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La historia de un trasplante en pareja cumple 20 años: "Lo haría una y mil veces"

Un matrimonio de Valdefierro pudo hacer "vida normal" gracias a una técnica puntera en el año 2002. Mari Carmen Martínez recuerda su historia.

Mari Carmen Martínez y su marido José Antonio Durán, un matrimonio zaragozano de Valdefierro.
Mari Carmen Martínez y su marido José Antonio Durán, un matrimonio zaragozano de Valdefierro, fueron la primera pareja de Aragón en someterse a una intervención de este tipo en Barcelona.
María Torres Solanot/M. C. M.

Entre una y otra imagen han pasado más de 20 años. El tiempo que José Antonio Durán, enfermo renal, ha podido vivir con el riñón que le donó su mujer cuando esta operación ni siquiera se hacía en Zaragoza. Ella le resta protagonismo no a este gesto solidario "que repetiría una y mil veces", sino a su importante papel en esta historia. 

"Esto se hace por amor, de heroína nada. Lo que tiene que haber más personas que se conciencien de que pueden vivir así, y sin ningún problema", asegura esta zaragozana, que enviudó hace cuatro meses y quiere rendir su particular homenaje a una persona "maravillosa". 

"Estoy tan contenta de haber podido hacer eso, que me queda esa alegría. La de cosas que hemos pasado y todo lo hemos ido superando juntos...", confiesa Martínez, de 63 años, al hacer un repaso de los buenos y malos momentos que han vivido juntos. 

"El trasplante de riñón ha sido un regalo para nosotros dos"

Su marido, José Antonio Durán, de 64 años, padecía una neurofibromatosis, un trastorno genético del sistema nervioso que provoca el crecimiento de tumores y que lo había dejado postrado en una silla de ruedas. "Con mi marido he tenido que hacer muchos esfuerzos de espalda y demás, pero hubiera seguido muchísimos años más haciendo lo que estaba haciendo porque era mi vida", subraya esta cuidadora. A raíz de las operaciones medulares a las que tuvo que someterse, él había perdido "hace años" la movilidad. Pero Mari Carmen subraya que no fue a causa de esta -ni tampoco del trasplante- lo que provocó su repentino fallecimiento por una neumonía el pasado 26 de enero. 

Sus ojos se humedecen por momentos y en otros tantos brillan recordando su historia. Cuenta que se conocieron un 22 de diciembre en unas fiestas navideñas en Gallur. "Él vino con unos amigos porque había ambientazo. Pararon aquí y ese día me sacó a bailar. Estuvimos de novios nueve años. Luego yo me vine a vivir a Zaragoza, a Valdefierro, y ya ni sé los años que llevo aquí... Yo siempre le decía que me había tocado el Gordo ese día con él", resume con una sonrisa.

La mitad del tiempo que han pasado juntos se la deben a una intervención en su día pionera, que les ha dado "muchas alegrías" pues les ha permitido hacer "vida normal", como cualquier otra pareja. "Si estos 20 años, aparte de la enfermedad que él tenía, hubiera tenido que ir a diálisis, estos años tan buenos no los hubiera vivido. De alguna forma el trasplante de riñón ha sido como un regalo para nosotros dos, porque estaba muy enfermo. Donar en vida es el gesto más bonito que hay. Es un regalo que solo lo das a quien realmente lo merece. Y él lo merecía. Yo simplemente di un trozo de mí para que mi marido pudiera tener mejor calidad de vida, y los médicos hicieron todo lo posible para ello. Si a alguien tengo que agradecer es a ellos, porque yo por mí misma no lo hubiera podido hacer", puntualiza en recuerdo a los doctores que les atendieron. Entre ellos, al doctor Pablo Íñigo, que les aconsejó y abrió camino para que pudieran someterse a esta intervención en el Clínico de Barcelona.

En el año 2002 se convirtieron en la quinta pareja de España que se sometía a la nefroctomía laparoscópica, una técnica entonces puntera de extracción de riñón en donante vivo que se practica también -desde hace casi 15 años- en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza.

El doctor Alex Gutiérrez Dalmau, encargado del programa de trasplantes de donante vivo en el Servet, recuerda todavía este hito porque coincidió que estaba trabajando entonces en el Clínic de Barcelona, donde se operó este matrimonio y se derivaba "a la mayor parte de las parejas" que precisaban de esta cirurgía laparoscópica. "Históricamente -explica-, la fuente más frecuente de donantes era del entorno más cercano, y generalmente de los padres. Había más casos de donación de vivo en población más joven, infantil incluso, pero la tradición era esa", indica. No obstante, reconoce que precisamente en la década de los 2000 el porcentaje de donantes de pareja vivió un aumento "importante" y actualmente representa casi la mitad de los trasplantes de donante vivo que realiza este hospital de referencia aragonés. 

