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Trasplantes: el camino de vuelta a los números prepandémicos en Aragón

Las donaciones por millón de habitantes reemprenden poco a poco el camino récord de 2019, con la asistolia controlada como alternativa de impacto creciente en el sector

Los doctores Gutiérrez Dalmau y Paúl, nefrólogos del Hospital Miguel Servet.
Los doctores Gutiérrez Dalmau y Paúl, nefrólogos del Hospital Miguel Servet.
José Miguel Marco

Javier Paúl es el actual coordinador del área de trasplantes en el Hospital Miguel Servet. El doctor Paúl es uno de los tres coordinadores hospitalarios del centro. “En el Clínico hay actualmente cuatro coordinadores hospitalarios, en el Royo Villanova uno, en el Obispo Polanco de Teruel hay una y en el San Jorge de Huesca, otro. Nos encargamos de valorar y testar donantes, y poner en marcha los procesos a la velocidad requerida”.

Paúl recuerda que “España ha sido durante 26 años líder mundial de donaciones de órganos. El mensaje de ese dato es que este país ofrece las mejores posibilidades a un paciente que requiera de trasplante. En 2019, el último año prepandémico y, por tanto, con los datos más representativos a día de hoy, España registró 49 donantes por millón de habitantes, una cifra magnífica. En 2020 se bajó un 23% y la cifra pasó a ser de unos 37 por millón. En 2021 remontamos y se regresó a los 40 por millón”.

El nefrólogo del Servet aclara que Estados Unidos ostenta el liderazgo mundial en esta tasa actualmente. “Allá, eso sí, tienen otro problema ahora: una verdadera tragedia con la subida de las sobredosis de analgésicos y opiáceos por el menor control en su uso, como la famosa oxicodona del doctor House en la serie televisiva. Estados Unidos alcanzó en 2019 los 33 donantes por millón de habitantes; en Australia fueron 23, en el Reino Unido 24 y la media de la Unión Europea andaba en 23, menos de la mitad de la cifra española. Eso habla a las claras del gran espíritu solidario de la sociedad española en el capítulo de la donación”.

En la misma línea de pensamiento está Raquel Montoiro, coordinadora autonómica de trasplantes en el Gobierno de Aragón. “Estamos recobrando poco a poco el ritmo en nuestra actividad, tanto en materia de donación como en los trasplantes, acercándonos a los números prepandémicos, pero aún no estamos a pleno rendimiento, lógicamente. 2019 fue un año buenísimo en ambos segmentos en Aragón, la comunidad autónoma que más creció en donaciones en España, y es complicado llegar a esos niveles de excelencia, pero quiero recalcar que pese a todo lo vivido en la pandemia, nunca se ha parado”.

El porcentaje de negativas

El momento de la donación siempre es delicado, pero obviamente cae en lo traumático cuando el donante es una persona fallecida y su familia debe tomar la decisión de donar u honrar la voluntad de la persona que ya no está. “Nuestra red de coordinación -explica el doctor Paúl- ofrece ayuda a personas que han pasado una tragedia y quieren dar un sentido a su dolor salvando otras vidas. Hablamos con ellos en mitad del duelo, han perdido a alguien querido tras una enfermedad rápida, un ictus o por el shock de un accidente. Ahí confluyen muchos sentimientos inevitables, una tormenta de emociones que acompañan a la pérdida, empezando por la incomprensión que acarrea. Hay un trabajo previo de sensibilización de la sociedad que la ha hecho más permeable a la idea de donar”.

En Aragón hay otra cifra clave. “En 2019 hubo una de las tasas de negativa familiar a la donación más bajas de España: un 8%, por un 13% de media nacional. En 2021 esa media nacional está en el 17%, con Aragón en los mismos parámetros, un indicativo de que lo padecido socialmente estos dos últimos años ha minado los ánimos. Aun así, han seguido fluyendo las donaciones, incluso cuando los familiares no podían ni ir a los centros hospitalarios”, apunta Paúl.

La asistolia controlada es otro factor que ha dinamizado la actividad de los trasplantes. “En 2012 -apunta Paúl- se promulgó la ley que permite la donación en esta situación del paciente. Hablamos de personas en UCI que sufren una situación irreversible; aunque el objetivo es siempre salvaguardar la vida del paciente lo más posible, cuando la evidencia habla de nulas posibilidades de supervivencia natural, prolongar artificialmente una situación sin salida va contra la ética profesional”.

El doctor Paúl ofrece un ejemplo ilustrativo. “Puede darse un caso de lesión destructiva del sistema nervioso central tras un accidente, aunque haya un reducto de neuronas activas que no permiten hablar de muerte encefálica; con respiración artificial y fármacos pueden prolongar su estancia en la UCI dos o tres semanas, pero es un tratamiento fútil que no cambiará la evolución del paciente. Si la familia se plantea la posibilidad de las donaciones tras retirada de las medidas que mantienen vivo artificialmente al paciente y se reafirman en ello tras una segunda entrevista, para dar opción a que cambien de opinión, se procede”.

Un tercio de los donantes actuales en Aragón proceden de una asistolia controlada. “Se retiran esas medidas artificiales que mantienen vivo al paciente, y si pasan cinco minutos sin que se recupere el latido, se pone en marcha otro procedimiento quirúrgico y un nuevo sistema de soporte para poder hacer efectiva una donación de sus órganos. En Aragón fue el Clínico el primer hospital en hacerlo, y siguió el Servet; en 2021 hubo siete casos en nuestro hospital. Esa técnica se ha mejorado muchísimo al añadir un soporte ECMO o de circulación extracorpórea, para optimizar todos los factores. Estamos prácticamente en la media nacional con ese tercio del total de casos”.

Paúl puntualiza que “la pandemia ha sido una tragedia en muchos sentidos, incluyendo las limitaciones en la atención. A la sociedad siempre le hemos pedido generosidad en la donación, pero en 2020 y 2021 se invirtió esa generosidad; nos pedían a los programas de trasplante que no utilizásemos camas para dar más cupo a la UCI a la hora de tratar a los infectados más graves. Ese segundo plano produjo la lógica caída en la donación, y en 2020 Aragón pasó a la cola en este capítulo; mejoramos en 2021, alcanzando los 30 donantes por millón, y en 2022 ya hay una mejoría clara, estamos muy cerca de la media nacional”. El año pasado, Aragón también estuvo por encima de la media nacional en donantes multiorgánicos.

En el Servet se hacen trasplantes de riñón y corazón; en el Clínico se realizan los hepáticos. “Además de eso, tenemos como referencia el Clínic de Barcelona para los trasplantes de riñón-páncreas, modalidad en la que se hacen unos 80 procedimientos al año en España. Para los trasplantes de pulmón derivamos a Madrid y Barcelona. También me parece clave la donación de tejidos, muchos pacientes se benefician de ello en Aragón; la donación de tejido corneal, por ejemplo, salva muchas veces de la ceguera a sus receptores; lo mismo pasa con el tejido óseo para poder reconstruir la zona afectada tras un traumatismo severo, una infección, un tumor… varias personas pueden beneficiarse de una donación”, asegura Paúl. En el Servet, por cierto, se superaron recientemente los 2.000 trasplantes; el primero fue el 6 de junio de 1986.

Recorte de Heraldo con la noticia del primer trasplante de riñón en el Servet en 1986.
Recorte de Heraldo con la noticia del primer trasplante de riñón en el Servet en 1986.
HA

Donante vivo

El doctor Alex Gutiérrez Dalmau es el encargado del programa de trasplantes de donante vivo en el Servet. “Empezamos a hacerlo aquí en diciembre de 2007, y se han hecho hasta el momento alrededor de 110. Los beneficios de recibir un órgano de un donante vivo son múltiples, y no solo para el trasplantado; hay que tener en cuenta que deja un hueco libre en la lista de espera y un órgano disponible más para aquellos que no cuentan con un donante vivo. Definitivamente, se trata de la mejor opción de tratamiento que podemos tener en insuficiencias renales muy graves, ya que se puede hacer el trasplante en el momento más adecuado, cuando el grado de la enfermedad lo demanda; es el órgano de una persona sana con función renal normal”.

Gutiérrez Dalmau recuerda que hay una consulta dedicada específicamente a la donación. “La prioridad es que se puedan minimizar los riesgos inherentes al proceso; interviene un equipo multidisciplinar para valorar la donación que incluye a psiquiatría, la unidad de psicosomática y, en suma, una valoración externa a la nefrología y el universo de los trasplantes, para tener un punto de vista literalmente desinteresado en el programa de trasplante; por supuesto, se cuenta con la valoración de urología, nefrología y anestesia en los aspectos procedimentales. La meta es que el donante actúe con garantías de un umbral de riesgo aceptado como bajo, y que su decisión sea libre por completo; debe entender que más allá del riesgo de un proceso quirúrgico complejo a corto plazo, se piensa en su seguridad a largo plazo, la calidad del resto de su vida”.

El doctor Gutiérrez recuerda que en los meses más duros de la pandemia, el trasplante de donante vivo tuvo otra ventaja respecto del derivado de una donación tras fallecimiento. “Pudimos suspender algunos para salvaguardar la seguridad según el momento epidemiológico y los resultados al respecto han sido muy positivos, ya que pudimos mantener la actividad, aunque lógicamente el ritmo se resintiera". 

Gutiérrez cierra su discurso con un deseo explícito. "Ahora necesitamos de un apoyo del Salud en el que desde luego confiamos; se trata de agilizar los estudios pretrasplante y aumentar la disponibilidad de recursos para todo lo que conlleva este programa, porque se necesitan muchas visitas de evaluación, pruebas complementarias… las listas de espera causadas por la pandemia pueden impactar negativamente en el proceso. Por suerte, la sensación es que se va recuperando la actividad, ya llevamos dos trasplantes este año y hay varios más programados antes de julio, lo que nos acerca a las tasas altas por millón de habitantes en España”.

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