zaragoza

Piden 11 años de cárcel para el pistolero que abrió fuego en un bar lleno de gente en Delicias

Una de las balas causó a un cliente una herida superficial en el cráneo, pero la Fiscalía acusa por tentativa de homicidio porque un ligero desvío de la trayectoria pudo provocarle la muerte.  

El disparo que ha logrado esquivar la dueña del bar ha impactado junto a la caja registradora, donde ha dejado un agujero.
El disparo que logró esquivar la dueña del bar impactó junto a la caja registradora, donde dejó un agujero.
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La valiente y decidida reacción de varios clientes evitó que Pablo Fernández Bustos provocara una tragedia en el bar el Cubetazo de Las Delicias, donde se presentó con un par de pistolas y empezó a abrir fuego de forma indiscriminada. Los hechos se produjeron sobre las 7.50 del 9 de febrero de 2020, cuando el local estaba prácticamente lleno. Y aunque el pistolero acabó reducido en el suelo, uno de las balas hirió de forma superficial en la cabeza a un joven de 28 años.

Un ligero desvío de la trayectoria del proyectil habría tenido consecuencias letales, razón por la cual la Fiscalía acaba de solicitar ahora una condena de once años de prisión para el autor de los disparos: siete por la tentativa de homicidio y otros cuatro por    el arsenal de armas y munición que la Policía encontró después en su domicilio. Entre otras, diez pistolas, tres silenciadores y alrededor de 2.000 cartuchos.

La Audiencia de Zaragoza todavía no ha puesto fecha al juicio, pero la acusación pública ya ha anunciado que propondrá también que se condene al pistolero a indemnizar con 8.760 euros a la víctima por las lesiones y las secuelas. Porque, al margen de la pequeña herida que sufrió en el cráneo y que le provocó una ligera pérdida de sustancia, el joven sufrió un trastorno por estrés postraumático moderado con fenómenos de evocación, evitación e hiperactividad frecuentes.

Cuatro disparos

La Fiscalía pedirá también que se prohíba a Pablo Fernández, al que representa la letrada Carmen Sánchez, acercarse al bar donde ocurrieron los hechos, en la calle de San Rafael. El día del tiroteo, el hombre se marchó de allí enfadado porque no encontraba su cazadora. Unos minutos más tarde, regresó armado con dos pistolas y efectuó cuatro disparos con un revólver Zoraki. Porque aunque apretó una quinta vez el gatillo, el cartucho se quedó alojado en la recámara.

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