El incierto y tapiado futuro de uno de los edificios más bellos de Las Delicias

El antiguo geriátrico San Jorge languidece 14 años después de su cierre. El Gobierno lo ha tratado de vender en los últimos años sin excesiva fortuna.

El antiguo Hospital San Jorge se cerró a finales de 2008.
El antiguo Hospital San Jorge se cerró a finales de 2008.
Heraldo.es

Llama la atención de cualquiera que pase por su puerta. Es un edificio extraño, enorme, parece sacado de contexto, y sus ventanas tienen arcos circulares que, junto a su espectacular rejería, evocan al modernismo. Sin embargo, lleva ya catorce años acumulando olvido e, incluso, hace una década hubieron de tapiarse sus vanos para evitar la tentación de los okupas. 

El antiguo hospital San Jorge de Zaragoza, en la calle de Pedro Manjón, en Las Delicias, sigue aguardando su turno después de que echara la persiana por última vez a finales de 2008. Es un edificio de estilo neorregionalista que levantó el arquitecto Miguel Ángel Navarro allá por 1920 y que sería muy útil, por ejemplo, como centro de convivencia del distrito más poblado de la capital. Con una superficie de más de 3.400 metros cuadrados, el que fuera hogar de ancianos enfermos durante más de 50 años de actividad ininterrumpida depende del Ministerio de Trabajo, esto es, del Gobierno central, que no tiene planes a corto plazo para recuperarlo.

“Lo peor es que no sabemos cómo estará por dentro. Cuando lo cerraron las instalaciones ya estaban muy deterioradas, así que tantos años después, imagínate...”, lamenta Manuel Barceló, vecino de la cercana calle de Italia. Los residentes en la zona comentan que la falta de uso “siempre acelera el deterioro” de este tipo de inmuebles como -citan- sucede también con otras joyas patrimoniales como el palacio de Fuenclara o la antigua Escuela de Artes de la plaza de los Sitios. “A mí me da pena ver las ventanas tapiadas. Igual que en el taller de los Albareda, aunque supongo que es para que no entren las palomas si rompen los cristales”, dice María José Osés.

Los vecinos más jóvenes de la calle o no han visto o no recuerdan el edificio con actividad. Tantos años de abandono hacen que lo consideren un edificio fantasma. Aunque ha habido diversas propuestas sobre la mesa -desde centro de salud a sede sindical- ninguna ha llegado a cuajar y, de hecho, la última noticia sobre el antiguo hospital San Jorge fue la decisión del Estado de subastarlo en octubre de 2014.

Detalle de la puerta y las rejerías cuando aún estaba en funcionamiento.
Detalle de la puerta y las rejerías cuando aún estaba en funcionamiento.
José Miguel Marco

El singular edificio apareció, incluso, promocionado en el portal inmobiliario Addmeet, con una ficha técnica en la que se detallaba que tenía un “uso flexible", esto es, "usos compatibles para público y privado, como administrativo, sociosanitario, cultural, ocio o recreativo, educación, deportivo y religioso". Su precio ascendía a cerca de 2.500.000 euros, pero no se encontraron compradores interesados. Entonces también se especificaba que precisaba de una rehabilitación interior y que la fachada del inmueble está protegida. 

Echando un vistazo a la catalogación del área de Patrimonio del Ayuntamiento de Zaragoza se comprueba cómo, efectivamente, tiene un grado de protección de ‘interés arquitectónico’, fundamentado en su fachada y en las cerrajerías de sus barandillas, que a muchos recuerdan a los balcones de inspiración modernista del paseo de Sagasta. Lo más singular del edificio, no obstante, son “los arcos circulares tripartitos de los vanos”, que culminan tanto en puertas como en ventanas. Se trata de unas licencias de decoración basadas en la geometría y en la riqueza ornamental, que se desarrollan en sus dos primeros pisos, pues el último ya no posee balcones sino solo ventanas, aunque están rematadas por una cornisa de madera.

El plano parcelario de 1935, en donde aparece el chalé de los Monterde.
El plano parcelario de 1935, en donde aparece el chalé de los Monterde.
Heraldo.es

Según puede extraerse de la ficha técnica de la construcción, en un principio el edificio tenía planta rectangular y se concibió como vivienda propiedad de la familia Monterde, cuyo patriarca, Ricardo, da nombre a la calle aledaña. “Estaba rodeada de amplísimos jardines y huertos con edificios anejos””, referencia el mismo documento, que incluye un plano parcelario de 1935. No obstante, ahí no se explica que, cuando Miguel Ángel Navarro diseñó el chalé, este terreno era muy deseado dado que estaba cerca de la estación ferroviaria Campo Sepulcro, donde enlazaba el tren de Zaragoza con Cariñena. Ricardo Monterde fue un político aragonés, diputado a Cortes en 1899 por el distrito de Belchite, que -además- dirigió también el ‘Diario de avisos’ de Zaragoza.

"Semejante vacío en mitad de la calle es inadmisible. Es como el convento de las Siervas de Jesús en Corona de Aragón, que también es una megaconstrucción olvidada", insisten los vecinos, que han llegado incluso a reunir firmas para procurar nueva vida al edificio. Unos apuestan por un gran centro cívico que complementase al centro de día de la calle Unceta. Otros serían más partidarios por volver a darle un fin sanitario al antiguo geriátrico como se planteó en 2009, cuando se quería habilitar como ambulatorio para descongestionar el de calle de Santa Orosia y el que hay cerca de Parque Roma. "En su momento se trasladó al medio centenar de pacientes y a los trabajadores al hospital Nuestra Señora de Gracia y hubo quejas porque se pensó que querían hacer del Provincial una suerte de geriátrico, pero no fue así", recuerdan.

Desde entonces, poco más se ha sabido del futuro de un caserón que en febrero de 2013 fue ocupado durante tres días por la CNT, ya que reivindicaban al Ministerio de Trabajo su cesión como pago de unas deudas. Durante unos días lució la bandera en uno de los balcones y se repartieron octavillas que decían: "Inauguramos nuestra nueva sede. Nuestro local está abierto para la clase trabajadora". Tras su desalojo, ordenado por la Delegación del Gobierno en Aragón y que se llevó a cabo sin incidentes, quedó tapiado, tal y como luce desde entonces.

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