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Familias de acogida en Aragón: "Cambian vidas y es una oportunidad para los niños"

La pareja de jubilados Juan Carlos y Mª Pilar Marqués, Conchi Malavia y el matrimonio Susana A. y Óscar G. cuentan su experiencia de cuidar a menores en distintos tipos de acogimientos.

El matrimonio María Pilar Marqués y Juan Carlos Simón, familia de acogida urgente, en su casa de Zaragoza.
El matrimonio María Pilar Marqués y Juan Carlos Simón, familia de acogida de urgencia, en su casa de Zaragoza.
José Miguel Marco

En 2022, en Aragón se realizaron 224 acogimientos familiares (115 en Zaragoza, 32 en Huesca y 37 en Teruel), dentro del programa de Acogimiento Familiar del Gobierno autonómico. Según apuntan desde el Departamento de Ciudadanía y Derechos Sociales, esta cifras suponen seguir manteniendo "un crecimiento sostenido en los últimos años".

De los 110 nuevos acogimientos iniciados el año pasado por la DGA (a los que hay que sumar los 114 activos a 31 de diciembre de 2021), la mayoría (79) fueron en modalidad de familia ajena. Y es que cada vez hay más aragoneses dispuestos a acoger a niños y adolescentes, tal y como resalta el presidente de la Asociación de Acogimientos Familiares de Aragón (Adafa), Jaime Martínez. "Somos 200 socios y la inmensa mayoría de las familias de acogida pertenecen a la Asociación. El Ejecutivo aragonés (tiene la tutela del menor) es el que selecciona a las familias y nosotros realizamos el seguimiento de las familias que tienen acogimientos en urgencia y temporales (a través de un concierto), explica Martínez,  que junto a su mujer tienen un niño de forma permanente y tres, temporales.

Desde Adafa reclaman al Ejecutivo autonómico que los fondos europeos se apliquen también para la promoción del acogimiento y cuidado de las familias y los menores, que las normativas reflejen sus casuísticas ("muchas ordenanzas locales no contemplan el acogimiento familiar en bonificaciones fiscales") o que en la escolarización de los menores no se alarguen los tiempos, entre otras peticiones. "Las familias tienen una compensación (además del respaldo de los profesionales del IASS), pero creemos que hay temas a actualizar. Sobre todo hay que agilizar aquellos pagos que tienen que ver con dentistas, oculistas...", dice.

Jaime Martínez, presidente de Adafa, en el centro, junto a parlamentarios de las Cortes antes de intervenir en la Comisión de Comparecencias Ciudadanas
Jaime Martínez, presidente de Adafa, en el centro, junto a parlamentarios de las Cortes antes de intervenir en la Comisión de Comparecencias Ciudadanas, en marzo.
Cortes de Aragón

En los 25 años de andadura de Adafa, las familias de acogida han cambiado al igual que la sociedad española. A los perfiles tradicionales se han sumado familias monoparentales, parejas del mismo sexo, matrimonios con hijos, sin hijos, personas jubiladas... "Hay mucha diversidad", recuerda Jaime Martínez, quien pone en valor la labor que realizan estas familias para que los menores en situación de vulnerabilidad crezcan en un hogar. "En la vida hacemos muchas cosas, pero que tengan una incidencia  notable en la sociedad no hay muchas. El acogimiento familiar lo tiene porque cambia vidas de personas concretas y es una oportunidad para los niños en su desarrollo", remarca.

Estos son tres modelos de familias de acogida en Aragón, todas ellas socias de Adafa:

Juan Carlos y Mª Pilar, acogida de urgencia: "Estos niños necesitan ayuda. No tienen culpa de nada"

El matrimonio María Pilar Marqués y Juan Carlos Simón en su casa de Zaragoza con los juguetes del bebé al que acogen.
El matrimonio María Pilar Marqués y Juan Carlos Simón en su casa de Zaragoza con juguetes del bebé al que acogen.
José Miguel Marco

Con dos hijos mayores viviendo fuera de España y ya jubilados, Juan Carlos Simón y María Pilar Marqués decidieron hace tres años ser familia de acogida de urgencia (un máximo de 6 a 8 meses) de niños de hasta los 4 años. Ya tuvieron medio año a una recién nacida -que fue adoptada- y ahora cuidan de un niño que tiene 10 meses.

