Los restos del teatro de Caesaraugusta, 50 años de un asombroso y casual hallazgo

HERALDO adelantó la noticia de su aparición, en 1972, en un solar de la calle de la Verónica. Tras varias campañas de excavaciones, se acondicionó y se inauguró como museo en 2003.

Primera imagen del terreno en el que apareció la edificación romana, publicada en la portada de HERALDO en 1972.
Primera imagen del terreno en el que apareció la edificación romana, publicada en la portada de HERALDO en 1972.
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Si a día de hoy podemos disfrutar del Museo del Teatro de Caesaraugusta, que integra la Ruta Caesaraugusta junto a los otros tres museos romanos municipales (Foro, Termas y Puerto Fluvial), es gracias a la casualidad y a una serie de acertadas intervenciones que acompañaron aquel hallazgo fortuito. Hace 50 años salieron a la luz sus restos arqueológicos en el solar ubicado entre la calle de la Verónica y la de Pedro Joaquín Soler, que entonces pertenecía a la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja (Cazar), actual Ibercaja.

Un atento vecino de la zona llamó a la redacción de HERALDO tras observar los trabajos que se estaban realizando en aquel terreno, donde identificó unas estructuras que podían tratarse de restos antiguos.

«Le atendió Carlos González, el primer periodista que recibió la noticia y movilizó la información», recuerda Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza y exdirector de HERALDO.

González publicó el domingo 30 de abril de 1972 una información que tituló: ‘¿Se ha encontrado el teatro romano de Zaragoza?’. En ella daba cuenta de las ruinas descubiertas en las obras de la calle de la Verónica que habían sacado a la luz «este esqueleto que puede ser el teatro romano de Zaragoza, durante tantos siglos buscado».

A partir de ese momento, Antonio Beltrán, delegado de Bellas Artes y catedrático de Arqueología, junto a Guillermo Fatás y Manuel Martín Bueno –entonces profesores de Historia Antigua en la Universidad de Zaragoza–, aportaron su experiencia y conocimiento para determinar la gran importancia del descubrimiento. Así lo manifestaron en un artículo escrito por Juan Domínguez Lasierra y publicado el 2 de mayo de 1972. A la vista de lo que pudieron distinguir desde la distancia «porque no era accesible», apunta Fatás, identificaron que se trataba de un teatro o un anfiteatro romano.

Antonio Beltrán confirmaría la aparición del teatro tras recibir un escrito de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja en el que se le comunicó el hallazgo. Según recoge Carmen Aguarod, arqueóloga y hasta su jubilación jefa de la Unidad de Museos del Consistorio zaragozano, en la publicación ‘La arqueología urbana en las ciudades de la Hispania romana’ la entidad bancaria facilitó el acceso al solar, se tramitó el expediente de declaración de monumento histórico-artístico y comenzaron las excavaciones arqueológicas que se prolongaron hasta 1973.

A partir de entonces, la ciudad contó oficialmente con un teatro romano que permanecería vallado y sin nuevas intervenciones arqueológicas hasta 1984.

Aspecto que presentaba el solar donde se ubica el teatro romano en el año 1997.
Aspecto que presentaba el solar donde se ubica el teatro romano en el año 1997.
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Preservación eficaz

Tras las primeras investigaciones, las intervenciones arqueológicas se desarrollaron en dos etapas: entre 1984 y 1992 y, posteriormente de 1998 a 2003, cuando finalmente fue inaugurado.

Para entender la dimensión de este espacio, tal y como lo conocemos hoy, se tuvo que gestar la adquisición y demolición de algunos edificios donde también había vestigios. Además se construyeron pisos en una parte del solar libre de restos. Y, por descontado, fue clave la firma del convenio por el que Ibercaja cedió el solar al Ayuntamiento de Zaragoza en 1997.

A partir de aquel momento se requirieron las opiniones académicas de Antonio Beltrán, Guillermo Fatás y Manuel Martín Bueno, que apostaron por una preservación eficaz y, sobre todo, reversible. En este sentido, se crearía posteriormente una cubierta de policarbonato para protegerlo, con la misma altura de 25 metros que tuvo el edificio romano, ideada por los arquitectos municipales Úrsula Heredia y Ramón Velasco. El proyecto museológico fue realizado en el Servicio de Cultura, dentro de la Unidad de Museos y Exposiciones, dirigido por Carmen Aguarod y un equipo formado por Romana Erice, Adoración Gabás y Rubén Castélls.

En total, el Museo de Zaragoza realizó siete campañas de excavación entre los años 1984 y 1992 –posteriormente (1998-2003) continuarían estas labores Francisco Escudero y Pilar Galve, arqueólogos del servicio municipal–. Se documentaron nueve niveles arqueológicos y se fijó la construcción del teatro, que tenía capacidad para 6.000 espectadores, en un momento incierto a partir de la segunda década del siglo I d. C.

