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El último etarra de la prisión de Daroca, a un paso de la libertad sin ser trasladado al País Vasco

El Gobierno lo incluyó, contra su voluntad, entre los cinco presos de ETA que iban a ser trasladados para acabar la política de dispersión.

Imagen de archivo de la cárcel de Daroca.
Imagen de archivo de la cárcel de Daroca.
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El etarra Faustino Marcos Álvarez puede convertirse en el único miembro de la banda terrorista ETA que ha quedado en libertad sin ser trasladado al País Vasco, contradiciendo así el anuncio que hizo el pasado 24 de marzo la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias en el que señalaba que los últimos cinco presos etarras que quedaban fuera de las prisiones del País Vasco (en cárceles de Palencia, Cantabria, Madrid y Aragón), iban a se trasladados a centros de esta comunidad.

Fuentes penitenciarias detallaron este miércoles a HERALDO que la voluntad del Ministerio del Interior de poner fin a la política de dispersión de los presos de ETA, que instauró hace 34 años el Gobierno de Felipe González, ha llegado tarde para el interno Faustino Marcos, condenado a una pena de 12 años y 14 meses por pertenencia a la banda armada, tenencia de armas y falsificación. Marcos quedará en libertad antes de que se produzca su anunciado trasladado.

Habitualmente en los días de la Semana Santa no se realizan  traslados de los presos. Por ello, la coincidencia de la salida en libertad del etarra esta Semana Santa y la falta de previsión del anuncio del Gobierno impedirá casi con toda probabilidad que sea puesto en libertad en el País Vasco.

Aun así, la historia de este miembro de ETA se asemeja a la de su compañero Jon Gustabay, con quien compartió dos años en la cárcel zufariense, porque “ninguno de estos dos últimos etarras querían ser trasladados a prisiones de su tierra”, según fuentes penitenciarias, y no querían que el Gobierno central, el Ejecutivo del País Vasco del PNV y el partido Bildu decidieran por ellos. De hecho, Gustabay quedó en libertad saliendo de la prisión de Aragón el pasado 18 de marzo y sus familiares también lo recibieron entre banderas.

Para este viaje no hacen falta alforjas”, concluye un funcionario de la prisión aragonesa, al comprobar que la decisión del Gobierno no se puede aplicar porque los traslados habituales se cierran esta semana y el preso quedará en libertad antes de que se puedan retomar.

La asociación Etxerat, que acoge a las familias de los presos de ETA, aplaudió la decisión del Gobierno de Sánchez de acercar a los internos a las prisiones del País Vasco para evitar así los miles de kilómetros recorridos por sus familiares.

Pero en la información de la página de Etxerat se constata que las cárceles del País Vasco y Navarra acogen ya a 150 internos de la banda terrorista (70 en Zaballa, Álava; 20 en Basauri, Vizcaya, y 30 en Martutene, Guipúzcoa, y los demás entre la de Pamplona, Navarra, y en otros centros) pero todavía quedan tres internos en las prisiones del resto de España, que estaban incluidos en los últimos cinco traslados que se anunciaron: Gregorio Escudero, en Dueñas (Palencia), Asier Borrero Toribio, en El Dueso (Cantabria) y Faustino Marcos Álvarez, en Daroca (Zaragoza).

El Gobierno de Pedro Sánchez desechó la política de dispersión, al reconocer el final de la banda terrorista, y desde 2018 se ha ido acercando los internos de ETA al País Vasco paulatinamente, como parte del pacto con el Ejecutivo del PNV.

Una cárcel con presos históricos de ETA

Funcionarios retirados que conocieron la prisión de Daroca cuando se inauguró en 1985 recuerdan que en los primeros años, hasta que no se abrió la de Zuera en 2001, recibió a presos históricos de ETA como el jefe del Comando Vizcaya, Félix Zabarte Jainaga, o los etarras Jon Anza Ortuñez y Beloki Cortajarena. Y reviven momentos tensos, como cuando el responsable de la banda Fermín Fagoaga Yanci fue sancionado con siete meses de aislamiento en 2004 en el mismo centro penitenciario por negarse a salir al patio como gesto de protesta.

Cuando se puso en marcha Zuera, los presos de ETA que empezaron a llegar a Daroca ya eran más descafeinados. Pero los primeros años, entre 1985 y 2001, cuando había 600 internos, estaban los más duros porque en la prisión de Torrero solo acogían a los que eran preventivos”, detalla un funcionario que vivió esta etapa en la cárcel darocense. “No obstante, el motín que tuvo lugar en 1992 en la prisión no iba con los etarras y ellos se quedaron al margen. Eran ortodoxos y solo seguían sus consignas, no colaboraban con otros presos ni con los funcionarios”.

Otro funcionario calcula que en los 38 años de historia (se abrió el 20 de abril de 1985) que acumula la prisión de Daroca puede haber acogido a un centenar de internos de la banda terrorista. “Podían coincidir de ocho a diez etarras los primeros años porque teníamos cuatro módulos y había unos 600 presos”, calcula.

Un compañero que todavía trabaja en el centro estima que en los años 2010 llegaron a acoger hasta una docena de internos de la banda terrorista. Y recientemente, en 2021, recibieron a algunos conocidos como Unai Bilbao Solaetxe, condenado a 50 años por un homicidio, e Igor Portu, autor del atentado de T4 en el aeropuerto de Barajas en 2006, que rompió las negociaciones de paz con el Gobierno y provocó la muerte de dos personas. Los dos fueron trasladados al País Vasco.

Necesitábamos aplicar la política de asepsia más absoluta con los presos de ETA, que pretendían ser unos antisistema”, agrega otro responsable de la cárcel darocense, quien reconoce el temor que generaba en sus familias la presencia de estos internos y sus actuaciones porque les obligaba a tomar muchas medidas de seguridad (cambios de matrículas y de recorridos para evitar atentados). 

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