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Una bala en el pie impide acudir a declarar al hombre tiroteado en abril en Zaragoza

La jueza tuvo que aplazar el interrogatorio de la víctima por recomendación médica, pero pudo tomar declaración a su mujer y tres testigos directos de los hechos.

La Policía en la puerta del garaje donde tuvo lugar el suceso
La Policía en la puerta del garaje donde tuvo lugar el suceso
Guillermo Mestre

La jueza que investiga el tiroteo que se produjo en la mañana del pasado 6 de abril a las puertas de un garaje del barrio de Jesús de Zaragoza tenía previsto haber tomado declaración este lunes a la víctima, J. V. S., de 45 años. Sin embargo, el jefe de mantenimiento del Sector I del Servicio Aragonés de Salud (Salud) tiene todavía una bala alojada en un pie que requiere de curas diarias y le impide salir de casa. De hecho, los médicos aconsejaron retrasar su comparecencia y la instructora del caso no puso ninguna objeción. Al parecer, el paciente tiene varias consultas con distintos especialistas a lo largo de las próximas semanas, por lo que todo apunta a que el interrogatorio podría producirse en junio o julio.

Los que sí prestaron declaración el lunes en el Juzgado de Instrucción número 10 de Zaragoza fueron la mujer del tiroteado y tres testigos directos de los hechos, todos ellos vecinos de la calle de Mainar. La primera no presenció ni escuchó los disparos y se enteró de lo ocurrido por un residente del edificio.Cuando bajó a la calle, su esposo estaba recibiendo las primeras asistencias sanitarias, por lo que apenas pudo hablar con él. Con quien sí pudo conversar la mujer de J.V. S. fue con la Policía Nacional, que, tratando de aclarar lo ocurrido, una de las primeras cosas que le preguntó fue si su marido tenía enemigos.

«Lo acorraló contra el coche y le disparó al menos seis veces, tres de ellas cuando ya estaba en el suelo»

La mujer aseguró que en «lo personal» su esposo no estaba enemistado con nadie, pero enseguida recordó que la víctima le había hablado varias veces de los problemas que había tenido en el trabajo con un empleado del Hospital Royo Villanova al que el Salud había decidido no renovar su contrato. De ahí que los investigadores siguieran rápidamente la pista del ingeniero técnico Alberto P. G., de 35 años, quien acabó detenido y enviado a prisión como presunto autor de la tentativa de asesinato.

Puso la bicicleta en medio

En cuanto a los tres testigos directos citados por la juez, dos estaban juntos fumando en el balcón y vieron cómo el encausado dejaba una bicicleta de alquiler delante del garaje de la víctima para obligarle a bajarse del coche. Según explicó la pareja, en cuanto el jefe de mantenimiento del Salud se apeó del vehículo, un hombre que vestía con prendas oscuras se le acercó por la espalda. Acto seguido, dijeron, «lo acorraló contra el coche y le disparó al menos seis veces, tres de ellas cuando ya estaba en el suelo». No vieron de dónde sacaba el arma, pero precisaron que apretó el gatillo a una distancia de «entre metro y medio y dos metros». También les llamó la atención la «seguridad» y «frialdad» con la que actuaba el agresor.

El tercer testigo no presenció el ataque, ya que se asomó a la ventana al escuchar lo que parecían ser «petardos»: «Fueron al menos seis impactos», coincidió. En cuanto al autor de los disparos, lo vio huir con un caminar «torpe».

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