PATRIMONIO

Los arcos y templetes que (de forma efímera) engalanaron Zaragoza

A principios del siglo pasado era costumbre levantar puertas y templetes por la ciudad con motivo de las fiestas o las visitas reales. Su recuerdo queda en algunas fotografías.

Varios de los monumentos que se erigieron hace más de 100 años en Zaragoza.
Varios de los monumentos que se erigieron hace décadas en Zaragoza.
Heraldo

Con los ojos de hoy en día podría decirse que eran una suerte de fallas. Pequeñas construcciones, algunas bastante grotescas, que se erigían con motivo de una celebración pero que tenían sus días contados. Es lo que se llamó ‘arquitectura efímera’ y que tras ponerse de moda en el barroco aún persistió hasta comienzos el siglo XX. 

En Zaragoza se dieron no pocos ejemplos que aún hoy sorprenden en las fotografías del archivo y, aunque no se conserva nada de ellas -estaban condenadas a desaparecer al poco de construirse-, en su creación estuvieron implicados ilustres urbanistas y arquitectos como Dionisio Casañal, Félix Navarro, Ricardo Magdalena o el pintor Marcelino Unceta.

Uno de los arcos erigidos con motivo de la visita de Alfonso XIII en 1903.
Uno de los arcos erigidos con motivo de la visita de Alfonso XIII en 1903.
Patrimonio Nacional

Ascensión Hernández y María Pilar Poblador, ambas profesoras de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, estudiaron a fondo ‘La arquitectura efímera en la Zaragoza de la transición del siglo XIX al XX’. En un artículo publicado en la revista ‘Artigrama’ en 2004 recopilan algunas de estas construcciones "de carácter efímero, bajo coste y gran libertad artística", que incluso llegan a mostrar gracias a algunas imágenes conservadas de la época en los archivos de la familia Coyne, de Patrimonio Nacional o del propio municipal del Ayuntamiento de Zaragoza

En su investigación explican que "la tradición alcanzó el cenit con la celebración de la Exposición Hispano-Francesa de 1908". Organizada para conmemorar el centenario de la Guerra de la Independencia y la defensa de los Sitios, se levantaron "arcos de entrada junto a los pabellones, quioscos y garitas, barracas e instalaciones de atracciones para la diversión del público". Explican las especialistas que en paralelo se iban abriendo en Zaragoza las primeras salas de proyección del primigenio cinematógrafo y que la ciudad cogía empaque poblacional (los 100.000 habitantes se superaron en esta época), lo que evidencia el momento de efervescencia y creatividad, que azuzó también la originalidad a la hora de plantear obeliscos, templetes y otros monumentos.

El templete con arabescos que se levantó en 1860 con motivo de la visita de Isabel II.
El templete con arabescos que se levantó en 1860 con motivo de la visita de Isabel II.
AMZ

Lo cierto es que no es sencillo buscar un denominador común a todas estas estructuras que se fueron montando y desmontando a comienzos del siglo pasado. Unos arcos tenían inspiraciones mudéjares, otras torretas parecían sacadas de cuentos de hadas con un lenguaje más medieval, había también especial gusto por retorcer los estilos historicistas y tampoco faltaban, porque era el momento, las derivaciones del modernismo.

Los artistas y arquitectos se daban licencias para hacer proyectos singulares, atrevidos y hoy se diría que de dudoso gusto, pero no más que otras esculturas y monumentos que seguimos facturando hoy y que muchas hacen que las calles sean un pastiche estético, cuando no una reunión sin criterio de cachivaches. Pero, ¿qué clase de actos se celebraban con estas puertas, arcos o torretas? Generalmente eran las visitas reales, pero también se crearon algunas piezas con motivos más mundanos como el inicio de las obras de la línea férrea de Canfranc o algunas victorias del Ejército en la Guerra del Rif, tras el desastre de Annual.

La información sobre la visita real en HERALDO en 1903.
La información sobre la visita real en HERALDO en 1903.
Heraldo
La recreación de la entrada de Alfonso XIII, en el mismo periódico.
La recreación de la entrada de Alfonso XIII, en el mismo periódico.
Heraldo

Visita real en 1903

En la hemeroteca de HERALDO puede leerse como, por ejemplo, los zaragozanos recibieron con entusiasmo la visita del recién coronado rey Alfonso XIII en octubre de 1903. su estancia fue de tres días, del 16 al 19, y como agasajo al monarca que entonces contaba con apenas 17 años se levantaron tres arcos triunfales. En la crónica de este diario de aquel día se especifica que "en el paseo de la Independencia los arcos ya desprovistos de vallas y andamiajes ostentaban sus banderas y oriflamas que el manso viento agitaba dulcemente". Se cuenta que la perspectiva de los arcos "es muy agradable". 

El primero es el del Ejército, de aspecto sobrio y trazas modernista, está decorado con utensilios, armas y arreos militares. El segundo es el del Ayuntamiento, diseñado por Magdalena, y "tiene sabor de la arquitectura regnícola". El tercero es el de la Real Maestranza de Caballería, "suntuoso y ha llamado con justicia la atención por su apariencia monumental".

Imágenes de la capital del cierzo / 6.
Ambiente de la visita de Alfonso XIII a Zaragoza.
Anteayer Fotográfico Zaragozano/Archivo María Pilar Bernad Arilla

Según contaba María Pilar Gonzalo Vidao en un reportaje en ‘Artes & Letras’, apoyado con imágenes de Anteayer Fotográfico Zaragozano que pertenecen a la colección de María Pilar Bernad Arilla, el arco que más gustó a Alfonso XIII fue el patrocinado por la Maestranza, diseñado por el ingeniero Manuel Isasi-Isasmendi y Aróstegui, y cuyo emplazamiento se situaba entre el paseo de la Independencia y la actual plaza de España. Es un arco doble "con forma de letra omega" y se ubica junto a lo que hoy el monumento a los Mártires que estaba en pleno proceso de construcción. De hecho, en la fotografía histórica se ve cómo, a falta del remate del conjunto y ante la visita del monarca, se ha colocado una corona decorada con bombillas de colores.

El arco triunfal diseñado por Miguel Ángel Navarro en 1927.
El arco triunfal diseñado por Miguel Ángel Navarro en 1927.
AMZ

Aunque no existe constancia documental de todos los que se citan o se sabe que existieron, la tradición de levantar arcos con motivo de las visitas reales viene de lejos: de hecho, en 1860, cuando Isabel II visitó Zaragoza ya fue agasajada con un templete erigido en el Coso, que puede verse en una fotografía del pionero Charles Clifford. 

Los arabescos son profusos en este monumento, como lo son también en un efímero arco levantado en 1927 por el arquitecto municipal Miguel Ángel Navarro (el autor de Casa Solans) para celebrar uno de los triunfos militares de Primo de Rivera. Se trata de un monumento con alusiones a Xauen y Alhucemas, con el que Zaragoza rinde homenaje “a sus héroes” y a los soldados por “la patria agradecida". No faltan, por descontado, emblemas con las armas del ejército y enseñas españolas.

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