"Hoy en día, quitando entre padres y hermanos, la pareja sería la modalidad más frecuente de donación, aunque sigue habiendo mucha por parte de los padres. La compatibilidad sigue teniendo un peso importante. Pero es verdad que los tratamientos inmunosupresores que tenemos controlan muy bien la respuesta inmunológica incluso con compatibilidades más bajas, y finalmente tiene más peso el poder realizar un trasplante con características idóneas y en un procedimiento programado, que eso hace que los trasplantes de donante vivo tengan mejores resultados incluso con peor compatibilidad", añade este médico.

En el año 2002, Mari Carmen Martínez fue la primera aragonesa que se sometió a la nefrectomía laparoscópica para donación. Al recordar esa etapa de su vida, Martínez sonríe de nuevo y se alegra de cómo han cambiado las cosas, tanto a nivel de técnicas como por el apoyo social que ahora se brinda a estas familias en el caso de los desplazamientos. "Cuando lo comenté la primera vez con los nefrólogos me miraron raro, porque entonces no estaba la medicina tan avanzada como ahora. De familia era más normal aceptar el riñón, pero como esposa… No me tomaron en serio hasta que el doctor Íñigo, del Hospital Clínico de Zaragoza, nos preparó el terreno para poder hacerlo en Barcelona, y le estaré siempre muy agradecida por lo bien que se portó con nosotros. El riñón ha funcionado de maravilla. Después de 20 años trasplantado, cuando iba mi marido a los resultados siempre me decía: '¡pero este hombre tiene el riñón como el primer día!' Yo bromeaba con que le había dado el bueno, y por eso le iba tan bien", cuenta con una sonrisa. 

"Él era extremeño, pero yo le decía 'extremaño' porque llevaba un trocico de mí"

En su caso, el trasplante tampoco ha hecho que merme su calidad de vida, que era el principal "temor" de su marido cuando se sometieron juntos a esta intervención en Barcelona hace casi 20 años. "Él siempre estaba al principio con ese miedo de que yo, por estar solo con un riñón y habérselo dado a él, pudiera tener secuelas. Luego se dio cuenta al cabo de los años de que no era así y que para adelante, que somos de Aragón. Él era extremeño, pero yo le decía extremaño porque llevaba un trocico de mí, y de extremeño ya tenía poco...", apostilla. 

Juntos tuvieron dos hijos, Daniel y Diego. El mayor padece la misma enfermedad que su padre y tuvo que ser intervenido también a finales de 2021 de un tumor cerebral, del cual se recupera con el apoyo y el cariño de la familia. Por su parte, Mari Carmen asegura que en estos momentos solo quiere "alzar" la figura de su marido y la de sus hijos, "para que de alguna forma la gente sea consciente otra vez de que donar es el gesto más bonito que hay y que puedes hacer en vida". 

Además de la carta de despedida que leyó a sus familiares y amigos en el funeral de su marido, Mari Carmen le escribió también en su día una poesía que hoy recuerda en estas líneas, al afirmar que volvería a hacerlo "una y mil veces". 

"Esa era nuestra historia de amor, una bonita historia… Y, de hecho, esto seguirá, porque tiene que seguir así. Ahora llevo un colgante en el cuello con sus cenizas y lo beso, lo agarro y, de alguna forma, lo tengo siempre conmigo", afirma. 

La vida sin su José Antonio es indudablemente más dura habiendo estado siempre tan unidos. "Éramos dependientes el uno del otro... él por su estado físico, y yo de él emocionalmente, porque estábamos juntos las 24 horas del día", afirma. Ahora confiesa que trata de disimular la tristeza para que no se lo noten sus hijos, para quienes también ha sido "muy dolorosa" esta pérdida. El mayor sigue recuperándose de su última intervención con el apoyo de los suyos. Y a pesar de la dureza de la enfermedad, hay una persona que les da grandes alegrías. 

Mari Carmen Martínez, José Antonio Durán y su nieta Judith.
Mari Carmen Martínez, José Antonio Durán y su nieta Judith.
M. C. M.

"Dani ya ha sido operado varias veces de intervenciones muy complicadas, pero está saliendo de ellas como un campeón, que es lo más grande que puede haber. En octubre de este año pasado tuvo la última, y aun no se había recuperado cuando falleció mi marido…  Por suerte tiene una mujer maravillosa que no sabe qué hacer con él y está muy arropado por todos. Tienen una niña de 9 años que se llama Judith, que está siempre con su padre y se me cae la baba con ella... No voy a seguir por ahí, pero es mi ilusión también", dice emocionada. 

Este homenaje, además de a su marido, se lo dedica a todos los familiares y amigos de Valdefierro que le están ayudando a sobrellevar este difícil duelo. "Me gustaría recalcar que después del fallecimiento de mi marido he recibido el cariño de todos, porque están muy pendientes de mí. Yo no soy la que era, quieren verme como era antes, y todo lleva su proceso. A 'Mi querido grupo Guay', que lo formé yo y somos 105 personas... Ahora no tengo la cabeza para hacer todos los planes que hacíamos, pero la amistad y el cariño siguen ahí. Para la gente que no pudo saber lo que sentía ese día quiero que se enteren de que mi marido es lo más", puntualiza. Lo era antes del trasplante y lo fue con ese "trocito" de vida que le volvería a regalar hoy Mari Carmen. 

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