ecologia

Las algas protagonizan las vistas del Ebro a su paso por el Pilar

Como suele ocurrir en esta época del año, los macrófitos ocupan gran parte del caudal del río a su paso por Zaragoza, pero ¿qué significa su presencia?

Macrófitos (mal llamados algas) en el Ebro a su paso por el Pilar.
Macrófitos (mal llamados algas) en el Ebro a su paso por el Pilar.
Camino Ivars

Como ya se ha vuelto costumbre, un año más las algas ocupan gran parte del caudal del Ebro a su paso por el centro de Zaragoza, que ahora, al final del verano y debido a la época de estiaje y a una primavera cálida, lluviosa y sin grandes crecidas, dejan una imagen que preocupa a muchos ciudadanos.

Sin embargo, la presencia de estas mal denominadas ‘algas’ no es tan negativa como puede parecer ya que en torno a estas plantas acuáticas de agua dulce existe una gran cantidad de mitos. Así lo explica Luis Tirado Blázquez, delegado de SEO/BirdLife en Aragón. Una realidad que comienza con su denominación. “Aunque es la más extendida, la acepción de alga se corresponde con la planta marítima. En este caso el término correcto es el de macrófitos”, explica.

Además, aunque a priori su presencia suele ser considerada molesta, sobre todo a nivel estético, el experto explica que tiene su lado positivo ya que, en una cantidad razonable, estas plantas están consideradas como un importante indicador biológico que aporta información muy relevante sobre la calidad del agua a medio y largo plazo. “Tradicionalmente su presencia se ha asociado a las aguas estancadas con bajos niveles de oxigenación, suciedad y, en definitiva, con conceptos negativos. Sin embargo, la realidad es que son muy necesarias para el mismo”, resume Tirado.

Es decir, que su presencia es “importante, e incluso necesaria”, pero a unos niveles adecuados: “Podría decirse que la presencia excesiva de estas plantas acuáticas determina el mal estado de salud de un ecosistema”. A modo de ejemplo, el experto asegura que un río sin vegetación sería “algo así como un desierto, pero trasladado al medio acuático”, es decir, un espacio sin vida.

Sin embargo, el problema en el río Ebro tiene que ver con su reproducción en exceso, que Tirado achaca a un posible exceso en cuanto a la presencia de nutrientes como una de las causas principales. “Por un lado, este fenómeno indica que hay demasiado alimento en el río, es decir, que el agua no está bien depurada. Las plantas acuáticas son consideradas depuradores naturales, pero en este caso no dan abasto”, admite.

Macrófitos (mal llamadas algas) en el río Ebro a la altura del puente de Piedra, con la basílica del Pilar al fondo.
Macrófitos (mal llamados algas) en el río Ebro, a la altura del puente de Piedra, con la basílica del Pilar al fondo.
Camino Ivars

Caldo de cultivo para la mosca negra

Esto, unido a la construcción del azud en el año 2008, el cual evita que el agua del río circule con normalidad, se traduce en el caldo de cultivo idóneo para la aparición de este tapiz vegetal. “Interrumpir una corriente acuática siempre tiene consecuencias”, resume. Y una de ellas es la modificación del ecosistema con la introducción o proliferación de nuevas especies y la desaparición de otras. Es el caso de la expansión de aves como las gaviotas o de otra de las protagonistas de la ribera del Ebro durante los últimos años: la mosca negra.

Por su parte, desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) recuerdan que esta se ha convertido en una imagen habitual cada año durante el verano debido al bajo caudal del río y que este año no se ha detectando ninguna excepcionalidad en este sentido. Además, recuerdan que, aunque ha llovido de manera considerable, este año no se han producido crecidas extraordinarias considerables como sí ocurre en otras ocasiones.

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