urbanismo

¿Cuántos tipos de baldosas hay en Zaragoza?

No falla. A poco que caen cuatro gotas, vuelven las quejas ciudadanas sobre lo resbaladizos que son algunos pavimentos. Dibujos de hexágonos, cuadrículas de pastillas, losas de hormigón… ¿Cuántos modelos de baldosas hay en las calles de Zaragoza? ¿Por qué es tan complicado unificar criterios estéticos?

BALDOSAS C/ SANMIGUEL / 16-03-05 / FOTO: JUAN CARLOS ARCOS 74AC0313.jpg
Un tramo de la céntrica calle de San Miguel en el que coinciden varios diseños.
Heraldo.es

Basta con dar un breve paseo por el Casco. O por la plaza de San Miguel o por Tomás Bretón. Solo hay algo que une los distintos tipos de baldosas que alfombran la ciudad: su heterogeneidad. Las hay de todos los colores y de todo tipo de materiales, si bien siempre se procura que sean cómodas, seguras, estables y económicas o, al menos, que no disparen los costes de la obra. También es fundamental que “exista suministro y se pueda reponer en caso de rotura”, explican en el área de Urbanismo.

Quienes visitan Barcelona, Pamplona o Bilbao (esta última tiene patentada su propia baldosa) comprueban con cierta envidia que ese pastiche estético no se da en las plazas y calles vecinas, pero en Zaragoza, a falta de una norma que unifique el pavimento de las aceras, han sido siempre los proyectistas los que han elegido por su cuenta y riesgo, aún con el visto bueno municipal, las que les han parecido más adecuadas.

Solo en el Casco hay hasta una docena de modelos diferentes, aunque en el Plan General de Ordenación Urbana hay un anexo en el que se ofrecen criterios sobre la escena urbana (lo que incluye fachadas, rótulos, tipos de farolas, papeleras, fuentes...). Además, en el corazón de la ciudad, los pavimentos también tienen que ser aprobados por la Comisión Provincial de Patrimonio, dado que se trata de calles rodeadas de espacios protegidos o de inmuebles de interés arquitectónico.

En el Casco Histórico se ha hecho un esfuerzo para que no proliferen demasiados modelos y predomina el suelo con terminación pétrea en tonos cálidos o rojizos, si bien en los últimos años muchos adoquines se están sustituyendo por un paño de hormigón o mortero coloreado (véase el ejemplo de Cinco de Marzo) porque reponer los adoquines era muy costoso y, al ser calles de paso de vehículos por la carga y descarga, se levantaban y destrozaban enseguida.

A pesar de los desvelos del Plan Integral del Casco (PICH) para que "como espacio singular tenga también un tratamiento singular", nada tiene que ver el entarimado del balcón de San Lázaro con el adoquinado de Pabostría o con las losas de ónice iraní y el mármol travertino de la plaza de la Seo.

Otra de la baldosa que más define Zaragoza es la dividida en pequeñas cuadrículas que sirvió para pavimentar buena parte de la ciudad consolidada, esto es, barrios como Las Fuentes, San José, Las Delicias… Esta sí ha resultado más problemática porque apenas tiene agarre y resulta peligrosa cuando está mojada por la lluvia o los baldeos. La clásica baldosa de 'cuatro pastillas', que sería la predominante en Zaragoza, aunque en su momento dio buenos resultados ahora se rechaza por resbaladiza y parecer demasiado clásica.

El relevo lo dieron las losas con textura de pizarra o caliza. Ejemplos de esta se pueden ver en la plaza de España o en Cesáreo Alierta, si bien en estos casos continuaba prevaleciendo la decisión del arquitecto o urbanista de turno que renovaba cada calle (Iñaki Alday, por ejemplo, en Independencia) sin que la administración velara por dar una coherencia a las calzadas. Otro empujón de importancia a la renovación del pavimento de Zaragoza lo brindó las obras de implantación del tranvía, en las que se optó por baldosas grises, de hormigón y antideslizantes. Estas son muy funcionales y parece que convencen, a pesar de que en su día hubo que pulir todos los bordes de granito que ejercían de separadores, dado que eran punzantes y no pocos coches se dejaron ahí los neumáticos.

Los tediosos arreglos

Zaragoza cuenta con unos 4.800.000 metros cuadrados de aceras y las baldosas rotas protagonizan la mayoría de las quejas que los zaragozanos introducen en el buzón municipal. Hasta la fecha las brigadas de Conservación reparan anualmente más de 8.000 metros cuadrados de embaldosados, pero el gobierno PP-Cs ha hecho del arreglo de aceras uno de sus caballos de batallas y casi ha duplicado las máquinas y las brigadas (de cuatro a siete) que se destinan a estos efectos. Una inversión extra de 240.000 euros en el último cuatrimestre del año hará que de las 560 intervenciones anuales se lleguen casi a las 900 este 2019.

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