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Un Erasmus zaragozano en Austria: "Veo mascarillas tiradas por el suelo y me da rabia con la falta que hacen en España"

Raúl Gil, un estudiante zaragozano en Graz (Austria), cuenta cómo se vive la pandemia en uno de los países con menor número de contagios de Europa. 

El joven zaragozano Raúl Gil, de 20 años, es estudiante de Erasmus en Graz (Austria). En la imagen, paseando al perro de una amiga.
El joven zaragozano Raúl Gil, de 20 años, es estudiante de Erasmus en Graz (Austria). En la imagen, paseando al perro de una amiga mientras ella trabaja.
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El joven zaragozano Raúl Gil, de 20 años, cogió un avión el pasado 3 de septiembre para vivir su experiencia de Erasmus en Austria, donde cursa tercero de Traducción. Cuando llego allí, nunca imaginó que le tocaría vivir una experiencia de este tipo lejos de casa. No obstante, reconoce sentirse "afortunado", pues la tranquilidad que reina en las calles y el bajo nivel de contagios le permitió hace unas semanas tomar la decisión de quedarse.

"A mí lo que más me preocupa no es la situación aquí ni el estar solo. Me preocupan más mis padres, que llevan los pobres un mesecico en casa encerrados... Al margen de eso, toda mi familia está bien y eso me tranquiliza. Lo peor es para quienes enfermen...", reconoce.

Austria —con más de 14.400 casos de contagio y 356 fallecimientos— inició la "nueva normalidad" el pasado martes, después de cuatro semanas de cuarentena por el coronavirus. Pionero en tomar medidas contra la propagación de la pandemia –cerró fronteras a extranjeros el 10 de marzo y decretó el confinamiento de la población el 16 del mismo mes–, este país centroeuropeo ha esbozado también el primer calendario de salida paulatina del confinamiento de la Unión Europea.

Raúl, por su parte, reconoce que la prontitud con la que se tomaron medidas ha ayudado a que la situación actual en Austria sea muy distinta a la que se vive en otros países, pues frenaron muy rápido el nivel de contagios. "Justo hoy han abierto los comercios pequeños… Austria ha sido de los primeros países en Europa en levantar medidas y ahora pueden abrir todos los negocios de menos de 400 metros cuadrados con una serie de normas. Entre ellas, el límite de aforo y el uso obligatorio de mascarillas”, contaba este miércoles este joven de 20 años.

En la ciudad en la que reside, Graz, no ha habido una cuarentena obligada. Asegura que ha estado todo cerrado, a excepción de estancos, farmacias y supermercados, pero se puede salir a la calle en grupos de menos de cinco personas. Al igual que en España, las recomendaciones que se hicieron tardaron un poco en calar en la ciudadanía, aunque la situación fue al poco tiempo asumida por todos. "El día que dijeron que iban a poner medidas y cerrar establecimientos hacía muy buen tiempo. Yo volvía de la Universidad, que acababa de cerrar, y al pasar por el parque estaba hasta arriba de gente. Tardaron un poquito en ponerse estrictos, pero la gente está cumpliendo”, puntualiza.

Una de las medidas que más aplaude este estudiante zaragozano es la que han tomado los supermercados austriacos de su ciudad, que reparten mascarillas y gel desinfectante a todo aquel que va a hacer la compra. "Te la dan al momento porque si no, no entras. Y también te hacen coger un carro grande para mantener las distancias de seguridad en las filas, etc.”, apostilla.

Sabiendo lo que ocurre en España, a Raúl le da pena cuando se encuentra mascarillas tiradas por el suelo cada vez que va a hacer la compra. "Yo tengo ya tres que nos repartieron en el supermercado… Aquí les sobran y me da rabia cuando veo que las tiran porque pienso en la falta que hacen en España", afirma.

Sus razones para quedarse en Austria

Aunque asegura que muchos de sus compañeros decidieron marcharse al declarar el Gobierno de España el estado de alarma, Raúl y unos cuantos más decidieron quedarse al ver que la situación no era tan complicada como en España. “Hay mucha gente que se está quejando de que no nos dan información a los Erasmus pero yo me he mantenido tranquilo... Pienso que si no la dan es porque no la tienen o no la pueden dar, porque cada tres días cambian las cosas, así que antes de ponerme nervioso y agobiarme por algo que no puedo controlar prefiero tomármelo con calma, ver lo que me van diciendo e ir solucionando poco a poco las cosas”, señala.

