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“Carlos López Otín es el Rafa Nadal de la ciencia: un ejemplo y un referente”

Alberto Jiménez Schumacher, jefe de Grupo de Oncología Molecular del Instituto Sanitario de Aragón, destaca los hallazgos del investigador de Sabiñánigo.

Alberto Jiménez Shumacher, entre los grandes investigadores Carlos Lóopez Otín y Margarita Salas, en la Escuela de Biología. Molecular.
Alberto Jiménez Shumacher, entre los investigadores Carlos López Otín y Margarita Salas, en la Escuela de Biología Molecular.
Heraldo

Alberto Jiménez Schumacher, jefe del Grupo de Oncología Molecular del Instituto Sanitario de Aragón, lleva muchos años de relación con el catedrático de Bioquímica, Carlos López Otín, el sabiñaniguense que se jubilará de la Universidad de Oviedo el próximo 15 de diciembre al cumplir los 65 años. Schumacher confiesa que “siempre fue su modelo”: “Carlos López Otín es el ser humano vivo que más admiro”, sentencia.

“Una persona como él, que tanta actividad de investigación tenía cuando sufrió lo que vivió, lo normal es que hubiera sido un profesor emérito y hubiera muerto con la bata puesta. Pero no se sentía bien y hay que respetarlo”, reconoce su alumno  Jiménez Schumacher, que mantiene contactos por carta con López Otín a menudo. “Siempre iba pensando en los que le seguían porque impulsaba su escuela y habría dado pasos hacia un lado poco a poco mientras se sintiera bien...”.

Aun así, el jefe de Oncologia Molecular tiene claro que el científico aragonés “seguirá ayudando a mucha gente” porque continúan sus proyectos con pacientes y asociaciones “en busca de su luz y conocimiento”, como dice el catedrático aragonés. “Ha transformado la vida de mucha gente: estudiantes, enfermos e investigadores  lo tenemos como un ejemplo y un referente”, confiesa. “Carlos López Otín es el Rafa Nadal de la ciencia y tengo claro que nunca llegaré a ser como él, pero intentar ser como él nos hace mejores”.

Alberto Jiménez Schumacher junto a su tutor Carlos López Otín, cuando fue doctor honoris causa en la Universidad de Zaragoza.
Alberto Jiménez Schumacher junto a su tutor Carlos López Otín, cuando fue doctor honoris causa en la Universidad de Zaragoza.
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Además, Alberto Jiménez tiene claro que los investigadores que han seguido en su escuela formada en la Universidad de Oviedo “continuarán con sus líneas”, aunque apunta que “el alma principal no tiene fuerzas para seguir”. “Creo que la Universidad de Oviedo no puso la justicia donde debía, y aunque luego lo ha intentado no ha sido suficiente”, apunta el investigador zaragozano. “Carlos estuvo más preocupado en salvar su vida que en que se tomaran algunas medidas legales. Creo que deberíamos haberle defendido más”.

Aun así, el investigador zaragozano tiene claro que López Otín construyó su escuela en la Universidad de Oviedo porque “era bueno para su personalidad”, pero “la resistencia tiene un límite y hubo gente que pasó de rositas y no le pedirá perdón nunca”.

En cualquier caso, Alberto Jiménez quiere quedarse con “el legado tremendo” de su profesor y amigo. “Seguro que seguiremos leyéndole y aprendiendo muchos años más. Aunque se jubila de la Universidad de Oviedo, hay mucha gente a la que nos tutoriza y por eso lo seguiremos”, destaca sobre su tarea de profesor. “Necesita un tiempo de descanso, pero encontrará la manera de influir en la sociedad; en lugar de hacerlo como catedrático puede hacerlo con libros o como considere”.

Una carta de compañeros de Zaragoza

Un grupo de compañeros de la Universidad de Zaragoza, donde fue nombrado doctor honoris causa en 2015, está elaborando una carta sobre Carlos López Otín como “homenaje”, aunque “él quería pasar totalmente inadvertido respecto a su salida de la Universidad de Oviedo”. “No queríamos levantar la liebre. Le había propuesto a Carlos varios premios importantes y no quiere ninguno”, señala.

“Va a estar vinculado a la ciencia de otra manera, como hace en Sabiñánigo, donde forma parte de un comité en el que impulsan a estudiantes que quieren realizar un máster y no creo que lo deje. Siempre ayudará a asociaciones, pero de manera más silenciosa”, enumera algunos cambios de la vida del investigador del Alto Aragón.

La serie de conferencias el ‘Tour del cáncer’ que dio por toda España y organizó la Asociación Española Contra el Cáncer en 2022 pudo ser “una especie de despedida”, considera Alberto Jiménez. “Apoyó a la asociación y lo hizo con en su último libro ‘Egoístas, inmortales y viajeras’. Me da mucha pena porque estaba en el momento más explosivo de su carrera, cuando iba a ser transformador, pero sus contribuciones son enormes y con impactos tremendos en muchos pacientes”, resalta.

Hallazgos históricos en torno al cáncer

A la hora de enumerar sus grandes investigaciones, el jefe de Grupo de Oncología Molecular del Instituto Sanitario de Aragón detalla: los 60 genes proteasas que modifican otras proteinas; alguna de ellas, la mmp8, podía ser un supresor tumoral y se cambiaron las estrategias; los genomas de muchas especies animales; los genomas del cáncer, que investigó con Elías Campo, “puso al país en otra división”; identificó nuevos síndromes y genes como la progedia, que abrió nuevas terapias y  esperanzas de vida… 

“Además tenía una consulta social en el laboratorio, si ibas en busca de conocimiento encontrabas en Carlos una brújula y una guía. Luego siempre donaba los premios, no cobraba las conferencias y ha sido una persona muy generosa”, señala. “No quería un protagonismo sino impulsar las investigaciones. Ha sido un ejemplo para muchos y seguiremos su legado. La pena es que no se le haya explotado más”.

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