medio ambiente

¿Qué dicen las fresas del aire de la ciudad?

El proyecto 'Vigilantes del cierzo', de la Fundación Ibercivis, lleva tres años invitando a los zaragozanos a colocar pequeñas plantas de fresa en sus balcones para hacer un mapa de la contaminación atmosférica. Los primeros resultados relacionan la mayor concentración de partículas en zonas del centro con mucho tráfico rodado.

Algunas de las pequeñas plantas de fresa que se repartieron en la Azucarera para los primeros experimentos.
Algunas de las pequeñas plantas de fresa que se repartieron en la Azucarera para los primeros experimentos.
Raquel Labodía

A las macetas de fresas no se les suponen muchas habilidades gimnásticas y, sin embargo, van a dar un enorme salto… Un humilde proyecto que nació en Zaragoza hará tres años se va a llevar a cabo a nivel estatal debido a las muchas bondades medioambientales y participativas que granjea. Se trata de ‘Vigilantes del cierzo’, que puso en marcha la Fundación Ibercivis y que sirve para estudiar las partículas contaminantes de la atmósfera y hacer un mapa de la calidad del aire en la ciudad. Pero, ¿en qué consiste la iniciativa? Las instituciones regalan pequeñas plantas de fresas a los ciudadanos que deben colocar en sus balcones y, después, analizando las hojas de esas plantas en contacto con la atmósfera se puede medir la contaminación de los distintos barrios de la ciudad. 

Basta con cuidar un poquito el fresal, dejar pasar un par de meses y, después, enviar dos o tres hojas de la planta a la Fundación Ibercivis dentro de un sobre y con una ficha cumplimentada. Así, la participación ciudadana contribuye a desarrollar la ciencia y a buscar fórmulas para mejorar la calidad del aire. “En vez de llenar la ciudad de sensores, queremos llenarla de plantas, de flores y de color”, dice la presentación del proyecto en la web municipal, dado que el Ayuntamiento de Zaragoza también ha estado implicado en su puesta en marcha. También el Gobierno de Aragón respalda el proyecto y el pasado día de San Jorge entregó en el Pignatelli unas cuantas macetas a los niños que superaban las pruebas de una divertida gymkhana científica. Igualmente, decenas de colegios zaragozanos tienen en su patios no pocas muestras del proyecto porque en su día La Azucarera repartió planteros de fresas entre profesores para implicar a la comunidad escolar.

Las fresas, según cuentan, se han elegido porque son "plantas de un cultivo fácil, que aguantan bien el frío y cuyas hojas tienen pelitos, lo que viene bien para captar las partículas que luego se analizan el proyecto".

¿Y cuáles son los resultados? De momento, la Fundación Ibercivis ha hecho públicas unas conclusiones de los primeros experimentos que se llevaron a cabo hace un par de años. De las mil plantas que repartieron recibieron de vuelta hojas de un 30% de la población: 300 muestras de las que, finalmente, 265 estaban en condiciones de ser usadas. De estas, un 33% de las muestras “tenían valores bajos de magnetización”, aunque también había zonas con tasas más altas, que son las que suelen corresponderse a calles con más intensidad de tráfico. De hecho, a través de las fresas se puede medir la contaminación del tráfico rodado, las obras públicas, el humo de la industria...

El valor medio del SIRM (magnetización remanente isotérmica de saturación) fue de 72.55, aunque en el área central de la ciudad se acumulan mayores concentraciones de partículas contaminantes: se llegaron a registrar picos de 650. Del estudio de 2017 también se deduce que las calles más protegidas del viento son las que tienen menor dispersión de partículas y que en la expuestas al cierzo estas “vuelan” enseguida.

Apuntan los autores del proyecto que, al margen de los resultados, una de las bazas principales de la iniciativa es “la inclusividad de la ciencia ciudadana”, así como “la participación y corresponsabilidad” de los zaragozanos de a pie. El proyecto, bautizado con el nombre de ‘Vigilantes del cierzo’, es una extensión del estudio ‘AirBezen’ que la Universidad de Amberes realizó en esa ciudad belga el año 2014. En Zaragoza hubo una experiencia similar durante 2010 y 2011, cuando una investigación del Gobierno de Aragón se propuso evaluar el uso de adelfas como instrumento para monitorizar la presencia de contaminantes en el aire zaragozano.

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