Cambios en Nutriscore: el aceite de oliva mejora su nota y los cereales azucarados la empeoran

El semáforo nutricional estrena algoritmo, pero sigue generando controversia entre los profesionales.

La herramienta de Nutriscore cada vez es más consultada por los consumidores.
La herramienta de Nutriscore cada vez es más consultada por los consumidores.
K. U.

Unos lo odian y otros lo consideran una herramienta de gran ayuda. Los códigos de Nutriscore, que otorgan letras y colores a los alimentos en función de si son o no saludables, se van a afinar este 2024, lo que conllevará el cambio de valoración de algunos productos. Entre otros, el aceite de oliva -tan esencial en la dieta mediterránea- por fin aparecerá como recomendable mientras que algunos cereales azucarados de desayuno perderán su vitola de supersanos.

Cada vez se ve a más compradores consultando el sistema de etiquetado sobre el valor nutricional de los alimentos, que este 2024 también prevé crear un nuevo logotipo que identifique cuáles son los productos ultraprocesados. De esta criba se encarga desde hace diez años un comité de la Sanidad francesa (Santé Publique France), que ha diseñado algoritmos que tienen en cuenta las tasas de azúcares, de sal y de ácidos grasos saturados de los alimentos, que son los que otorgan una u otra calificación a los productos.

¿Pero qué novedades trae 2024? Entre otros, mejora la nota del aceite de oliva, empeora la de los cereales azucarados, y corrige otras ‘distorsiones’ como la del pescado azul, que a partir de ahora será mejor valorado. Igualmente, los quesos maduros y los frutos secos mejorarán su calificación, mientras que las bebidas con altos niveles de azúcar y edulcorantes, que ya rozaban el suspenso, caerán finalmente a la peor categoría, la de alimentos que deberían evitarse. A muchos consumidores les llamaba la atención hasta la fecha que, por ejemplo, los cereales Chocapic o las bebidas Monster tuvieran mejor calificación que algunos aceites vegetales, que en 2024 dejarán de estar tan penalizados.

"Mi opinión es que no está siendo de gran ayuda: encontramos productos de baja calidad nutricional o no saludables con buenas puntuaciones, y lo que veo en mis pacientes es que realmente se confunde al consumidor", apunta la dietista y nutricionista zaragozana Amanda Gaspar. "Estas Navidades se han vendido turrones cargados de edulcorante y tenían una puntuación buenísima. No tenía ningún sentido", añade la profesional, que pasa consulta en Aserhco, en Vicente Berdusán.

Desde su punto de vista, puede generarse un círculo viciosos con este sistema, dado que "si el consumidor identifica un producto como más saludable eso le llevará a hacer más consumo del mismo porque cree que es una opción buena"; sin embargo, "hay que valorar el producto en su conjunto porque que tenga un ingrediente saludable no significa que en su totalidad lo sea ni que debamos aumentar su consumo diario", argumenta Gaspar. La nutricionista pone el acento en que Nutriscore no tiene los aditivos en cuenta y estos "sí tienen un gran impacto en nuestra salud". "Si un producto es de alto contenido en sal o azúcar o tiene emulgentes, algo muy habitual, debe ser de consumo esporádico".

Semáforo de NutriScore, que se implantará en España en los próximos meses.
Semáforo de NutriScore, que se ha implantado de forma voluntaria en España
HA

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición celebra que la actualización de una serie de variables del algoritmo lleve al aceite de oliva a una mejora del ‘C’ (amarillo) al ‘B’ (verde claro), la segunda mejor nota en la escala. "Cuando empezamos a trabajar con Nutriscore estaba clasificado en D (rojo), con lo que claramente se ha trabajado por parte de la administración española en la mejora de la clasificación de este producto, tal y como demandaban los consumidores y el sector", explican, al tiempo que argumentan que este alimento, "es bandera de la dieta mediterránea". Nutriscore recomienda ahora, casi un década después de sus primeras valoraciones, "priorizar el aceite de oliva con respecto a otros aceites vegetales y, sobre todo, con respecto a las grasas de origen animal".

