Vivienda

Emanciparse en Aragón: "Ahora mismo me aterra la idea de comprar una vivienda, no tengo plan"

El complicado acceso a la vivienda hace que emanciparse sea una misión "casi imposible" en la Comunidad.

María Martínez, al fondo, con su compañera de piso María Huguet.
María Martínez, al fondo, con su compañera de piso María Huguet.
Francisco Jiménez

Técnicamente, María Martínez ya se ha emancipado. Hace unos años se fue a estudiar Enfermería a Soria, por lo que dejó su hogar familiar para irse de alquiler mientras aprendía. Ya de vuelta a Zaragoza unos años más tarde y con la idea de seguir con su formación, esta vez en Trabajo Social, esta joven no quiso volver a casa de sus padres. Lleva desde entonces, "dos o tres años", viviendo en un piso con otras cuatro personas, "que se van cambiando" con el tiempo. Una cruda realidad para los que también logran emanciparse, pero no pueden costearse un piso ellos solos o directamente comprarse una casa, "un dilema" que esta zaragozana tiene en mente desde hace tiempo y una idea que le "aterra".

María tiene 23 años, trabaja de camarera a la vez que estudia, y sufre la situación más típica de los tan solo 25.000 jóvenes que dejan su hogar familiar: compartir piso de alquiler con más personas, en ocasiones con desconocidos. El arrendamiento le cuesta 250 euros -sin contar los gastos de luz, agua y gas-, (entre todos los integrantes de la casa pagan 1.250). "El piso está en la zona de la Universidad, cerca de donde estudio. Estuve mirando bastante y me apresuré un poco, ya que empecé a vivir en un piso hace dos o tres años que era más caro y sabía que no lo podía mantener", narra esta joven. De esa situación pasó a otra también precaria, ya que tuvo que hacer vida en un inmueble con otras seis personas. "Era más económico, pero allí volví a plantearme ahorrar más", reconoce. Así es cómo terminó en el piso que ahora comparte con dos chicos y dos chicas.

Lo de comprarse una casa es "un dilema" que Martínez tiene "desde hace tiempo". Esa idea simplemente r onda su cabeza, ya que sabe que ahora mismo es imposible y seguirá siendo poco factible en un futuro cercano. "Al final, alquilar es dinero, pero pagas por algo que no es tuyo. Ahora que no tengo pareja, tampoco puedo compartir para comprar una casa, me aterra la idea de tener esa obligación", expresa. Su familia tampoco tiene propiedades que puedan cederle para evitar que viva de alquiler compartido. "Soy poco ambiciosa en cuanto a la vivienda. No tengo planes porque me da bastante miedo", se lamenta.

Algunas de sus amigas no forman parte del 13,8% de jóvenes de entre 18 y 29 años que se emancipan en Aragón. "Casi todas ellas siguen viviendo con sus padres. Hacen planes para irse pero muchas no quieren pasar por el periplo de cambiar de compañeros de piso ya que solo conciben la idea de compartir piso y pagar menos dinero", manifiesta Martínez. Asevera que esta situación "es incómoda", ya que se encuentran esperando para comprar o alquilar y "la cosa está muy complicada". "Yo lo veo inviable incluso con un sueldo mayor al que cobro ahora", explica esta joven.

"Buscas la manera"

En todo caso, María Martínez trata de "buscar la manera". Y aunque quizá no esté en la situación que le gustaría por culpa del difícil mercado de la vivienda, intenta hacer las cosas más llevaderas con sus compañeros de piso. "Desde que me vine aquí tengo una compañera que ha sido la habitual, e intentas crear esa familia fuera de casa", dice esta estudiante de Trabajo Social. Llevan el mismo horario y eso facilita las cosas. "Hay inmobiliarias que te alquilan habitaciones por separado, pero tú intentas buscarte la vida para encontrar piso y que, además, sea agradable", sentencia.

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