El Museo del Teatro, uno de los más visitados de la Ruta Caesaraugusta.
El Museo del Teatro, uno de los más visitados de la Ruta Caesaraugusta.
José Miguel Marco

«No era un lugar solo para actuaciones teatrales –matiza Fatás–, sino también para reuniones y comparecencias civiles y estaba acondicionado con un ‘velum’ –toldo– que permitía congregarse a los ciudadanos romanos del distrito que regía Zaragoza».

Hacia la mitad del siglo III se produjo el expolio de la piedra del teatro y sus sillares fueron reutilizados en la construcción de la muralla de la ciudad. De las etapas históricas siguientes, las estructuras mejor conservadas son de época musulmana, pues el solar fue ocupado por casas en este periodo. En el siglo XIV, el espacio quedaría dividido por el cerramiento de viviendas que aislaba el barrio judío. Ya en el XVI, fue el lugar escogido por importantes familias de la sociedad zaragozana para fijar allí su residencia. Tal es el caso de la casa de Gabriel Zaporta y la casa de quien fue Justicia de Aragón, Juan del Pueyo. La fachada de esta última vivienda se reformó en 1868, adquiriendo el aspecto que, con ciertas modificaciones posteriores, perdura hoy y se ha convertido en la entrada principal del Museo del Teatro de Caesaraugusta, Bien de Interés Cultural desde 2001.

Un solo yacimiento

La Ruta Caesaraugusta que incluye los museos del Foro, Termas, Puerto Fluvial y Teatro forma «un solo yacimiento romano, como siempre ha dicho Carmen Aguarod, distribuido en varios puntos, que fue surgiendo inesperadamente y que ha servido de ejemplo para otras ciudades», explica Romana Erice, jefa del Servicio de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza.

«Uno de los puntales de estos museos lo constituyen las actividades didácticas, adaptadas a diferentes edades, cursos y formación. En el conjunto de los museos municipales (incluido el Pablo Gargallo) se realizan más de 400 por curso, además de otros programas como ‘Al museo en familia’ e iniciativas específicas para jóvenes», comenta Rubén Castélls, jefe de la sección de Museos del Consistorio.

Beatriz Coll, durante las tareas de limpieza en el monumento.
Beatriz Coll, durante las tareas de limpieza en el monumento.
José Miguel Marco

Igual de importantes son los trabajos de conservación y restauración que se llevan a cabo periódicamente en este edificio. De ello se encarga la restauradora de bienes culturales Beatriz Coll Salamó. «El monumento está sometido a varios problemas debido a su ubicación exterior: polución, plagas de insectos, crecimiento de vegetación o el propio clima de Zaragoza. Lo que más afecta son las fluctuaciones de temperatura y humedad», comenta mientras se afana en una de sus tareas diarias: eliminar los restos de excrementos que dejan las palomas torcaces. Dos veces por semana se realizan vuelos disuasorios con águilas harris para ahuyentarlas, además del empleo de ultrasonidos. Hace unos meses el teatro se libró de otro problema: una colonia de gatos que un buen día salió a escena, se instaló allí y provocó afecciones al monumento e incluso a algunos trabajadores del museo.

Cien nacionalidades

Desde su inauguración al público, el 10 de mayo de 2003, ha recibido más de 800.000 visitantes, desde los 80.308 en su primer año, registrando una media anual de más de 42.000 personas.

El 50% es público local, el 30% nacional y el 20% extranjero. Por comunidades, el mayor número de visitantes proviene de Madrid, Cataluña, País Vasco o Andalucía, y por países, Francia, Italia o Reino Unido, encabezan el listado, aunque anualmente se registran turistas de cerca de 100 nacionalidades, según datos del Ayuntamiento.

«Importancia sentimental»

En 1972, tras el descubrimiento, Guillermo Fatás ya subrayaba que «el hallazgo debe tener una gran importancia sentimental para todos los zaragozanos». «Fue el primer monumento romano, descontando las murallas, que forma parte del paisaje de todas las generaciones y debe recuperar su condición de sala de museo visitable».

El ejemplo del teatro romano motivó que, salvo algunas des-honrosas excepciones, se tomase una mayor conciencia de la necesidad de proteger los vestigios romanos de la ciudad.

Circo, anfiteatro y un templo en la plaza del Pilar

«Una ciudad del tamaño y de la significación moral que tenía Caesaraugusta cuando se fundó debió tener, es casi un imperativo, anfiteatro y circo», afirma Fatás. La ubicación del anfiteatro se cree que corresponde al entorno donde se encuentra el hotel Palafox. En el Museo de Zaragoza puede verse un plano que sitúa el teatro y los posibles emplazamientos del anfiteatro y el circo. En los años 90, apareció en la plaza del Pilar un templo romano de la época fundacional que el Ayuntamiento de entonces decidió no conservar.

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