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'Reinas' por un día: "Las novias vienen con la presión de estar perfectas"

El sector de bodas se recupera tras la caída que supuso la irrupción de la covid. Los encargos de los vestidos suelen ser con un año de antelación y muchas son las clientas influenciadas por las redes.

Una novia vestida por la diseñadora zaragozana Mila Falcón a orillas del Ebro, en una imagen de archivo.
Una novia vestida por la diseñadora zaragozana Mila Falcón a orillas del Ebro, en una imagen de archivo.
M. F.

"A Tamara Falcó si viene le hacemos el vestido de novia. Pero conforme a los patrones de nuestros diseñadores, sin salirse de ahí", comenta Carmen García, una de las dos socias de Marengo Moda, especializada en el mundo boda desde hace 20 años.

Precisamente esta tienda zaragozana cuenta este año, en exclusiva en Aragón, con la firma de moda bilbaína Sophie et Voilà, que ha rechazado trabajar con la marquesa de Griñón a pocas semanas de su enlace con Íñigo Onieva después de que esta les exigiera diseñar un vestido muy similar al de la famosa firma Chanel (expuesto estos días en el Museo Metropolitano de Nueva York). "Es la postura más elegante que han tenido de respetar la labor de otro diseñador. Sería como si a un arquitecto le pidieran copiar el Pabellón Puente de Zaha Hadid", compara García, a favor de la decisión tomada por Sophie et Voilà.

Las clientas de Marengo Moda suelen encargarles el vestido con un año de antelación y, en estos momentos, ya trabajan con novias de 2024. "El tiempo mínimo son 6 meses. Elegir el vestido, adaptarlo a la clienta y las pruebas necesitan tiempo. No obstante, los diseñadores siempre pueden hacer una excepción cuando se necesita algo urgente. Desde la pandemia nos dan más margen para encargar un vestido con menos tiempo de entrega", informa Carmen García, que cuenta con grandes firmas, todas españolas.

A la diseñadora zaragozana Cruz Temprado también la están llamando novias del próximo año, pero hasta septiembre no empieza a coger citas previas. "Desde ese mes a diciembre es cuando vendo lo del año siguiente. Trabajo con ocho meses de antelación; hay que tener una cierta previsión, si no nos volvemos locas", advierte. Tras el parón que supuso la irrupción de la covid, el sector se ha reactivado y la gente tiene ganas de celebraciones. "Todo el mundo dice tener 3 o 4 bodas; se ha vuelto a la normalidad y eso da mucha alegría", observa García.

Aunque cada novia es un mundo, las redes sociales sí que influyen a la hora de que estas se decanten por un modelo u otro. Tanto Temprado como la también diseñadora aragonesa Mila Falcón se encuentran en sus talleres con chicas que les llevan imágenes de web de bodas, de famosas o de Pinterest. "Hay dos vertientes: o lo tienen muy claro y casi tienen un vestido en mente que quieren hacer igual, o están perdidas y se dejan aconsejar, que por lo general es lo mejor. En mi caso, son novias que quieren algo alternativo y más especial, pero aun así llegan influenciadas por las redes. Vienen con la presión de estar perfectas; para ellas, la boda es ser reina por un día", comenta esta última.

"Me sentía disfrazada"

La joven zaragozana Greta se casa este junio y se puso en manos de Temprado en octubre de 2022 aconsejada por una amiga un día que estaba "agobiada". "No tenía una idea fija. Fui a ella después de ir a varias firmas de novia y cansada ya de probarme vestidos en los que no me veía reflejada. Eran bonitos, pero no me decían nada; me sentía disfrazada. Cruz, partiendo de cero, me ayudó a confeccionar un vestido en el que me siento cómoda y a gusto, y me dejé aconsejar en todo momento", destaca. "El primer día fue especial ver cómo me iba probando distintas telas y retales, puños de nido de abeja que a mí y a mi madre nos recordaron a mi abuela, que también cosía... -continúa- Hace verdadera magia hasta sacar de tu personalidad un vestido".

Para la diseñadora aludida, lo importante a la hora de confeccionar un vestido es la sencillez y que vaya con la personalidad de la novia. "Que sea atemporal, con un estilo fresco, un corte impecable, unos tejidos adecuados y cuidando los detalles. Hago una novia clásica. Me gusta ese estilo: que se guste hoy y dentro de 20 años", remarca Cruz, quien reconoce que en la mayoría de los casos se dejan aconsejar.

Mientras, Mila Falcón suele incorporar elementos 'vintage'. Por ejemplo, en una ocasión compró para una novia unos zapatos de Chanel de 1980. "Estaban impecables. Vas con una calidad y, además, llevas un piezón", observa. A ella le gusta personalizar a la novia y no imponerle algo que sea pura tendencia. "Por otra parte, está todo muy ecléctico. Lo destacado es que sean tejidos de calidad, con una caída bonita; vestidos con estilo y clase con los que las novias se sientan cómodas y guapas".

Cuando una clienta entra por la puerta de su negocio, la diseñadora les acompaña en vestuario, peluquería, floristería, zapatos y ropa interior. "Es una asesoría en todo. Los complementos finales pueden arruinar un 'look'. Un vestido puede ser todo lo bonito que quieras, pero como le pongas un mal peinado, un mal maquillaje y unos malos zapatos: adiós", advierte. Para ella, se trata de sacar lo mejor de cada persona. "Hay personas que, por ejemplo, lo que más les favorece no es un 'palabra de honor', lo quieren llevar a toda costa y hay que desconvencerlas. Pero, por lo general, se dejan aconsejar", cuenta Falcón, que alguna vez ha tenido que decir 'no' ante un encargo por haberla avisado con poco tiempo. "Lo normal es que contacten conmigo un año antes de manera que voy haciendo la previsión. Y si, raramente. lo hacen a tres meses pues no puede ser", asegura.

En cuanto al precio de un vestido de novia, este puede oscilar de media entre 1.800 a 3.000 euros dependiendo del diseño y los tejidos, tal y como informan desde Marengo Moda. 

Tendencias y novedades

  • Combinar varias piezas para aligerar el vestido de boda de cara a la fiesta posterior al enlace. Para ello, se llevan las capas, sobrecolas y sobrefaldas, entre otros elementos. Y ya no está de moda la espalda al aire. "A mí me gusta coger de las tendencias lo que me parece bonito
    Las capas en todas sus versiones, largas y transparentes, capelinas, capuchas...", detalla Mila Falcón
  • Tejidos de mucha calidad y más fluidos -como gasas y organzas- y vestidos sencillos, con más caídas más naturales y menos cancanes.
  • Manga farol, rescatada de los ochenta, y la hombrera en vestidos inspirados en los años 40.
  • Tonos blancos. "Salvando excepciones, la tendencia de marfiles y cremas se ha pasado. El blanco roto es el tono rey", dice alcón.
  • Zapatos de colores
  • Sin velo e incluso sin ramo. "Ha cambiado mucho el adorno floral. Aunque la mayoría de las novias llevan ramo, he tenido otras que han querido llevar un aro metálico en el que cuelgan dos flores", añade.
  • Importancia de la ropa interior. La mayoría de las chicas llevan faja o bragas cortadas a láser color carne para que debajo del vestido nada se marque. 
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