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"No cargo mucho": el desliz lingüístico que delató al detenido por el crimen de la maleta

El próximo 14 de diciembre se cumplirá un año del macabro asesinato perpetrado en Zaragoza y por el que fue detenido un guatemalteco de 26 años. En estos meses, la Policía ha desmontado todas su coartadas, incluida la que trató de montarse a través de Whatsapp.

El encausado ocultó la maleta con el cadáver dentro en el armario de esta terraza del número 1 de la calle Vía Verde de Zaragoza
El encausado ocultó la maleta con el cadáver dentro en el armario de esta terraza del número 1 de la calle Vía Verde de Zaragoza
Guillermo Mestre

Si un español lee en un mensaje de Whatsapp la expresión «no cargo mucho», muy posiblemente tendrá problemas para comprender qué intenta decirle la persona que le escribe o imaginará algo que no es. Pero si estas palabras las lee alguien nacido o residente en Guatemala no le costará ningún esfuerzo entender que su interlocutor no lleva mucho dinero encima, ya que se trata de una expresión propia del país centroamericano. Lo mismo sucede con giros como «no sabía cómo ponerla en caliente» 

­–al referirse al agua de la ducha– o «puse candado», a los que el guatemalteco Jonathan Witmar B. N. supuestamente recurrió para montarse una coartada e intentar convencer a la Policía de que no era el autor del llamado crimen de la maleta, del que el próximo 14 de diciembre se cumple un año.

Según el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior, tras matar a martillazos al transportista madrileño J. M. V. R.– de 48 años y con el que había quedado a través de la página de contactos homosexuales Wapo–, el sospechoso le robó el teléfono y lo utilizó durante algún tiempo para aparentar que el fallecido seguía vivo. Como explican los investigadores en un informe remitido al juez instructor del caso, en fechas posteriores al crimen, el presunto autor llegó a fingir una conversación con la víctima a través de Whatsapp. Con estos mensajes, el joven quería hacer creer que ambos habían discutido y que el camionero se había marchado después de su piso. Una coartada que el creyó perfecta.

Sin embargo, los deslices lingüísticos de Jonathan Witmar B. N., de 26 años, han terminado delatándolo. Porque, según la Policía, las expresiones que utilizó cuando redactó los mensajes haciéndose pasar por el transportista nunca habrían sido escritas por un madrileño.

El eficaz trabajo policial ha hecho que un caso que se presumía enrevesado esté ya prácticamente finiquitado, puesto que todo apunta a que el titular del Juzgado de Instrucción número 7, Rafael Lasala, pedirá pronto a las partes que califiquen los hechos y propongan pena para el encausado. En la llamada comparecencia del artículo 25 de la Ley del Jurado, el abogado José Luis Melguizo –que representa a la viuda de la víctima– ya adelanta que acusará por un delito de asesinato. Basándose en el informe de autopsia, el letrado explica que el transportista se encontraba acostado en la cama boca abajo, posiblemente dormido, cuando el joven con el que había mantenido relaciones se le sentó encima y de forma súbita comenzó a golpearle la cabeza con un martillo.

21 martillazos en la cabeza

Los forenses contabilizaron hasta 21 martillazos en el cráneo y explican que, dado el modo en el que se produjo el ataque, el camionero no tuvo ninguna posibilidad de defenderse. La acusación particular recuerda además que, tras acabar con la vida de este, el investigado se deshizo del arma homicida, limpió el piso con lejía y blanqueó las paredes.

Pero los esfuerzos de Jonathan Witmar B. N. por ocultar el asesinato no evitaron que acabara detenido por la Policía, que no se creyó las explicaciones que dio sobre el hallazgo de una maleta con un cadáver dentro en su piso del barrio Oliver. Cuando declaró por primera vez en comisaría, el joven reconoció que había matado a la víctima de forma «accidental». Sin embargo, no tardó en retractarse y en empezar a dar múltiples versiones de lo ocurrido, hasta el punto de atribuir la autoría del crimen a otro hombre con el que también mantenía relaciones esporádicas y al que identificó como Emilio el Cordobés.

Pero la Policía se ha encargado de ir desmontando sus coartadas una a una. Incluso la de la posible participación de una tercera persona en los hechos, ya que los investigadores lograron identificar al Cordobés y este dejó claro que había mantenido relaciones con el sospechoso varias veces pero no estuvo en su piso en las fechas en las que se produjo el asesinato, como luego se demostró.

Guardó la maleta en el armario de la terraza

El transportista madrileño J. M. V. R., de 48 años, regresaba el 14 de diciembre de 2018 a la capital de España tras recoger la carga de una mudanza en Barcelona. De camino a casa, hizo una parada en Zaragoza, ya que había quedado con Jonathan Witmar B. N., de 26 años, para mantener relaciones sexuales en su piso, ubicado en el número 1 de la calle Vía Verde del barrio Oliver. Nunca más salió de allí.

La Policía está convencida de que fue el joven quien acabó con la vida del madrileño a martillazos, lo que todavía es una incógnita es qué le hizo reaccionar de una forma tan violenta. Tras limpiar con lejía el escenario del crimen, optó por ocultar el cuerpo de la víctima, desnudo, en una maleta. Parece que su primera intención fue sacarlo de allí y arrojarlo en algún sitio, pero pesaba tanto –no hay ascensor en el edificio– que desistió. Para evitar que el olor levantara sospechas, metió la maleta en el armario de la terraza.

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