SOCIEDAD

¿La devaluación de la tele? "La audiencia se ha acostumbrado a contenidos en los que prevalece el morbo y el conflicto"

La catedrática de Periodismo Carmen Marta y el sociólogo Juan David Gómez, ambos de Unizar, analizan el éxito de programas con famosos e 'influencers' como tertulianos.

Mario Vaquerizo en el programa TardeAR.
Mario Vaquerizo en el programa 'TardeAR'.
Mediaset

Hace unos días Mario Vaquerizo dejaba perplejos a sus compañeros de mesa en ‘TardeAR’, el nuevo programa vespertino de Ana Rosa Quintana en Telecinco. El polifacético personaje decía estar "a favor de la contaminación". "Pero cómo no vamos a estar a favor de la contaminación… es que no somos Heidi que vivimos en el campo. ¿Cómo voy a ir yo andando de Vicálvaro, donde viven mis padres, a la Gran Vía que es donde vivo yo? ¿En bici? No puede ser ¿En dron? Tampoco, ¿en tirolina?... Tendré que ir en un coche", declaraba.

Unas palabras que desataron la polémica y fueron rápidamente contestadas desde las redes sociales con comentarios como estos: '¿Este es el nivel de Telecinco?', 'Mario Vaquerizo haciendo gala (una vez más) de su tremenda ignorancia' o 'Estas tonterías será para tener más audiencia', entre otras.

Días después, el mismo programa volvía a acaparar las críticas de los tuiteros por contar con Vicky Martín Berrocal, Lolita o Alaska para analizar la guerra entre Hamás e Israel en lugar de voces autorizadas en un tema tan sensible y complejo como es el que se vive en Oriente Próximo. No obstante, no es el único espacio televisivo que se ve envuelto en la polémica y el chascarrillo. Por ejemplo, las redes se hicieron eco cuando en 'First Dates', veterano programa de Cuatro, un chico le preguntó a una joven si era de ‘gym’, "de gimnasio y tal", y esta le contestaba: "de Murcia".

La catedrática de Periodismo de la Universidad de Zaragoza Carmen Marta explica el triunfo en televisión de programas con 'fichajes' de famosos e 'influencers' que opinan de cualquier tema sin tener suficientes conocimientos del mismo a que la audiencia se ha acostumbrado "a contenidos en los que prevalece el morbo y el conflicto en general". "Los espacios caracterizados por la calidad informativa ya no interesan porque los espectadores, fruto del uso desmedido de redes sociales, se dejan llevar por el impacto y hemos pasado a que los contenidos televisivos en lugar de centrarse en los valores informativos tradicionales, como son la importancia, la notoriedad o el interés público, hayan pasado a ponderar lo extraño, extraordinario o polémico", sostiene.

Para la también investigadora principal de Gicid (grupo en comunicación e información digital), resulta "paradójico" que en las encuestas a la población sobre preferencias televisivas suelan triunfar los documentales, informativos y programas divulgativos y, luego, las cifras de audiencia real no coincidan. "Esto se produce por lo que se denomina 'disonancia pragmática', que consiste en el proceso mental de no coincidir lo que se hace con lo que se piensa, por no considerarlo correcto. Este factor psicológico es la clave del éxito de los programas 'telebasura', cuya aceptación social no es positiva, pero acaban siendo vistos por ser superficiales y fáciles de ver al no tener que prestar demasiada atención", observa.

Carmen Marta recuerda que las generaciones digitales más jóvenes están acostumbradas a la hiperestimulación sensorial y al zapping constante y que esta dosis de "hiperpresente" les lleva a acceder a contenidos poco profundos. "Cuya gratificación es inmediata y donde prima el impacto", dice. "Y este tipo de fragmentos de impacto (como los comentarios de Vaquerizo) trascienden a las redes por el morbo que crean y se convierten en virales. El gran despliegue de contenidos vacuos, superficiales o morbosos es un flaco favor que hacemos a la sociedad, cuya pérdida de valores basados en la calidad informativa es cada vez más acusada. -continúa- Solo basta repasar los porcentajes de programas con colaboradores que son personajes famosos sin ningún éxito profesional, los mensajes basados en la intromisión en la vida privada o la intimidad de las personas, la difusión de rumores o informaciones sin contrastar, el lenguaje soez o la visión degradada de temas fundamentales como es el cuidado del medio ambiente".

"El gran despliegue de contenidos superficiales o morbosos es un flaco favor que hacemos a la sociedad"
"Es una relación a tres bandas: las audiencias, las empresas de comunicación y los propios personajes. Nos interesa menos su conocimiento de la realidad y más el entretenimiento y la gratificación que nos pueda producir" 

Por su parte, el sociólogo Juan David Gómez (de Unizar) indica que de las tres funciones de los medios de comunicación (informar, formar y entretener), la que va "ganando" es la última. "La televisión estaba perdiendo muchísima audiencia entre los jóvenes, que prácticamente siguen a 'influencers' y 'streamers'. ¿Cómo competimos con los millones de personas que están en las plataformas alternativas a los medios convencionales? Con el entretenimiento. Es ese chico que resulta familiar y que habla igual de un videojuego que del ataque a Hamás. Es esa búsqueda de cercanía, que me entretiene y me informa; pero el nivel de rigurosidad y crítica de otras perspectivas es inexistente".

Asimismo, Gómez habla de tres factores: la búsqueda de audiencias a través de nuevos formatos ("tertulias sobre análisis de la realidad y, recientemente, la emergencia de nuevos personajes", afirma), el progresivo "descrédito" del conocimiento intelectual y científico y la experiencia contrastada y pretender la cercanía del entretenimiento que dan personajes "que pueden resultar frívolos". "Si mi papel como sociólogo es analizar la realidad, no puedo ponerlos en el banquillo de los acusados. Es una relación a tres bandas: las audiencias, las empresas de comunicación y los propios personajes. Le damos valor a la presencia del personaje público, de la farándula, divertido, mediático, etc. Nos interesa menos su conocimiento de la realidad y más el entretenimiento y la gratificación que nos pueda producir", asegura.

Mientras, Carmen Marta hace hincapié en que la innovación no significa degradación de contenidos o hacer productos "superficiales y clónicos" para que la audiencia los acabe viendo por costumbre, "para conseguir mayores cuotas de pantalla y más ingresos por publicidad". De ahí que defienda que en una sociedad democrática la función de la televisión debería de ser "el servicio público, la utilidad social, la cultura y valores éticos prevalentes".

"La innovación no significa degradación de contenidos o hacer productos superficiales y clónicos para que la audiencia los acabe viendo por costumbre" 

En este punto, la catedrática de Periodismo del campus aragonés considera que las cadenas de televisión deberían de autorregular los contenidos para evitar caer "en la degradación que supone la telebasura". También opina que estamos asistiendo a una "hibridación" de los contenidos informativos y el entretenimiento. "Y cada vez se basa más en contenidos negativos que atraen más a la audiencia por esa dimensión del impacto televisivo", añade.

"En España, se debería de apostar en mayor medida por espacios que apuesten por formatos innovadores, pero siempre con la exigencia de que sean de calidad. Para acostumbrar a la ciudadanía, es importante que estén alfabetizados mediáticamente, por ello, desde el plano de la investigación, recomendamos que se integren en las aulas de enseñanza Primaria y Secundaria este tipo de contenidos, para que la población esté preparada para demandar mejores programas", defiende Marta, quien recuerda que en Aragón se empezó (el curso pasado) un proyecto "pionero" en varios centros de secundaria. "Y ha tenido muy buenos resultados que estamos llevando a congresos internacionales", concluye.

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