No obstante, el sector del aceite español aún exige una mejora en la nota, a lo que la autoridad francesa responde que "el cambio y la B indican que es un muy buen alimento en el contexto de un régimen equilibrado. Pero no hay que consumir litros todos los días, mañana, tarde y noche". También el sector agroindustrial de Italia se ha sentido perjudicado por esta herramienta de medición ideada por el francés Serge Hercberg, que suspende gran cantidad de quesos y embutidos. Mathilde Touvier, una de las investigadoras responsable del programa Nutriscore, rechaza las críticas y dice que "no hay ningún tipo de favoritismo, los cálculos son simples y transparentes". Aunque ha habido no pocos intentos para que la Unión Europea haga obligatoria esta escala de colores, de momento, sólo se adopta de manera voluntaria por ciertas marcas en Francia, España, Alemania, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Luxemburgo y Suiza.

Una 'examinadora' analiza una caja de cereales.
Una 'examinadora' analiza una caja de cereales.
EFE

"Este termómetro puede ser una ayuda a la hora de coger un producto u otro, pero no hay que volverse loco. Los cálculos se hacen por cada 100 gramos de producto y no tienen en cuenta factores como la asiduidad de su consumo, el grado de procesamiento o el resto de la dieta basada en alimentos no procesados", afirma el nutricionista aragonés Jaime Llorente, que -al margen de etiquetados- recomienda no dejar de ir a la frutería y verdulería del barrio. Advierte el experto de que algunas marcas también han ‘calado’ a Nutriscore con sus mediciones y, en consecuencia, han variado la composición de sus productos para que parezcan más positivos introduciendo fibra o proteínas. "Es un arma de doble filo, puede transformar la industria o hacer que los test sean manipulables", continúa. 

El ejemplo es que la Coca-Cola Zero durante mucho tiempo tuvo una A, pero tiempo después un comité científico afinó el algoritmo y le rebajó la calificación. En este sentido, Gaspar insiste en que "lo que hay que hacer es aprender a leer etiquetas". "Leer la lista de ingredientes, saber qué introduzco en mi cuerpo cada día, no el mensaje o la publicidad que el comerciante hace del producto", asevera la dietista. 

Los defensores de estos sistemas de medición aseguran que una de las fortalezas de Nutriscore es que, más allá de penalizar nutrientes cuyo consumo se debe limitar (sal, azúcares, grasas) "también puntúa favorablemente aquellos nutrientes o ingredientes cuyo consumo debe ser promovido", justifican en la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, que cita de ejemplos las frutas, hortalizas, frutos secos y legumbres. No obstante, hay que tener en cuenta que los baremos que se usan sólo sirven para los alimentos procesados y que "únicamente resultan útiles si se comparan con productos de la misma categoría", justifican en la OCU.

Etiqueta para ultraprocesados

Nutriscore, por cierto, anuncia para 2024 otra novedad como es la creación de una nueva etiqueta que identificará los ultraprocesados, que son alimentos que se deberían evitar a toda cosa en pro de una dieta sana. "El Nutriscore no abarca los aditivos, pero hemos visto la relación entre ciertos aditivos y el riesgo de enfermedad (cáncer, hipertensión arterial). Por eso, hemos propuesto una versión 2 del Nutriscore, con un recuadro negro en torno al logo de cinco colores", detallan desde la empresa francesa, donde dicen tener "más de 75 estudios que muestran la vinculación de los alimentos considerados ultra-transformados con problemas de salud". 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este tipo de productos industrializados se caracterizan por tener plazos de caducidad largos, por ser apetecibles y por contar con ingredientes altamente adictivos. Formarían parte de esta nómina sopas enlatadas o deshidratadas, margarinas, cereales de desayuno, patatas fritas, gaseosas, galletas, mermeladas, salsas, helados o chocolates, tan dañinos para la infancia. En España el 76% de los niños de entre 6 y 9 años necesita mejorar su dieta, y un 25% come bollería de manera habitual.

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