"Nos lo trajeron con 8 meses de una familia bastante problemática en cuanto a los hijos. Los tutores son el Gobierno aragonés y nosotros tenemos que cuidarle, protegerle y quererle mientras se tramite qué se hace con él: si va con su familia o con padres de adopción. Lo mejor es que el niño volviera con su madre, pero para eso tiene que hacer un protocolo con la DGA. Tiene que atender a su hijo, rehabilitarse, buscar trabajo y arreglar su vivienda", cuenta Simón, mientras tiene al pequeño en brazos. "Hoy ha ido con la madre (una hora de visita a la semana), vuelve bien y no me extraña. Al principio lo pasó mal con el sueño, pero va durmiendo mejor y se va haciendo a nosotros", señala.

"Es muy satisfactorio; lo triste es que se van después de 6 meses en los que les coges cariño. Pero te queda la alegría de pensar que los pequeños están mucho mejor"

Lo que no se veían capaces era de acoger a niños mayores de 4 años. "Lo llevamos bien porque somos muy tenaces. No duermes cuando podías estar tranquilamente o vemos menos a los hijos (residen en Francia y el Reino Unido). Pero ves al niño que va ganando día a día, que son cariñosos... Es muy satisfactorio; lo triste es que se van después de 6 meses en los que les coges cariño. Pero te queda la alegría de pensar que los pequeños están mucho mejor. Con 65 años, la adopción no es la mejor opción; cuando él cumpliera 18, yo tendría más de 80", advierte.

Juan Carlos Simón anima a otros aragoneses a ser familias de acogidas. "Estos niños necesitan ayuda y apoyo. No han hecho nada malo en la vida, no tienen culpa de nada", subraya, al tiempo que pone la lupa en cuando estos chavales cumplen la mayoría de edad. "Ese es el problema. La mayoría están en centros de acogida y salen a la calle. Es empezar de cero; es muy duro. A algunos les ayudan, pero deberían hacerlo un poco más: no dejarles en la calle si no es con un puesto de trabajo. Afortunadamente, en Aragón hasta los 6 años no hay ningún menor en centros de acogida", informa este jubilado, que después del bebé que cuidan acogerán más. "Solemos darnos unos meses en pausa para descansar. Y luego otra vez a por otro con todas las fuerzas".

Conchi Malavia, acogida permanente de una niña: "Está viviendo la oportunidad que se merece"

¿Por qué no? Responde Conchi Malavia, de 52 años, cuando se le pregunta por qué dio el paso de acoger en solitario a una niña, que entonces tenía 8. "Son criaturas que por circunstancias de la vida están en situaciones vulnerables y complicadas, y cuando somos pequeños lo que necesitamos es un entorno familiar que nos dé seguridad. Consideré que podía aportar eso: un entorno tranquilo y estable. Ese fue el punto de partida", dice con determinación.

Lo que inicialmente era una acogida temporal (un máximo de dos años) ha pasado a ser permanente (hasta la mayoría de edad). Para ella, no hubo un proceso de reflexión: era la respuesta que había que dar. "Si no acepto una permanente, es una niña que vuelve a un centro de acogida. Estos procesos se sostienen porque se establece un vínculo emocional y la opción natural es esta. Llevaba 3 o 4 años en un centro y era su primera salida a una familia de acogida. Su situación personal impide que pueda volver a su familia de origen; no tiene contacto con ella. Hay una desvinculación porque es una familia bastante desestructurada", cuenta.

En los dos años que lleva de madre de acogida, confiesa que ha vivido todo tipo de momentos: duros, menos duros y también felices. Recuerda que a esas edades, los menores traen sus mochilas cargadas de sus vivencias y las tienen muy presentes. Y resalta la importancia de escuchar a los pequeños para que se vayan abriendo. "Había muchas reacciones disruptivas desde la rabia, desde sentimientos muy negativos hacia los adultos. Es algo muy habitual. Ahora la veo feliz y hay una relación normalizada", señala Conchi, que remarca que para ella ha supuesto un crecimiento personal. "Al no haber vivido la maternidad previamente, lo vives con otro plus por ser la primera criatura que entraba en mi vida. Te enfrentas a situaciones nuevas. Al final, estamos para apoyarles y acompañarles; para mí, eso es lo importante", remarca.

