temporal filomena

"He abierto la ventana y la plaza de San Francisco parecía un paisaje de Siberia"

No por anunciada, la nevada ha dejado de sorprender a los zaragozanos. Aunque la recomendación es quedarse en casa, en la calle aún se ven 'runners' y muchos maestros del selfi.

Un grupo de amigos prepara un muñeco de nieve en Gran Vía.
Un grupo de amigos prepara un muñeco de nieve en Gran Vía.
Heraldo

Aunque las previsiones eran claras y hasta machaconas, la nevada en la capital del Ebro aún ha pillado por sorpresa a muchos zaragozanos que han vivido una mañana de frío, resbalones, muñecos de nieve y muchas fotografías para el recuerdo. La recomendación de Protección Civil es que nadie salga de casa si no es absolutamente necesario y que se eviten al máximo los desplazamientos, dado que los servicios de emergencias pueden quedar desbordados.

“Es normal que la gente quiera bajar, al menos, al portal a hacerse la foto”, comenta Mari Luz Peña, abriendo su comercio de Tomás Bretón, donde le llamaba la atención la cantidad de ramas caídas junto a los árboles. “Hay mucha menos gente por la calle, aunque los ‘runners’ nunca faltan”, bromeaba al ver pasar un par de corredores, bien equipados -eso sí- pisando la nieve.

“He preferido no coger el coche. El garaje está en rampa y no me la iba a jugar con el paquetón de nieve que hay. He visto, además, en la calle a un chaval intentando aparcar en batería que se le iban las ruedas para todos los lados”, decía Manuel Osés, a punto de coger el tranvía. El transporte público, salvo retrasos puntuales, sigue funcionando, “pero el problema es que no se ve bien por las ventanas en qué parada estamos y dónde tenemos que bajar”, decían dos usuarios una vez dentro del convoy.

Corredores por el bulevar central de Fernando el Católico.
Corredores por el bulevar central de Fernando el Católico.
Heraldo.es

En Gran Vía y Fernando el Católico la estampa era idílica y 100% invernal. En la plaza de San Francisco aún no se ha retirado el árbol navideño y “al verlo desde la ventana cubierto de nieve me ha parecido un paisaje de Siberia”, bromeaba Isabel Elías, que había salido a pasear a su galgo. El animal pese a estar vestido con un chubasquero y una manta térmica no parecía muy convencido de que el meteoro blanco sea fuente de alegría y felicidad…

En el bulevar central, algunos chavales recogían la nieve de los bancos para hacer una pelea de bolas y otro, previsores ellos, preparaban un muñeco con todos los detalles. “Compramos ayer de propio zanahorias en el súper para ponerle la nariz”, explicaban, al tiempo que discutían si ponerle una bufanda real al cuello -a ver quién era el guapo que dejaba la suya abandonada- o dejar su nívea garganta expuesta.

“Lo que más se escucha es el roce contra el suelo de la pala gigante de los operarios de limpieza y la gente que ‘da coces’ antes de entrar para quitarse la nieve de las botas”, comentaba María Pozuelo, que desde las 8.00 servía desayunos en una cafetería junto a la estación de Goya. Con la fregona en la mano iba borrando el rastro de cada nuevo cliente y, cuando no los tenía, se quedaba maravillada mirando por el amplio ventanal. “En otras ciudades he visto gente que hasta salía con trineo, palos de ‘nordik walk’ y esquís. Aquí, de momento, no. Pero sólo de momento...”, aventuraba. 

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