Por
  • Juanma Fernández

Un AVE para cutres

Unos pasajeros del AV City llegan a Zaragoza en el primer viaje del nuevo tren Alvia el pasado martes día 17.
Unos pasajeros del AV City llegan a Zaragoza en el primer viaje del nuevo tren Alvia el pasado martes día 17.
Guillermo Mestre

Para los que solemos coger el tren que sale de Madrid a Zaragoza o viceversa, las sorpresas parece que se han sumado como nuevo fichaje al largamente padecido de los precios abusivos, a los que todavía no estamos acostumbrados. En mi caso, soy usuario frecuente del hasta hace poco AVE que salía a las 21.30 horas hacia la capital maña y que ahora me han cambiado por un tal AV City que es más lento, más viejo pero que teóricamente también es más económico.

Sobre este punto, he de decir que en mi debut con la nueva apuesta del monopolio ferroviario patrio pagué por el billete casi 30 euros cuando para el mismo horario cuando era AVE, habitualmente he pagado 20, 22 o 25 por un trayecto que ahora dura diez minutos más. Más caro, más lento. Y entiendo a quien piense que esos diez minutos más apenas te trastocan la agenda; cosa que tendría todo el sentido si no fuera porque todos sabemos de sobra que nos están dando algo más cutre por el mismo o más dinero.

Y es que sin estar yo acostumbrado a viajar en carroza y llevando lo de clase turista tatuado en el pecho, el AV City que circuló de Madrid a Zaragoza ese viernes en sustitución del AVE resultó ser de los trenes más cutres en los que he viajado. Para empezar, porque el número de vagón estaba pintado con rotulador y medio borroso encima de un letrero digital que estaba roto. A eso se suma que a partir del vagón 3 no estaban numerados y que el 1 y el 2 no seguían el orden, por lo que se generó una masa de viajeros haciendo la conga en el pasillo cargados con maletas. Dentro, la puerta que separaba los asientos de la plataforma y el baño no cerraba, así que nos deleitamos todo el viaje con un sonido constante de aire comprimido que al menos pudo disimular el de algún pedo. Todo ello edulcorado con una megafonía analógica y en un solo idioma que era el revisor anunciando las estaciones venideras a gritos ("¡El que tenga que bajar en Calatayud que se prepare!"). En fin, que a veces da la sensación de que nos toman por tontos. Me haría ilusión, en todo caso y hasta que se liberalice el mercado del tren, que en lugar de AV City le llamaran AV para cutres, que parece que es lo que Renfe quiere llamarnos con la boca pequeña mientras nos vacía los bolsillos.

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