"Hemos sentido el acompañamiento de todo el pueblo. Un entorno rural es más sano y seguro; y es más fácil que se cree un vínculo de confianza"

En todo este proceso, el pequeño municipio oscense donde reside ha jugado una papel muy importante, al ser una comunidad que las ha respaldado. "Hemos sentido el acompañamiento de todo el pueblo. Un entorno rural es más sano y seguro; y es más fácil que se cree un vínculo de confianza. La relación con los vecinos es más directa y natural y eso también se transmite", sostiene. Muchas son las personas que le dicen que le ha dado a la niña una segunda oportunidad en su vida. Ella no lo tiene tan claro, lo que sí sabe es una cosa: "Está viviendo la oportunidad que se merece. No podemos olvidar que tenemos que aportarles lo que ellos necesitan, no lo que nosotros necesitamos".

Susana A. y Óscar G., acogida temporal: "Las lecciones de vida que te puedan dar estos niños son tremendas"

Susana A., en el cuarto de la niña que acoge temporalmente, este viernes en Zaragoza.
Susana A., en el cuarto de la niña que acoge temporalmente, este viernes en Zaragoza.
S. A.

Tenían claro que no querían ser padres biológicos, pero sí familia de acogida. "Nuestra vida era muy cómoda, pero teníamos la necesidad de hacer algo que trascendiera; de ayudar a los demás. A estos niños les han negado todo en la vida, sin tener culpa de nada. Fue por una pulsión personal de los dos", afirma Susana A., para explicar la decisión que tomó junto a su marido, Óscar G., de acoger a una niña, que pronto cumplirá los 9 años. Lo que inicialmente fue una acogida de urgencia se ha convertido en temporal para este matrimonio zaragozano.

"La situación de la pequeña así lo exigía. Se pensó que quizá su familia biológica (a la que ve cada 15 días) iba a mejorar en ese tiempo, pero se ha visto que no. Nos han solicitado pasar a un plazo mayor de tiempo y, por supuesto, hemos dicho que sí. -continúa- Es una niña mayor, que entiende y sabe; no la puedes estar cambiando de un lado a otro. Se trata de que ahora pueda disfrutar de su infancia y volver a ser una niña".

La menor pasó de  su familia biológica a vivir con ellos sin tener que residir en un centro de acogida. Tal y como cuenta, desde los 4 años lleva en terapia (psicológica) y Menores también hacía un seguimiento de la familia. "Pero llegó un punto en que no pudieron hacer más. Había una situación bastante desestructurada", señala. Asimismo, indica que la niña está feliz pero tiene "la dualidad" con la familia biológica. "Con 8 años, tu madre es todo, independientemente de lo que haya hecho. Con nosotros tiene temporadas. Estos niños no saben canalizar sus sentimientos (en alusión a la frustración) porque no les han enseñado. No todo es maravilloso, pero la valoración y la balanza es muy positiva. Aprendes a compartir, hace que te plantees muchísimas cosas... Las lecciones de vida que te puedan dar estos niños son tremendas. Los tenemos aquí y son a los que hay que ayudar", dice.

"Necesitamos más familias que se unan a este proyecto" 
"Hemos vivido situaciones límites con la niña, pero solo con verle la sonrisa y cómo disfruta o las cosas que le están pasando ahora... Con eso ya eres feliz" 

Para Susana, su deseo es que la pequeña sea feliz y que le dejen ser ella. "Es lo que ha obtenido con nosotros: ese amor que educa. Por eso necesitamos más familias que se unan a este proyecto", reclama. Como anécdota (que refleja muy bien la importancia de los afectos), recuerda que el 19 de marzo, la niña fue corriendo junto a su marido a darle un abrazo al enterarse que era el Día del Padre. "Le dijo: 'Felicidades'. Estamos viviendo unas cosas... También te digo que hemos vivido situaciones límites, pero solo con verle la sonrisa y cómo disfruta o las cosas que le están pasando ahora... Con eso ya eres feliz", resume.

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