Llevan casi 30 años iluminando la basílica y comienzan a tener achaques. Cinco de las 16 torres de iluminación de la plaza del Pilar se van a someter a un estricto proceso de saneamiento y reparación para vencer la corrosión de sus planchas de bronces, algunas con deformaciones y todas repletas de grafitis. 

Además, también se va a retirar la publicidad y los vinilos que se colocaron en su día, sin siquiera contar con el visto bueno de la comisión provincial de Patrimonio a pesar de ubicarse en un entorno que es Bien de Interés Cultural.

El Ayuntamiento de Zaragoza acaba de sacar un contrato para arreglar estos cinco gigantes postes de luz, que asciende a 48.380 euros (incluyendo el IVA) y que se deberá resolver en las próximas semanas, dado que la intención es que las torres luzcan como nuevas antes de fin de año. Los trabajos tienen plazo de ejecución de 90 días pero, presumiblemente, se llevarán a cabo una vez pasen las fiestas del Pilar, pues la reparación de dos de los postes más cercanos al Ayuntamiento obliga a ocupar unos pocos metros cuadrados en la plaza para colocar una caseta y hacer el acopio de materiales.

Este lavado de cara forma parte de una más ambiciosa "propuesta de mejora de la escena urbana de la plaza del Pilar", con el objetivo último de que esta sea declarada Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. "No se trata de una reforma de la plaza, sino de una adecuación de una serie de elementos que recuperen el espíritu original", aseguró hace casi un año la vicealcaldesa Sara Fernández, al tiempo que informaba también de que se aglutinarían todos los servicios de Turismo en un local entre las calles Bayeu y Santiago -en la manzana de oro- y que desaparecería el cubo acristalado que se encuentra a pocos metros de la Delegación del Gobierno. 

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De momento, las torres serán la avanzadilla y toca adecentarlas porque presentan algunas afecciones derivadas tanto de las humedades al llevar 30 años a la intemperie como por haber ejercido de soporte publicitario, algo que no estaba previsto en su origen. "Algunos grandes vinilos se están deteriorando y despegando (…) además de perjudicar la estética de la plaza y las visuales de los edificios", se lee en la memoria descriptiva del contrato menor promovido por la Oficina Técnica de Arquitectura. Este escueto informe también advierte de algunas deformaciones de las planchas de bronce, motivadas -acaso- por la humedad capilar por las lluvias y por la limpieza habitual del salón de la ciudad. También hay abundantes grafitis y restos de adhesivos en los postes, así como "deterioro de la masilla de encuentro entre el bronce y los fondos de granito".

Estas torres, que alcanzan los 15 metros de altura y se colocaron en la última gran reforma de la plaza en 1991, tienen perfiles metálicos pero su base está formada de un zócalo de granito rojo que esconde "hormigón en masa en su interior hasta una altura de dos metros". En su día su alto coste (13 millones de pesetas, lo que hoy sería unos 78.000 euros cada cual) generó cierta polémica, si bien las voces críticas fueron acalladas poco después de su puesta en marcha al comprobar cómo su luz era tan potente que, incluso, permitía ver la basílica de noche a una distancia de 40 kilómetros. Se calcula que estas torres dan una luz quince veces más potente que las farolas de cualquier calle y, de hecho, tras su estreno surgió otro tema de debate, esta vez en sentido contrario: ¿Por qué se iluminaba solo la plaza del Pilar y se dejaba al margen la catedral de la Seo?

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Treinta años después, se van a actualizar las torres que peor aspecto presentan y se modernizarán de tal forma que se oculten a la vista lo que son las tomas de corriente, de las que se echan mano en los muchos mercadillos que se celebran en la plaza. En el listado de labores que hay que realizar figuran el saneado de las superficies de metal, la corrección (soldado) de la deformación de las planchas, el relleno de espacios de encuentro, el tratamiento de los mohos y las eflorescencias salinas. Obviamente, del contrato se reservan unos 10.000 euros para el andamiaje y la colocación de plataformas y vallas que requieren estos trabajos en altura.

Del mismo modo, el Ayuntamiento eliminará la cartelería y los vinilos publicitarios que se pegaron para anunciar algunos atractivos turísticos. Se procura "limpiar el impacto visual" que generan en el salón de la ciudad y, además, está prevista la construcción de un mural iluminado y moderno que centralice todo este tipo de reclamos y quede a pocos metros del nuevo centro de visitantes. Este se hará, en un principio, en una de las salidas de garajes junto al actual cubo de turismo, donde se ubican varias cabinas de teléfonos que ya nadie utiliza.