Análisis

Así es Alejandro Nolasco, el vicepresidente de Vox que carga contra el islam y ha roto un folleto del Ramadán

Abogado, escritor prolífico y profundamente conservador, ha tensado su alianza con el PP con sus críticas a la inmigración.

El vicepresidente y líder de Vox, Alejandro Nolasco, en el pleno de las Cortes de Aragón del pasado jueves.
El vicepresidente y líder de Vox, Alejandro Nolasco, en el pleno de las Cortes de Aragón del pasado jueves.
José Miguel Marco 

Cuando amaneció en la campaña de las autonómicas del 2023, era un desconocido. Joven e inexperto en política, Alejandro Nolasco parecía evitar las estridencias de Vox y manejarse con cautela en sus primeros pasos en el Gobierno. Convertido en vicepresidente de Aragón, se dejaba aconsejar y mantenía una buena relación con el jefe del Ejecutivo, Jorge Azcón. Pero hoy, a golpe de declaración incendiaria, se ha convertido en una de las referencias del extremismo populista con su discurso antiinmigración. Y un problema para la coalición bipartita liderada por el PP.

¿Quién es Alejandro Nolasco? Nacido en Pamplona hace 32 años, aterrizó en política en 2019, cuando fue elegido concejal en Teruel por Vox. Además de estudiar Derecho y Filosofía, es un escritor prolífico (ha publicado seis libros pese a su juventud), un  enamorado de la historia, un viajero incansable (ha recorrido más de 40 países) y un político profundamente conservador.

Entre sus obras figura un libro sobre los 50 sobrevivientes de la División Azul, los combatientes que lucharon del lado de la Alemania nazi contra la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Este libro lo presentó en Madrid Fernando Sánchez Dragó, fallecido en abril del año pasado.

Tras su salto a la política municipal, dentro y fuera del pleno del Ayuntamiento turolense, se manejaba sin llamar demasiado la atención. "Ni un insulto ni una posición radical. Con lo que está pasando ahora me estoy quedando a cuadros", dice una persona que lo trató en aquella etapa.

Cambio de estilo

Nolasco hoy es otro. Consciente de que dirige un Departamento sin demasiado brillo, con el paso del tiempo ha ido afilando su perfil más radical, especialmente en los últimos dos meses, generando problemas crecientes en su convivencia con el PP, que tiene entre sus objetivos normalizar su relación con Vox sin renunciar al electorado moderado.

Ya chirrió con un vídeo que encargó su Departamento sobre la despoblación, con una imagen del medio rural completamente anticuada: incluso incluyó una reproducción de un aula de una escuela franquista, exhibida en el Museo Pedagógico de Huesca. El vídeo fue retirado a los dos días de iniciar su emisión con un monumental enfado del PP. Nolasco dijo, ante las críticas del PSOE, que el anuncio era tan "sutil" que los socialistas no lo habían entendido.

Pero su principal argumento es el discurso contra los inmigrantes, a los que vincula con la delincuencia: acudió a un hostal en el que se alojaban extranjeros llegados de Canarias para pedir su expulsión o se plantó ante la cárcel de Zuera para alertar de los altos porcentajes de internos llegados de otros países, así como para invitar al ministro Marlaska a dormir en prisión. Tensó la cuerda hasta forzar la convocatoria de la comisión de seguimiento del pacto de Gobierno con el PP.

Esta semana ha dado un salto exponencial con su ataque al islam, una religión que relaciona con el terrorismo y el maltrato a las mujeres. Su escenificación, rompiendo un folleto sobre el Ramadán y tocando una cuestión tan sensible como la lucha contra el yihadismo, ha sido la gota que colma el vaso para un PP que empieza a estar harto de las polémicas del vicepresidente del Gobierno. Hoy la comunidad musulmana se concentra en señal de protesta mientras la oposición le llama "xenófobo" y "aspersor de odio". El PSOE incluso estudia una denuncia.

Los populares lamentan que la cruzada por la provocación en la que se ha embarcado Nolasco desvíe el foco de la gestión del bipartito. Consideran que la estrategia la está fijando la dirección de Vox en Madrid, en tensión por el retroceso en las encuestas. Pero también ven un deseo de Nolasco de buscar protagonismo ante un Azcón que maneja todos los engranajes del Gobierno de Aragón. De momento, el PP ya le ha pedido que eche el freno. Lo que nadie sabe es si el vicepresidente va a hacer caso.

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