tribunales

Juzgan al presunto autor del crimen de la maleta, delatado por su forma de hablar

Un jurado escuchará hoy al acusado de matar al hombre con el que acordó tener una cita sexual en su casa del Oliver y ocultar su cadáver en una maleta.

El encausado ocultó la maleta con el cadáver dentro en el armario de esta terraza del número 1 de la calle Vía Verde de Zaragoza
El encausado ocultó la maleta con el cadáver dentro en el armario de esta terraza del número 1 de la calle Vía Verde de Zaragoza
Guillermo Mestre

Jonathan Witmar Berreondo Noriega, de 28 años, en prisión como presunto autor del llamado crimen de la maleta,  tendrá este martes la oportunidad de contar a un jurado popular lo que, según su versión, ocurrió en su piso del barrio Oliver de Zaragoza el 14 de diciembre de 2018. Allí se había citado con J. M. V., un transportista madrileño de 48 años al que había conocido esa misma semana a través de ‘Wapo’, una página de contactos gays y bisexuales. Aprovechando que solía hacer frecuentes viajes de trabajo entre Madrid y Barcelona, acordaron verse en Zaragoza.

J. M. V. acudió confiado a la cita en la calle Vía Verde. No podía imaginarse que su contacto, un joven casi recién llegado de Guatemala, había comprado el día de antes un martillo, de 340 gramos de peso, y lo había escondido debajo de la cama de su dormitorio. Según concluyó la Policía, cuando la víctima estaba tumbada desnuda y bocabajo, Berreondo se puso encima, cogió el martillo y de manera totalmente sorpresiva y con una salvaje violencia, le golpeó en la cabeza hasta en 21 ocasiones, rompiéndole la base del cráneo.

Tras acabar con su vida, Jonathan Witmar Berreondo hizo todas las maniobras que se le ocurrieron para ocultar su crimen. Primero, envolvió el cadáver con el cobertor impermeable de cama, dobló el cuerpo y lo metió en una maleta grande que precintó con varias vueltas de plástico transparente. Después, aunque seguramente su intención era dejarla en la calle, como pesaba mucho, el edificio no tiene ascensor y vivía en un cuarto piso, optó por sacar la maleta a la terraza de la casa mientras buscaba la solución. Lo tercero que hizo fue limpiar las abundantes manchas de sangre y pintar de blanco las paredes de la habitación. Por último, se deshizo del arma del crimen.

Los días siguientes los empleó en tramar una coartada supuestamente perfecta. El presunto criminal se quedó con el teléfono del fallecido y lo utilizó durante algún tiempo para aparentar que seguía vivo. El Grupo de Homicidios de la Policía averiguó que Jonathan Witmar Berreondo llegó a fingir una conversación con la víctima a través de Whatsapp. Con estos mensajes, pretendía hacer creer que ambos habían discutido y que J. M. V. se había marchado de su piso.

No contaba con que las peculiaridades propias del castellano de Guatemala terminarían delatándolo. Los agentes se percataron de que las expresiones que utilizó cuando redactó los mensajes haciéndose pasar por el transportista nunca habrían sido escritas por un madrileño.

Todos sus esfuerzos fueron en vano y la Policía lo detuvo el 22 de diciembre de 2018 como principal sospechoso del crimen. Sus primeras declaraciones en comisaría fueron evasivas, pero, ante las evidencias policiales, terminó confesando que había matado a J. M. V. No obstante, pronto empezó a retractarse: dijo que la muerte se había producido de forma "accidental" y trató de implicar a otras personas en el asesinato. De hecho, llegó a señalar a un hombre, conocido como Emilio el Cordobés, con el que mantenía relaciones esporádicas. Pero la Policía desmontó todas sus cortadas.

La familia, representada por el abogado penalista José Luis Melguizo, pide una condena de 25 años de cárcel para Berreondo por asesinato con ensañamiento. La Fiscalía no aprecia que concurra esta agravante y solicita 20 años. La defensa, a cargo de Javier Cestero, alega problemas psiquiátricos y pide su absolución al no considerarlo autor del crimen.

Berreondo llevaba pocos meses en España y había llegado de Guatemala después de haber sido absuelto -junto a su padre y un tercer implicado- del asesinato de otro varón. Este crimen fue cometido en marzo de 2015 en una ciudad guatemalteca y también tuvo evidentes tintes sexuales, pues los agresores cercenaron el pene de la víctima y luego lo pusieron en la boca a Jonathan Witmar al que maniataron en su casa en un intento, según mantuvo la Fiscalía, de fabricarle una coartada y alejar las sospechas de la Policía sobre él. El fiscal de Guatemala recurrió el archivo del caso y, al parecer, ha sido reabierto.

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