

Todo va a depender de la participación de terceros, sobre todo del Zaragoza. El consejero delegado del club, Raúl Sanllehí, ya dejó claro no solo su apoyo al estadio en su actual ubicación, un aspecto clave para generar ingresos, sino su disposición a sumarse a la financiación y explotación. Pero no avanzó su grado de participación sin conocer el proyecto y el papel del resto de instituciones.

El Ayuntamiento siempre ha defendido que participe también el Gobierno de Aragón y la Diputación de Zaragoza, estas dos últimas administraciones gobernadas por el PSOE. Pero hasta ahora los socialistas han expresado reticencias a todos los pasos que se han dado y no han hecho ninguna propuesta de negociación a la espera de que se concrete la operación, sin ser en ningún momento claros sobre si finalmente se implicarán. El alcalde quiere apurar las opciones de acuerdo, pero en el bipartito cunde la sensación de que el proyecto será al final liderado por el Ayuntamiento y el club.

Al margen del modelo de financiación y explotación que se escoja –se puede optar desde por sistemas concesionales o derechos de superficie hasta por modelos de sociedad mixta como el tranvía–, Zaragoza se enfrentará a un proceso complejo en el que los plazos son determinantes si finalmente la ciudad es sede mundialista. Hay que tener en cuenta que se estiman en 18 meses los trámites de redacción de proyecto y licencias y que la FIFA exige tener el estadio un año antes del Mundial. Por otro lado, las obras serán complejas, al compatibilizarse con la actividad deportiva. Se deben garantizar 30.000 espectadores, tal y como se aprobó el pasado jueves en el pleno, por lo que se espera que en unas obras por fases se generen afecciones durante tres temporadas.

El Ayuntamiento ya tiene claro que el proyecto tiene que ser nuevo y que no es viable rescatar el que planteó Carlos Lamela en 2005, una de las opciones que se ha valorado en los últimos meses para ahorrar costes. El gobierno es consciente de que el diseño de los estadios ha experimentado una revolución en los últimos años, especialmente en materia tecnológica y de usos. Además, se quiere que el club tenga un papel protagonista en la concreción del equipamiento, porque va a ser el principal usuario, está llamado a participar en la gestión y va a sufrir las consecuencias de las obras.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión