Minitambores, peanas diminutas, capirotes XXS… Todo es pequeño, menos la emoción. Convertida ya en una de las tradiciones de la Semana Santa zaragozana, la procesión infantil de las Escolapias ha regresado este miércoles a las calles tras dos años de pandemia. Unos 120 niños, de entre 3 y 5 años, han vuelto a escenificar con barriguitas y otros muñecos algunos de los pasos más representativos de la Pasión de la capital ante una plaza de San Roque en la que no cabía ni un alfiler.

Entre las calles de Morería y Palomeque se han arremolinado cientos de padres que han vuelto locos a sus vástagos con saludos, fotos y algún que otro lloro (de adultos y de infantes) de puro nerviosismo. Los niños de primero de infantil han tocado un poco timoratos, pero a los de tercero se les ha visto algo más seguros interpretando a las manolas y los peaneros.

Fotos de la procesión de los niños del colegio Escolapias Calasanz

“Además de los niños, que son de las tres clases de infantil, en este acto participan también profesores, monitores y personal de apoyo”, explica Marta Aísa, una de las ideólogas de una procesión XXS en la que retumban los tambores junto a la iglesia de la Mantería. “Tocamos mezclados representantes de varias cofradías: hay dos bombos, un tambor un timbal y una corneta del Prendimiento, dos tambores y dos timbales de la Columna, otros dos tambores de la Coronación y cuatro integrantes dela cofradía del Ecce Homo, que tocan las carracas”, contaba la maestra.

“Este año intentamos explicar a los niños la Resurrección y, por eso, se juntan en la plaza de San Roque una versión con muñecos del Cristo de la Cama y la Virgen de los Dolores”, explican los profesores. Una vez frente a frente un niño ha leído un pequeño texto y se ha obrado el milagro: el Cristo de la Cama ha entrado por una puerta de la iglesia y ha salido por la otra convertido en el Resucitado. “En ese mismo momento la Dolorosa se convierte en la Virgen de la Resurrección, porque se le viste con un manto diferente (se quita el negro y se pone el azul), al tiempo que una niña canta una jota”.

María Camacho, profesora de infantil del centro, agradece la implicación de "toda la comunidad educativa en esta singular procesión" y también reconoce el trabajo de los sufridos padres que son los encargados de confeccionar cuidadosamente los hábitos y bonetes. Mientras, los estudiantes mayores y los exalumnos son quienes suelen pasar tiempo ensayando con los más pequeños los toques de tambor, mientras que las madres escolapias se ocupan de recrear todos los detalles (flores, faldones, pebeteros...) de estos pasos en miniatura.

El colegio Escolapias Calasanz lleva varios años enriqueciendo su 'patrimonio artístico' confeccionado con muñecos, plásticos, plastilinas, bolsas... En ediciones anteriores se han podido ver los pasos que simulan la borrica representando la entrada de Jesús en Jerusalén, el Encuentro Glorioso o las procesiones de la Exaltación de la Cruz y de la Crucifixión del Señor. Sus recreaciones son fieles al más mínimo detalle, pues los estandartes, las breves predicaciones, las lluvias de pétalos o, incluso, las saetas que cantan los chavales son calcadas a las de las procesiones de los adultos. "Además, después de hacer el encuentro en la plaza lo repetimos dentro del colegio, en el patio, para los cursos de primaria", explican las profesoras, conscientes de que en las secciones infantiles de las 25 hermandades zaragozanas se reúnen cerca de mil niños.

Ellos y los adultos aguardan ya el pregón de la Semana Santa que tendrá lugar el sábado a las 20.00 en la plaza del Pilar. Un par de horas antes habrán salido los representantes de todas las cofradías por las puertas de Santa Isabel de Portugal, con una procesión que será la primera de las 53 que se celebrarán este año si la lluvia (ya no tanto la pandemia) no lo impide.