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Juicio del crimen de la maleta en Zaragoza: "No practicamos sado. Yo no maté a Mario"

El acusado por el crimen de la maleta, Jonathan Witmar Berreondo, ha negado este martes haber matado a martillazos a un camionero madrileño en un piso de Zaragoza. El guatemalteco, de 28 años, atribuye el asesinato a otro hombre que declarará como testigo.

JUICIO POR CRIMEN DE LA MALETA / AUDIENCIA PROVINCIAL DE ZARAGOZA / 03/11/2020 / FOTO : OLIVER DUCH [[[FOTOGRAFOS]]]
El acusado, durante el juicio que ha comenzado este martes en la Audiencia de Zaragoza.
Oliver Duch

El guatemalteco Jonathan Witmar Berreondo Noriega, de 28 años, se instaló en Zaragoza en 2017. Acababa de ser absuelto en su país de un macabro asesinato de tinte sexual y parecía querer iniciar aquí una nueva vida. Sin embargo, apenas unos meses después de su llegada a la capital del Ebro, la Policía Nacional volvía a detenerlo como presunto autor de un crimen similar en el barrio Oliver. La víctima, Jorge M. V., un transportista madrileño de 48 años al que encontraron desnudo y con el cráneo abierto a martillazos en el interior de una maleta.

El presunto asesino se ha sentando este martes en el banquillo de la Audiencia Provincial para responder de una muerte que podría llevarle 25 años a prisión, ya que esa es la condena que pide para él la familia del fallecido, a la que representa el letrado José Luis Melguizo. La Fiscalía no aprecia en principio ensañamiento, de ahí que solicite una condena de 20. La defensa, a cargo del abogado Javier Cestero, niega que su cliente fuera la persona que empuñaba el martillo con el que se perpetró el truculento crimen y propone su absolución.

El acusado, en prisión provisional por estos hechos, había dado hasta hoy múltiples versiones de lo sucedido aquel aciago 14 de diciembre de 2018 en la vivienda que tenía alquilada en la calle Vía Verde de Zaragoza: primero lo negó todo, después confesó el crimen y más tarde se desdijo para señalar a un tal Emilio el Cordobés como el verdadero responsable. El Jurado que habrá de pronunciarse sobre el grado de culpabilidad o la inocencia de Berreondo ha podido escuchar hoy su última declaración. De si les ha convencido o no se sabrá a finales de esta semana, cuando tras escuchar a testigos, policías y peritos emita su veredicto.

“No hubo ninguna práctica de sado que acabara mal. Yo no lo maté”, ha asegurado el presunto asesino cuando las acusaciones le han sugerido el posible móvil del crimen. Al parecer, la mejor amiga del guatemalteco declaró ante la Policía que Jonathan Witmar Berreondo sí era aficionado a este tipo de sexo y la Policía halló en su domicilio grilletes y cuerdas. “Además de ejercer la prostitución masculina, alquilo habitaciones a parejas que sí practican sado, por eso tenía esos objetos”, se ha justificado.

Sobre cómo ocurrió todo, el encausado ha dicho que un tal Mario García -nombre falso con el que mantiene que se identificó la víctima- contactó con él a través de ‘Wapo’ -aplicación de contactos gays y bisexuales- para quedar y mantener relaciones sexuales. “Cuando llegó a casa, sobre las cinco de la tarde, me pagó los cien euros que le pedí, se metió a la habitación y se acomodó. Cuando entré me lo encontré desnudo, con el condón puesto. Entonces me tiró sobre la cama y me empezó a dar bofetadas llamándome zorra”, ha explicado el acusado. “Al penetrarme -ha continuado-, yo grité y le di dos patadas para intentar quitármelo de encima. Mario cayó al suelo y se golpeó con la mesilla, pero se volvió a levantar y se colocó otra vez encima de mí”.

El acusado ha recordado después que “unos cinco minutos” después de llegar la víctima a su casa lo hizo también una tercera persona: Emilio el Cordobés. Según Berreondo, este hombre aguardaba en otra habitación del piso, pero al escucharle gritar y pedir ayuda acudió a su cuarto con un martillo en la mano. “Al girarme, vi cómo el Cordobés golpeaba a Mario en la cabeza. Le empezó a salir mucha sangre y llegó un momento en que se quedó inmóvil”, ha declarado el presunto asesino, atribuyendo el crimen al Cordobés.

Según Berreondo, si no contó en un primer momento a la Policía que había una tercera persona en el piso y que fue esta quién mató a Jorge M. V. fue “por miedo” y porque, en realidad, el Cordobés le había ayudado. “Me dijo que buscara algo para echar dentro el cuerpo. Después lo sacamos a la terraza. Quedamos en que yo limpiaría todo y que él se desharía del cuerpo. Pero pasaron los días y no volví a saber nada de él, así que llamé a la Policía”, ha manifestado.

La Fiscalía y la acusación particular han echado en cara al presunto homicida las “múltiples” versiones que ha dado sobre los hechos. “Ha cambiado horas, lugares, personas implicadas...”, le han recordado. “Todo lo que dije a la Policía fue mentira. No confiaba en ellos”, se ha excusado el acusado. “Claro, usted mintió a todo el mundo y ahora viene aquí pidiendo que le creamos. Pues mire, resulta bastante difícil, porque cada vez dice una cosa y llega a dar explicaciones surrealistas. Lo que ocurre es que usted tuvo algún problema con Jorge y lo mató”, le ha contestado el letrado José Luis Melguizo.

La defensa ha aprovechado su interrogatorio para intentar hacer ver al jurado que el relato de su cliente es “absolutamente verosímil”. El juicio continúa este miércoles con la declaración de los testigos: entre ellos, Emilio el Cordobés, al que el Grupo de Homicidios y el juez instructor ya desvincularon en su día de lo sucedido.

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