consumo

Drácula, Frigopie, Colajet… ¿Eran los helados de los 80 mejores que los actuales?

La nostalgia revitaliza la oferta de Camy, Frigo y otras marcas, que llevan tiempo sin acertar con un polo tan icónico como los de antes. ¿Cuál era tu helado preferido?

La oferta ochentera de Camy y Frigo, con Amaia comiendo un Frigopié.
La oferta ochentera de Camy y Frigo, con Amaia comiendo un Frigopie.
Heraldo

Dicen que los 80 fue la década de oro de los helados industriales. Es posible, si bien -echando un vistazo a las ventas- el entusiasmo por estos dulces nunca ha pasado de moda y año tras año se dispara conforme se acerca el verano. Esta semana ‘Frigopie’ ha sido ‘trending topic’ en Twitter porque los cantantes Amaia Romero y Alizzz aparecen devorando uno en su nuevo videoclip. La artista veranea en un cámpin de playa y el recurso a los helados es muy socorrido.

Muchos usuarios de redes también se han visto bombardeados por un algoritmo en Twitter e Instagram que les presenta muy discutibles camisetas y bañadores con toda la oferta de polos de marcas clásicas como Frigo o Camy. ¿Son los helados de los 80 imperecederos? ¿Sienten los aragoneses especial predilección por unos u otros? ¿Quién se acuerda de algunos extintos como el Frigurón o el Capitán Cola o la marca Avidesa?

El verano pasado los amantes de los helados recibieron con alegría el resurgimiento de la marca Camy, que llevaba casi dos décadas desaparecidas por un proceso judicial tras haber sido absorbida por Nestle. Ahora, tutelada por Ferrero, vuelve a la carga la marca ideóloga el Colajet o el Nifti, uno de vainilla y chocolate que representaba la cara de un fantasma. Por cierto, que los más veteranos aún recordarán que en origen Camy -allá por 1960 surgida en la localidad valenciana de Alzira- se llamaba Camay y tenía un pegadizo eslogan que decía: "Helados Camay, mejores no los hay".

La oferta actual de polos y helados se parece bastante a la clásica de hace 40 años, si bien cada verano las distintas marcas introducen algunas novedades para ver si la innovación cala y se vuelve superventas. Este 2023, por ejemplo, Nestlé presenta un cono de galleta Oreo y un Pirulo Kaktus, dirigido al público infantil, con "helado de limón, sorbete de fresa y punta con sabor a chicle". Este último recuerda lejanamente a los Colajet, que -por cierto- surgieron al abrigo del éxito de 'La guerra de las galaxias'.

"Estas probatinas son las más sugerentes, no tanto por su sabor como por su capacidad para evocar la infancia. Los fabricantes de helados saben que la nostalgia también vende y que, en consecuencia, el Colajet o el Frigodedo son siempre fuentes de inspiración", dice el cocinero zaragozano Alberto Samitier, al tiempo que confiesa su predilección por el Frigopie porque "el Mikolápiz siempre se me atascaba y me ponía perdido". Su compañero, Fer Gabás, prefiere los "Fantasmikos porque eran pequeñitos y estaba dispuesto a terminármelos, los otros se me hacían bola". A su juicio, no se puede decir que los polos de antes fueran mejores que los de ahora -no dejan de ser hielo con azúcar y colorantes- pero sí eran más icónicos.

Es cierto que en los 90 hubo un esfuerzo por parte de los fabricantes por buscar modelos más ‘sanos’ y se introdujeron, por ejemplo, los Solero con fruta, pero "un helado no deja de ser un helado y no creo que se elija uno u otro por su aporte calórico o proteico".

Algunos de los polos más icónicos a finales de los años 80.
Algunos de los polos más icónicos a finales de los años 80.
Heraldo

"El consumo de helados ha cambiado bastante en los últimos 30 años. Los helados industriales vivieron una época dorada en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado, pero después ya se fue apostando más por los artesanales e, incluso, los de corte", afirma el sociólogo Jesús Almazán, que recuerda el ‘shock’ que se llevó al enterarse en unos campamentos que Frigo se llamaba Lagnese en Alemania, Olá en Portugal y Algida en Italia. "Los más populares no son siempre los más añorados, pues creo que la Comtessa (ahora Vienetta) ganaba por goleada a los Twister y los Minimilk", añade.

Ranquin de golosos

En los ránquines nostálgicos que pueblan las redes, el Drácula siempre ocupa una posición de honor gracias a su "imprevisible combinación de sabores de cola, fresa y vainilla". Fue en 1977 cuando Frigo lanzó este polo que sigue siendo de los favoritos de la chiquillería. Le pisan los talones en las preferencias el citado Colajet (aparece citado incluso en canciones de La Casa Azul) o el Calipo, que fue el primer polo sin palo: apareció en 1984 y fue tan rompedor que la publicidad tuvo que enseñar cómo debía comerse.

Un polo doble que hacía referencia a los problemas de estrabismo no cuajó en los 90.
Un polo doble que hacía referencia a los problemas de estrabismo no cuajó en los 90.
Heraldo

Otros clásicos que no pueden faltar son el Frigodedo -surgido en 1980 y ahora de vuelta- y el Frigopie, que podía parecer un producto disparatado pero funcionó desde el primer día, cuando costaba -por cierto- 30 pesetas (0,18 euros). Cuenta Juan Villañonga, que fue director técnico de Frigo, que el departamento de ingenieros localizó una máquina en una empresa italiana capaz de fabricar moldes tridimensionales. Eso les abrió un mundo pues los polos dejaron de ser lisos y lasos y empezaron a innovar con modelos como los del Frigodedo, el Capitán Cola, el Frigurón o el ‘Boomy’, aquel que aparentaba ser una brocheta de fruta.

El reto era captar la atención de los niños y conseguir que invirtieran su paga en estos helados y no en los de la competencia, es decir, los de Miko o los de Camy, que también apostaban fuerte con sus Mikobrujas o el consabido Colajet. Mención aparte merecen los Popeye, que eran los más baratos del mercado (15 pesetas, hoy 0,09 euros) y algunos que no cuajaron y se quedaron por el camino como un helado con estrabismo, cuyo nombre era Strabik (en la imagen superior), o el Tubitabi, con forma de dentífrico.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión