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La mujer asesinada en Movera lleva año y medio sin enterrar por orden judicial

Un posible error de traducción podría alargar además la espera, puesto que la defensa ha pedido la nulidad de la confesión del sicario lituano al que se atribuye el crimen, perpetrado en noviembre de 2018 en Zaragoza.

Matan de un tiro a una joven de 28 años en una urbanización de Movera
El crimen se produjo el 21 de noviembre de 2018 en esta finca del barrio de Movera de Zaragoza
Guillermo Mestre

María Marian, de 28 años, regresaba a casa tras hacer unas compras cuando fue abordada por quienes a la postre se convertirían en sus verdugos. Al forcejear con uno de ellos, la joven recibió un impacto de bala en el costado que le costó la vida. Murió el 21 de noviembre de 2018, pero, año y medio después, el cadáver de la víctima del llamado crimen de Movera continúa en una cámara del Instituto de Medicina Legal de Aragón. 

Su familia ha pedido varias veces al juez el cuerpo para incinerarlo o darle sepultura, pero el instructor del caso se niega. Y no por capricho, sino porque, dado el rumbo de las pesquisas, los forenses podrían necesitarlo en el futuro para apuntalar la acusación. Cabe recordar que, aunque la joven forcejeó con sus agresores, en las uñas de la fallecida no se hallaron restos biológicos de ninguno de los sospechosos detenidos. A ello se suma el hecho de que su hermana, que en un principio declaró que vio a los homicidas, no pudiera identificar después a ninguno de los investigados.

Y la espera puede hacerse eterna, ya que un supuesto error de traducción amenaza con alargar el esclarecimiento definitivo del asesinato de Movera, por el que el Juzgado de Instrucción número 12 de Zaragoza investiga a diez personas. La enorme complejidad del caso hizo que el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional necesitara siete meses para identificar y detener a todos los presuntos implicados en esta muerte. Sin embargo, el hecho de que al presunto autor material del crimen, el sicario de origen lituano Aivaras S., se le tomara declaración con un traductor de ruso podría invalidar ahora su confesión: nunca reconoció la autoría, pero admitió que estuvo en la finca con otros dos hombres a los que señaló como responsables del disparo mortal.

El nuevo abogado del principal sospechoso, Juan Monclús Ruiz-Galbe, no ha pasado por alto la cuestión del traductor, que considera una vulneración «flagrante» del derecho a la defensa por el que ha pedido formalmente al juez instructor la nulidad de las dos declaraciones de su cliente: tanto la que hizo en comisaría, como la que haría después ante el juez de guardia, que decretó su ingreso en prisión.

En un primer momento, el sicario lituano negó de forma tajante su participación en el asesinato y aseguró que ni siquiera estuvo en la finca de la urbanización Torre Urzaiz de Movera, lugar donde residía la víctima. Lo que ignoraba entonces es que los investigadores contaban con dos pruebas que lo ubicaban en la escena del crimen. Por un lado, el guante de látex que al parecer perdió en la huida y del que se extrajo su ADN. Por otro, la geolocalización de su teléfono móvil.

Las evidencias obligaron a rectificar al detenido, que acabó admitiendo que acudió a la finca acompañado por Juan E. O. y Jesús J. M. Según el primero, su tarea era únicamente hacer de «traductor» en un supuesto negocio relacionado con una deuda. Sin embargo, los tres hombres accedieron a la propiedad haciendo un boquete en la valla perimetral.

De acuerdo con el relato de Aivaras S., cuando se acercaron a la casa, una mujer –supuestamente, la hermana de la fallecida– los vio y se echó a correr hacia el interior. Acto seguido, añadió, salió un hombre con una escopeta (que nadie ha encontrado) y él se fue corriendo dejando allí a los otros dos. Al instante, dijo, oyó un disparo y un grito de mujer. La joven recibió el tiro en un costado y le atravesó varios órganos vitales causándole la muerte minutos después.

Ruso y lituano «no se parecen»

La defensa intenta hacer ver ahora al juez que su cliente se limitó a asentir a todo lo que le decían porque no entiende ni el ruso ni el español. Y para demostrar que el traductor de ruso que le pusieron –que tampoco era de este país, sino peruano– no pudo asistir correctamente al encausado, se ha aportado un informe de una traductora de lituano –nombrada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España– que pone de manifiesto las enormes diferencias entre ambos idiomas.

«El lituano y el ruso no son lo mismo, no se parecen y ni siquiera pertenecen al mismo grupo lingüístico. El ruso es un idioma de grupo eslavo, se escribe con letra cirílica y el lituano es del grupo báltico, usa letra latina, tienen una gramática y un vocabulario tan diferente como el que pudiere haber entre castellano y el inglés, una lengua romance y una germánica», señala la perito.

El instructor del caso –en el que según los investigadores del Grupo de Homicidios subyace un problema entre la víctima y parte de la familia de su pareja a cuenta de la propiedad de un piso– ha pedido ahora a la Fiscalía que se pronuncie sobre la petición de nulidad. Y, de aceptarse, dejaría sin una prueba importante a las acusaciones.

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