En la residencia de estudiantes en la que se encuentra, Raúl comenta que hay bastante gente que se ha ido, pero todavía quedan muchos estudiantes de Erasmus que deben seguir las normas y recomendaciones que les dan para evitar contagios. “Han prohibido traer invitados, que cojamos el ascensor más de una persona a la vez; nos piden que tengamos cuidado con la limpieza y en la cocina y han instalado también desinfectante en las entradas”, explica.

En su caso, al asumir con calma la situación y no haber tenido problemas, tampoco ha necesitado recurrir a la embajada. Al poco de cerrar fronteras, meditó la decisión con sus padres, que le esperan en Zaragoza, y lo consensuaron fácilmente. "Recuerdo que era un viernes y ya el lunes cerraban fronteras. La gente en mi residencia se volvió loca… Yo llamé a mi madre y le dije: ‘en España vais por tantos casos ya; aquí apenas hay contagios y se va a poder salir a la calle. Lo más sensato es quedarme', y así lo decidimos juntos", recuerda este estudiante, que a pesar de la extraña situación que se vive en medio mundo, aún tuvo tiempo de viajar y conocer otros países durante sus vacaciones de invierno.

"En febrero me fui a Eslovaquia, a Croacia y a la República ChecaTambién vinieron a verme unas amigas y nos fuimos a Viena. Allí ya vimos a gente con mascarillas por las calles e incluso bromeábamos sobre la posibilidad de que viniera una pandemia, y fíjate... Luego me enteré de que en Austria, la estación de esquí de Tirol, que es muy famosa, ha debido ser un foco de infecciones importante para toda Europa. Aquí es el sitio donde más casos se reportaron y luego se extendieron por el resto de la provincia, que quedó en cuarentena. Pero en mi región, Estiria, no pasa nada", aclara.

Otra de las razones para no querer volver de Austria fue el elevado coste que tenían los vuelos al poco de declararse el estado de alarma. "Podía volver a España, pero miré antes de que cerraran aeropuertos, un par de días antes, y costaban más de 200 euros. Yo tenía muchas cosas en la residencia y tendría que haber dejado todo sin saber cuándo volver a por ellas…", comenta.

Afortunadamente, y gracias a sus estudios, Raúl apenas tiene problemas para defenderse con el idioma. Cuenta que ya en septiembre, antes de que empezaran las clases en la universidad de Graz, llegó unos días antes para hacer un curso de alemán. "Me vine aquí a Austria para mejorar el idioma. En Zaragoza, lo único que di fue en el instituto. Y durante la carrera, en Castellón, supe que me hacía falta venir a un país de habla alemana porque se me hacía cuesta arriba… El dialecto que hablan aquí es un poco más difícil de entender, pero no tengo complicación", añade este zaragozano.

Aunque tiene asumido que acabará el curso en Austria, Raúl no pierde las ganas de volver a España, donde le esperan con los brazos abiertos sus familiares y amigos, con quien esperaba reunirse hace dos semanas. "Tenía pensado volver el 2 de abril, por las vacaciones de Semana Santa, que también las tenía aquí… Pero me cancelaron el vuelo y le pedí a Ryanair que me reembolsara el dinero”, relata.

Ahora tiene claro que al menos hasta finales de junio, cuando acabe la universidad, no podrá volver a su ciudad, Zaragoza. Pero cuando lo haga, no duda de qué será lo primero que haga. "Tengo ganas de irme de vermú con mis padres y mi hermana, que nos gusta mucho. Quieras que no, como aquí no estoy encerrado y me está dando el aire… aún puedo salir y tomarme unas cervezas con amigos. Así que me quedo con un vermú en familia, irnos de tapeo y echarnos una cervecita, que siempre que vuelvo lo hacemos y lo pasamos muy bien juntos", dice con una sonrisa.

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