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Granizada de Andorra: "Es como si por mi huerto hubiera pasado una apisonadora"

Los andorranos revisan los desperfectos causados por la tormenta, que dejó bajos inundados, huertas arrasadas, tejados rotos y coches abollados.

Huerto arrasado en el entorno de Andorra por la granizada y el vendaval.
Huerto arrasado en el entorno de Andorra por la granizada y el vendaval.
Heraldo.es

"Mi huerto está como si hubiera pasado una apisonadora. Solo quedan los tronchos de las plantas. No ha quedado ni la hierba de pie". Un vecino de Andorra resume así el aspecto que presentaba este jueves su pequeña parcela de regadío junto la localidad tras el paso de la tormenta de granizo, lluvia torrencial y vendavales que el pasado miércoles "arrasó" los campos que rodean el pueblo. En el casco urbano, el panorama estaba marcado ayer por las inundaciones de bajos, los coches con lunas rotas, los tejados llenos de goteras y por el suelo cubierto de hojas y ramas arrancadas de los árboles.

Los miembros de la Junta de San Macario, formada por 12 parejas de la localidad encargadas de mantener este santuario, han subido a comprobar los efectos de la granizada en la ermita del patrón y en el parque que la rodea y se han encontrado con una "alfombra de hojas y ramas" desprendidas por los impactos del pedrisco que cubría la tierra, como ha explicado Sergio Bielsa, miembro de la Junta. Junto con los restos de vegetación que acolchaban el suelo, el grupo de voluntarios encontró decenas de pájaros muertos. Bielsa ha indicado que el gran tamaño del granizo –cercano al de un huevo de gallina– y las fuertes rachas de viento que lo acompañaban destrozaron a pequeñas aves, como golondrinas o gorriones.

Los miembros de la Junta han podido comprobar que el agua se había infiltrado dentro de la ermita y que las ventanas estaban rotas por la granizada. Además, "la fachada, recién pintada y restaurada, ha quedado llena de desconchones provocados por los golpes del granizo". Sergio Bielsa ha resumido su impresión sobre la tormenta y sus efectos afirmando que "nunca antes había visto nada parecido en Andorra".

Javier Ginés retira el granizo acumulado delante de su cochera.
Javier Ginés retira el granizo acumulado delante de su cochera.
Rubén García

Javier Ginés, un vecino, ha tenido que tirar de pala toda la mañana con la ayuda de un familiar para despejar la puerta de su cochera porque la capa de granizo acumulada en el acceso, de unos 60 centímetros, le bloqueaba la salida. Ha explicado que tuvo que utilizar una azada para picar la gruesa costra de hielo que cubría el pedrisco amontonado por el agua que, durante la tormenta, desbordaba las aceras de la calle y se vertía en dirección a su garaje, situado en una rampa en bajada.

Ginés ha recordado que la tarde del miércoles se disponía a poner su coche pegado a la puerta del garaje por temor a que esta, combada por el empuje del agua y del granizo, se reventara anegando el local. Cuando se preparaba a quemar el último cartucho para salvar su vehículo, la tormenta cesó, aunque la persiana metálica del cierre ha quedado deformada por el empuje del torrente.

Otro vecino, Mario Aparicio Miguel, ha recordado, todavía impresionado, que "la tormenta se vivió con mucha incertidumbre desde que empezó, porque no se sabía hasta qué punto iba a llegar". "Cada vez iba a más –ha dicho–. No podíamos levantar las persianas porque si lo hacíamos los cristales se rompían. Lo hemos vivido con mucho miedo". Ha añadido que los cultivos de su huerto quedaron irreconocibles tras el paso de la tempestad.

"Lo poco que tenía protegido en mi huerto se salvó de mala manera, pero todo lo cultivado al raso se ha perdido por completo"

Salvador Miralles, propietario de un coche que soportó la granizada a la intemperie, ha señalado que la tormenta "destrozó por completo" el cristal y la chapa del vehículo y no pudo "hacer nada" por evitarlo. "Se vivió la situación con susto y con mucha impotencia –ha contado–. Esta cantidad de granizo que ha caído no es normal. Lo poco que tenía protegido en mi huerto se salvó de mala manera, pero todo lo cultivado al raso se ha perdido por completo".

A juicio de Cristina Cañete, lo que pasó el pasado miércoles no se había vivido "nunca en Andorra" y todo sucedió "en 20 minutos". "No sabíamos cómo detener el agua, que no paraba de entrarnos en la tienda. Por lo menos, todo el daño ha sido material y nada personal", se ha consolado.

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